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Turismo interior

Las mejores calas, los mejores baños

Más de 240 kilómetros de litoral en la Costa Brava, desde Blanes hasta Portbou, poblado tanto de pequeñas y aisladas bahías vírgenes como de playas urbanas.

Imagen de Sa Cova Platja d'Aro.
Imagen de Sa Cova Platja d'Aro.Turismo Costa Brava

La Costa Brava es paisaje, cultura y gastronomía y, en algunas zonas, es casi un milagro a salvo de la sobreexplotación turística. Acantilados, dunas, pinares y aguas que reflejan todas las tonalidades del verde y el azul, pequeños pueblos de pescadores, villas con sabor medieval, calas de ensueño y extensos arenales...

El Mediterráneo en estado puro, donde aún es posible encontrar playas maravillosas y calas recónditas para perderse y relajar el cuerpo y la mente. Es uno de los destinos predilectos de los amantes de la naturaleza, el sol y la buena comida. La que sigue es una pequeña selección de lo mejor de este rincón del litoral catalán.

En la comarca del Alto Ampurdán, el municipio de Roses acoge al menos 13 playas y calas, algunas de ellas de ensueño. El tramo de pista de tierra que va de cala Montjoi a cala Jòncols, en la zona de acantilados que separa Roses de Cadaqués, ofrece algunas de las calas más bellas y menos frecuentadas, por su difícil acceso, de esta zona de la Costa Brava.

Cala Calís es una pequeña prolongación de cala Montjoi, solo separadas por unas rocas que sobresalen del mar. Se encuentra en pleno Parque Natural del Cabo de Creus, el punto más oriental de la península Ibérica, un promontorio rocoso rodeado por playas casi vírgenes y solitarias. En el fondo de las aguas de cala Calís se encuentran los restos del navío Punta de la Ferrera, que conserva todavía el pecio correspondiente al Phedon, hundido en 1934. 

Para aquellos que nunca pudieron cenar en ElBulli, al menos pueden consolarse con un baño en la cala que durante años acogió al que fue el mejor restaurante del mundo. Cala Montjoi, y sus vecinas, componen uno de los conjuntos playeros más bonitos de la zona.

En el Alto Ampurdán, Roses acoge arenales y ensenadas de ensueño

En Montjoi se disfruta de aguas tranquilas y no demasiado viento. Es un espacio de 270 metros ideal para las embarcaciones y la práctica del submarinismo. Su inmejorable situación, al lado de Roses pero en plena naturaleza, permite realizar excursiones hacia los diferentes caminos que recorren el maravilloso cabo de Creus.

Muy cerca de las anteriores se extiende cala La Pelosa, una de las más espectaculares de la Costa Brava, poco turística, pero muy frecuentada por la gente de la zona por su fácil acceso. Se trata de una playa de paisaje salvaje, situada al abrigo del cabo Norfeu, a nueve kilómetros de Roses. En esta zona se encuentran distintos espacios gastronómicos que ponen a disposición del cliente un servicio de boyas y taxi marítimo gratuito para comodidad de los clientes que accedan en barco.

Otro de los vértices que conforman las playas de Roses es cala Rustella. Los pinos son abundantes en esta zona del cabo de Creus y envuelven la cala hasta alcanzar casi el agua. Desde la playa, un camino lleva hasta la playa de Canyelles Grosses, también conocida como l’Almadrava, en el núcleo urbano de Roses, pasando por dos bellas calas similares a esta, Murtra y Lledó. El sendero también permite disfrutar, desde la punta Falconera, de una magnífica panorámica de la inmensa bahía de Roses.

Cala Joncols es la última playa de Roses. No es especialmente adecuada para tomar el sol ni para bañarse a causa de su superficie rocosa y de su irregular y abrupto fondo marino, aunque por ello es muy apreciada por los submarinistas. No tiene un fácil acceso, ya que a partir de cala Montjoi se acaba el camino asfaltado. La ventaja es que ni siquiera en temporada alta el lugar está muy concurrido. Ideal para quienes buscan paz y tranquilidad o desean practicar el buceo.

Cadaqués es una de las localidades más conocidas de la costa de Gerona, y probablemente el culpable de que esto sea así, además de su indudable encanto, es Salvador Dalí, que pasó aquí su niñez y acabó instalándose en la cercana playa de Port Lligat. Enclavado en el cabo de Creus, y tras una carretera de mil curvas, aparece este pequeño pueblo de casas blancas de apenas 3.000 habitantes. Tomar el aperitivo en una de sus terrazas y refrescarse en cualquiera de sus calas es un gran plan.

Imagen de la localidad de Cadaqués, una de las más conocidas del litoral.
Imagen de la localidad de Cadaqués, una de las más conocidas del litoral.

Si buscamos más tranquilidad y aislamiento, Portaló es una pequeña playa de grava y arena de apenas 40 metros de ancho, una buena muestra de las pequeñas ensenadas, solitarias y resguardadas, que hay en el cabo. Es la primera que aparece a la salida de Port Lligat. Cala Fredosa es otra opción. En este caso, conviene aparcar el coche en el faro, desde donde deleitarse con las vistas. De allí parte un camino que desciende hasta el mar, con una tonalidad de agua espectacular. Es de difícil acceso.

Durante años, Es Llané fue la playa en la que Salvador Dalí y su familia disfrutaban de los meses de veraneo. Está dividida en dos partes que suman unos 150 metros. Las barcas que suelen recalar en sus aguas convierten este pequeño rincón de la Costa Brava en una auténtica postal. Se encuentra a tan solo diez minutos caminando del centro de Cadaqués.

