¿Se puede rescatar a España?
Decir que España es demasiado grande para ser rescatada es una frase de esas que, gracias a su sonoridad, se convierte en una especie de mantra en los medios de comunicación. ¿Salen las cuentas? La aritmética es compleja. La interpretación que, llegado el caso, haga el mercado de las cifras es aún más incierta. Y las consecuencias políticas son un arcano.
Empecemos por las cuentas, hechas de un modo más bien tosco. Actualmente el EFSF; el fondo europeo que rescatará a Portugal e Irlanda y participará en el segundo rescate de Grecia, tiene una capacidad de financiación máxima de 440.000 millones de euros, según lo acordado en junio. Según Barclays Capital, este fondo ha emitido 13.000 millones hasta el momento, tiene comprometidas emisiones de deuda para poner a disposición de los tres países rescatados por 109.200 millones hasta 2014 y necesita otros 35.000 para garantizar la deuda que se utilizará en el canje “voluntario” de los bonos griegos. En total, 157.5000 millones de euros. Según estas cuentas, quedarían 282.500 millones de euros. ¿Suficiente para España?
De acuerdo con las cifras que proporciona el Tesoro, en 2012 España afronta vencimientos por 88.900 millones de euros, en 2013 por 60.360 millones y en 2014 por 49.700. Casi 170.000 millones. De estos vencimientos, 42.000 millones corresponden a letras de plazos inferiores al año. Además, el Estado debe financiar el déficit corriente, que será del 4,4% en 2012, del 3% en 2012 y del 2,1% en 2013. Por redondear, esto puede suponer unos 100.000 millones de euros. Así, la necesidad de financiación de España sumaría 270.000 millones hasta 2014 (228.000 si se admite que las letras se sigan vendiendo en el mercado) para un fondo con 282.500 millones. La primera alternativa agotaría el EFSF en un 98%. La segunda dejaría un margen de menos de 60.000 millones. Escaso, porque el EFSF está habilitado para hacer préstamos bilaterales y comprar deuda y porque las previsiones en los planes de ajuste no suelen cumplirse al 100%. Y aquí habría cuatro países que deben cumplir.
En otras palabras, el fondo actual apenas da de sí para rescatar a España. Y una ampliación sería política y financieramente compleja. Los países rescatados dejan de aportar sus garantías al EFSF, con lo que la aportación de terceros debería aumentar proporcionalmente. Alemania comprometió 119.000 millones, el 27% del total. Si, además de Grecia, Irlanda y Portugal hay que rescatar a España, su contribución pasaría al 33,4%. Además, para que el EFSF tenga rating de triple A, cuando el fondo emite deuda los Estados aportan avales equivalentes al 165% de las emisiones del EFSF; así, si emite 440.000 millones, se deben avalar 780.000. En este caso, Alemania avalaría 257.000 millones y Francia 195.000. Eso antes de una eventual ampliación.
Por si fuera poco, resulta difícil de creer que si España es rescatada, los mercados no ahogasen a Italia, con más deuda en circulación. Obviamente, el rescate de España e Italia a un tiempo es implanteable; la contribución alemana en el fondo se dispararía al 43%, y la francesa al 33%, y el fondo tendría que ser probablemente más que duplicado.
En otras palabras, el rescate de España supondría incurrir en un coste financiero y político inasumible para los Gobiernos de Francia y Alemania, y eso para llegar a una solución cogida con pinzas. Tanto Italia como, sobre todo, España, son solventes en términos de deuda pública. La solución más eficiente sería, además obviamente de cumplir los objetivos de déficit e intentar mejorar en términos de crecimiento, evitar que la presión de los mercados sobre los tipos de interés de la deuda dañe en exceso la solvencia de estos países. Si el mercado no se calma solo, la intervención en los mercados, ya sea del EFSF (aún no puede), ya sea del BCE sería la medida a tomar. Y, si esto tampoco funciona, se puede optar por un rescate descafeinado, es decir un préstamo puente que haga frente a tensiones de liquidez y no obligue al país a acudir al mercado durante un tiempo. España no es Grecia, ni podrá serlo.