Las claves: colgados de unas pocas nubes
La realidad subyacente a estos sucesos es que internet depende de un puñado de empresas, fundamentalmente estadounidenses
La multinacional estadounidense de infraestructura web y ciberseguridad Cloudflare experimentó ayer un fallo global que dejó sin funcionar varias páginas, como la red social X, Canva o ChatGPT. Muchos usuarios se vieron sorprendidos por la caída, que les dejó sin poder debatir amigablemente en la red social otrora del pajarito; sin poder hacer una invitación de cumpleaños o sin poder realizar su diaria sesión de terapia con una enorme base de datos.
Chascarrillos aparte, este evento no puede sino recordar al fallo mundial de Amazon Web Services el mes pasado, cuyas consecuencias llegaron a afectar al tráfico aéreo mundial. La realidad subyacente a estos sucesos es que internet –y, por tanto, casi todo– depende de un puñado de empresas, fundamentalmente estadounidenses, y sus caídas provocan reacciones en cadena nada desdeñables. Otro aviso más a navegantes, especialmente para las autoridades del Viejo Continente, de que los huevos están depositados en pocas y potencialmente peligrosas cestas.
El apagón y la pregunta del millón de dólares
¿Quién tuvo la culpa de que España se sumiera en la oscuridad el 28 de abril? Esa es la pregunta del millón de dólares que sigue sobrevolando al sector eléctrico. Las acusaciones vuelan entre eléctricas, el operador y el Ejecutivo. Ayer, el consejero delegado de Redeia cargaba contra las compañías y alertaba de irregularidades “que alguien tendrá que explicar”. El Ejecutivo, por su parte, repartió responsabilidades entre todos los actores del conflicto (salvo consigo mismo). La cuestión, más allá de responsabilidades políticas, estéticas o reputacionales, es la responsabilidad económica de todos los daños ocasionados por el apagón. Mucho más de un millón.
La liberalización del tren ha traído mejores precios, pero también menos garantías
La modificación del Proyecto de Ley de Movilidad Sostenible para que Renfe recupere las compensaciones a los viajeros por retrasos de 15 minutos, idea del PP, se ha encontrado con la resistencia del Gobierno, que cree que pondría a la compañía pública en desventaja respecto a Ouigo e Iryo, al obligar a la firma a subir el precio de los billetes. El debate señala la dificultad para equilibrar calidad y precio, y resalta también la cortedad de miras de quienes solo se fijan en lo positivo o en lo negativo de la liberalización del sector ferroviario. La llegada de nuevos actores ha venido acompañada de una reducción notable de los precios, pero también de las garantías para los usuarios. La necesidad de inversión en infraestructuras es la cuestión de fondo.
Las claves
He dejado claro [a China] que, si fuera necesario, se tomarían decisiones a nivel europeo para proteger mejor nuestros mercados. Me gustaría evitarlo, pero al final, los europeos –y los alemanes– no debemos quedarnos atrás. Es crucial que Europa no presente voces diferentesLars Klingbeil, ministro de finanzas alemán
Las marcas tienen vida más allá de su conversión en nombres genéricos
Hay nombres que tienen vida más allá de su conversión en genéricos. Hay términos tan populares que definen un tipo de producto, y no solo una marca. Es el caso de Termo, Jacuzzi, Polo o Rimmel. Con el tiempo, acaban siendo recogidos por la Real Academia en el diccionario, en minúsculas, eso sí. El Tribunal Supremo acaba de recordar la importancia de las mayúsculas en las marcas registradas. En concreto, que no se puede usar libremente Donut, estimando así el recurso de casación de Bimbo contra el uso de su marca por parte de Atlanta Restauración Temática. Aunque esta aduce que la palabra está recogida en el diccionario, el tribunal señala que lo está, pero en minúsculas y con tilde, como corresponde a su vida paralela como genérico.