En las antípodas de las calas más típicas, entre Sant Martí d’Empúries y la población de Roses, siguiendo el perfil del golfo del mismo nombre, se extiende Sant Pere Pescador, uno de los grandes arenales de la Costa Brava, 6,3 kilómetros de arena y dunas. Su longitud y anchura permiten que, incluso en agosto, sea posible mantener el espacio vital y extender la toalla sin la molestia de oír las conversaciones de los vecinos.

Batida por el viento, se ha convertido en una de las playas favoritas de los kite surfers. Cada año aquí se celebra una de las pruebas del Campeonato Mundial de windsurf. También hay una zona nudista. En la parte central de la playa, el Parque Natural de Aiguamolls de l’Empordà es un gran escaparate para la observación de aves. El pueblo de Sant Pere Pescador, con escasos 2.000 habitantes, es un lugar muy apacible.

El archipiélago de las islas Medes ofrece algunas de las imágenes más atrayentes y emblemáticas de la Costa Brava. Los siete islotes forman parte de un espacio natural protegido por la riqueza de su ecosistema, una gran reserva de fauna y flora cuyo fondo marino alberga cuevas de coral rojo y extensas praderas de posidonias. Todo un paraíso para los submarinistas.

Y es que estas islas constituyen una de las reservas de flora y fauna marinas más importantes del Mediterráneo occidental. En los primeros metros bajo el nivel del mar, la entrada de luz permite la presencia de abundantes colonias de algas, algunas especies de esponjas y un gran número de erizos, moluscos, gusanos marinos…

San Pere de Rodes, monasterio benedictino del siglo X.
San Pere de Rodes, monasterio benedictino del siglo X.

A más profundidad, donde la luz escasea, la población está constituida por algas calcáreas y gorgonias. En las cavidades, cerca de la entrada, se forman colonias de coral rojo, esponjas, madreporarios...

En el exterior, la presencia de aves acuáticas añade un gran atractivo. La gaviota argéntea es el ave más abundante. También encontramos cormoranes moñudos, cormoranes grandes y paíños comunes. Estas aves conviven con una pequeña población de garcetas comunes, martinetes y garcillas bueyeras.

Las Medes están a menos de un kilómetro de la costa y constituyen, de hecho, la continuación del macizo del Montgrí, que a pesar de su carácter árido e inhóspito, acoge también una diversidad ecológica de gran interés. En su característico perfil destaca el castillo de Montgrí, que corona la montaña de Santa Caterina.

Ambos espacios, las islas Medes y el macizo del Montgrí, forman parte del Parque Natural del Montgrí, las Illes Medes y el Baix Ter. Refugio de piratas desde el siglo XIV y punto de vigilancia utilizado en distintos momentos históricos, en el archipiélago de las Medes actualmente solo queda una edificación, el faro de la Meda Gran.

Las propuestas de actividades náuticas y subacuáticas son variadas, aunque dentro de la zona protegida están muy restringidas. Está permitido bajar a tierra, pero hay que seguir los itinerarios marcados y respetar las normas (no dejar basuras, no molestar a los animales…).

En cuanto a las actividades náuticas autorizadas –escafandrismo, observación submarina y snorkeling, entre otras–, es necesario un permiso especial de la Oficina de la Reserva Marina de las islas Medes, ya que el número de inmersiones diarias está limitado.

Todas estas actividades se pueden realizar en solitario o bien a través de las numerosas agencias que ofrecen estos servicios. Hay excursiones a bordo de barcos con fondo de cristal en torno a las islas así como por la costa del Montgrí, también de belleza impactante. También es posible alquilar barcos con o sin patrón.

Blanes es la puerta sur de la Costa Brava. Un lugar de vacaciones con amplia oferta turística: largas playas, bares, restaurantes, tiendas y bastante barullo en temporada alta. Blanes cuenta con dos grandes playas, Sabanell y Blanes. Y entre ambas se encuentra la hermosa península rocosa de Sa Palomera.

Pero además de estas zonas tumultuosas, Blanes cuenta con playas y calas más pequeñas y tranquilas, como Punta Santa Anna, próxima al puerto, cala Treumal, más al norte, o la popular cala Sant Francesc.

Imprescindibles

Gastronomía. Pocos lugares pueden presumir de reunir tantos y tan buenos cocineros como esta parte de la costa catalana. En la provincia de Gerona se concentran 13 restaurantes con 17 estrellas Michelin, reflejo de la exquisita combinación entre tradición culinaria y espíritu creativo. Una buena muestra es el restaurante Els Brancs, un estrella Michelin, en la playa El Bonifaci, en la bahía de Roses. Els Brancs es el restaurante gastronómico del Hotel Vistabella y su nombre deriva de los arrecifes situados justamente delante. Se encuentra en una terraza orientada a poniente, sobre un pequeño acantilado. Una ubicación privilegiada que se une a una cocina excelente

Patrimonio. San Pere de Rodes es un monasterio benedictino del siglo X que domina el Parque Natural de Cap de Creus desde el punto más alto de El Port de la Selva. Declarado bien cultural de interés nacional, es uno de los máximos exponentes del románico en Gerona. El origen del monasterio forma parte de la leyenda, que unida a los interrogantes arqueológicos e históricos, hacen que el lugar tenga cierto aire de misterio. Desde su construcción, ha sido testigo de las más diversas situaciones. Ha presenciado varios siglos de esplendor, la decadencia desde finales del siglo XVII, saqueos, etc., hasta convertirse en la actualidad en uno de los atractivos turísticos de la Costa Brava.

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