Descubiertos nuevos datos de Urano que pueden cambiar todo lo que se cree de él
Eso sí, algunas opciones si se confirman pueden generar dudas entre los usuarios
Cuando la sonda Voyager 2 se convirtió en la primera en sobrevolar Urano en 1986, redefinió el conocimiento de los astrónomos sobre este gigante helado. Sin embargo, los datos que recopiló también introdujeron nuevos misterios que han desconcertado a los científicos durante décadas.
Recientemente, un nuevo análisis de estos datos reveló que la Voyager 2 pasó cerca del planeta en un evento raro, lo que sugiere que nuestra comprensión actual de Urano pudo haberse formado por una coincidencia estelar excepcional. Los resultados, publicados en la revista Nature Astronomy, podrían resolver algunos de los enigmas planteados por las lecturas inusuales de la sonda tal y como explican: “el Voyager 2 vio a Urano en condiciones que solo ocurren alrededor del 4% del tiempo”, explicó Jamie Jasinski, autor principal del estudio y físico espacial del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California.
Un planeta lleno de rarezas
Las observaciones de la magnetosfera de Urano sorprendieron a los astrónomos, quienes consideraban a este planeta (que rota de lado) un caso atípico en comparación con otros grandes planetas del sistema solar, como Júpiter, Saturno y Neptuno. Los datos de Voyager 2 mostraron que esta albergaba cinturones de radiación de electrones poderosos, una intensidad inesperada similar a la de las bandas de radiación masivas que rodean a Júpiter. Como planeta más grande de nuestro sistema solar, este último tiene un campo magnético 20.000 veces más fuerte que el de la Tierra, atrapando partículas cargadas y acelerándolas a velocidades extremas, lo que genera radiación intensa que bombardea a sus lunas cercanas.
Sin embargo, en el caso de Urano, no se detectó una fuente clara de partículas energéticas para sostener y aumentar la intensidad de sus cinturones de radiación. Esto fue particularmente extraño, ya que el plasma, o gas ionizado, es un componente común en las magnetosferas de otros planetas, pero aparentemente no abundaba en la de Urano. Los astrónomos también quedaron perplejos por la falta de plasma, dado que cinco lunas heladas del planeta se encuentran dentro de la magnetosfera y, en teoría, deberían estar generando iones dentro de esta burbuja magnética. Esto llevó a los científicos de Voyager a suponer que eran geológicamente inactivas.
Los nuevos datos sobre Urano
Un nuevo análisis de los datos de Voyager 2 reveló que Urano experimentó un fenómeno cósmico poco común justo antes del sobrevuelo de la sonda. Días antes, una potente tormenta de viento solar agitó el clima espacial en todo el sistema solar, impactando en Urano y comprimiendo dramáticamente su magnetosfera -y probablemente expulsando parte del plasma-. A su vez, este fenómeno también hizo que Urano se volviera más dinámico, alimentándola con electrones y reforzando sus cinturones de radiación, según el nuevo estudio.
Estos hallazgos también sugieren que algunas lunas de Urano podrían ser geológicamente activas, ya que, antes de la interferencia solar, probablemente liberaban iones en la magnetosfera que luego fueron desplazados temporalmente. “Resaltamos que nuestro conocimiento del sistema de Urano es muy limitado, y nuestro análisis muestra que cualquier conclusión derivada del sobrevuelo de Voyager 2 es, por tanto, provisional”, mencionaron los autores en su estudio. Incluso, afirman lo siguiente, “sugerimos que los descubrimientos realizados por Voyager 2 no deben considerarse representativos de la magnetosfera típica de Urano”.
Si el conocimiento que tenemos de Urano se basa en un sobrevuelo realizado en condiciones poco comunes, podrían existir razones de peso para estudiar de nuevo a este gigante helado. El telescopio espacial James Webb ya ha proporcionado nuevos datos sobre Urano, revelando sus anillos ocultos, lunas, clima y atmósfera.
Afortunadamente, enviar una misión dedicada a estudiar Urano se ha convertido en una prioridad para la NASA. Según un informe de 2022, se recomendó como próxima gran misión la primera sonda y orbitador exclusivamente para Urano. Esta misión podría lanzarse a principios de la década de 2030 y, en su recorrido orbital, llevaría una sonda para explorar su atmósfera.