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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La alimentación y la tecnología

Es urgente volver a extremar la imaginación y el enfoque sobre cómo las nuevas soluciones pueden ayudar contra el hambre

Comer insectos

Esta es la décima publicación regular de Nausika desde su constitución. En ellas nos hemos parado a reflexionar sobre como la tecnología ha impactado en diversos ámbitos de la actividad humana y en los detalles en los que ha jugado un papel especial para el bien común.

Hoy queremos llamar la atención del lector sobre una de las facetas más cercana a la práctica cotidiana de la ciudadanía: su alimentación, y cómo su especificidad está influyendo en pequeños y grandes aspectos sobre su calidad de vida.

Es relevante destacar que, siendo la alimentación algo tan pegado al día a día de los habitantes del planeta Tierra, hubo que esperar al año 1956 para que se crease la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), una entidad supranacional que se ocupase de combatir el hambre y el derecho a una nutrición adecuada. Es bien elocuente la declaración de su misión actual, que se resume en los siguientes puntos: Actuar como foro neutral para negociar políticas alimentarias; luchar contra la pobreza y el hambre, y promover la nutrición; modernizar la agricultura, la pesca y la silvicultura, especialmente en países en desarrollo; promover sistemas alimentarios sostenibles y la seguridad alimentaria para todos.

En sus primeros años de vida, entre 1945 y 1965, la FAO se centró en expandir la producción agrícola, seriamente afectada tras la Segunda Guerra Mundial. En el siguiente período (años 1965-1985), los aspectos medioambientales ocuparon buena parte de sus deliberaciones, que se vieron seguidos en el período 1985-2005 de una visión más global e integral. Es en el tiempo transcurrido entre 2005 y 2025 en el que la innovación y la tecnología han centrado su atención, por el convencimiento de que ambos vectores son los motores de una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor.

La publicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y particularmente el que se denominó hambre cero, fue relevante para que en los primeros años de este período se alcanzasen grandes progresos en el combate contra el hambre en el mundo. Profundas modificaciones en la pobreza en países como China e India, o la reducción del hambre en el Cuerno de África, permitían en las primeras décadas del siglo ciertas dosis de optimismo, si bien matizado por la realidad contrastada de que 3.000 millones de personas en el mundo no se podían permitir una dieta saludable básica y de que se calculan en cifras de 400.000 millones de dólares anuales las pérdidas y desperdicio de alimentos.

La aparición de la pandemia de covid-19 y la proliferación de los conflictos que asolan el planeta en entornos tan sensibles a la producción alimentaria como Ucrania, considerado el granero del planeta, o las reiteradas guerras de Siria, Sudán o Yemen, han vuelto a agravar de forma urgente el conflicto que padecemos para alimentar de forma eficaz al planeta.

Es por lo tanto urgente volver a extremar la imaginación y el enfoque sobre cómo las nuevas soluciones tecnológicas nos podrían permitir avanzar en tan deseado objetivo. Algunos ejemplos de esta realidad se enuncian a continuación: la mejora sustancial de la observación de la Tierra desde el espacio, que permitirá contratos inteligentes conectados con datos meteorológicos generados por satélite; el seguimiento mediante sensores remotos de la productividad del agua en forma de biomasa; las plataformas interactivas para la gestión de sistemas postcosecha; o los seguros agrícolas que incorporan la tecnología de cadenas de bloques. Casos de uso de estas innovaciones ya se están diseñando, y en algunos casos poniéndose en práctica para mejorar de forma acelerada las formas en las que explotamos en la actualidad nuestras cosechas.

Otro elemento que seguro ha de tener un gran impacto en la optimización de nuestras apuestas es el que se deriva de la aplicación de la inteligencia artificial en este terreno específico del agro y la alimentación. Se esperan grandes mejoras en este ámbito agrícola como consecuencia del uso de equipos que puedan adaptarse mejor a las necesidades del momento (como tractores autónomos), mejoras en procesos orgánicos (optimización del crecimiento de cultivos) o detección de plagas y enfermedades.

También para que su aplicación se ajuste al mejor uso se ha publicado el Llamamiento de Roma, que define los rasgos de una ética de la IA para estos segmentos: 1. Transparencia: en principio, los sistemas de IA deben poderse explicar.

2. Inclusión: deben tenerse en cuenta las necesidades de la totalidad de los seres humanos para que todos puedan beneficiarse y puedan ofrecerse a todas las personas las mejores condiciones posibles para expresarse y desarrollarse.

3. Responsabilidad: quienes diseñan e implantan el uso de la IA deben guiarse por la responsabilidad y la transparencia.

4. Imparcialidad: al crear o actuar no deben tomarse como guía los prejuicios, a fin de salvaguardar la imparcialidad y la dignidad humana. 5. Fiabilidad: los sistemas basados en la IA deben poder operar de forma fiable.

6. Seguridad y privacidad: los sistemas basados en la IA deben operar en condiciones seguras y respetar la privacidad de los usuarios.

En el entorno mismo de los cambios a acometer en el terreno de lo que se ha de producir, la FAO ha identificado 44 innovaciones emergentes, entre las que se incluyen, entre otras, los insectos comestibles, los alimentos impresos en 3D o la agricultura en ambientes controlados. También se cuenta con la utilización intensiva de elementos poco consumidos a nivel mundial y que podrían equilibrar la demanda y su disponibilidad. Entre ellos destacan algunas grasas y aceites alternativos (el túcuma), cultivos subutilizados (el mijo de Cisne) o los insectos antes citados.

En España, y bajo el pilotaje de la Plataforma Tecnológica Española Food for Life Spain, se han identificado las líneas que han de ocupar nuestra atención para converger con esas líneas planetarias de preocupación. En concreto, y de forma muy resumida, se contemplan actuaciones precisas en la nutrición con precisión, las dietas asociadas al envejecimiento, la alimentación dirigida a mujeres en la etapa perimenopausia, los alimentos dirigidos a la reducción del estrés y un largo etcétera.

Estamos, en resumen, ante un escenario con grandes retos, pero para cuya superación la tecnología puede y debe ser un gran aliado. Va a depender de la intensidad con que decidamos acometer las innovaciones conocidas, y eso se muestra, en lo concreto, con las políticas que se formulen en los próximos años. He aquí la responsabilidad de usar la tecnología disponible para su buen uso.

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