Ir al contenido
_
_
_
_
Perfil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El CEO de Strava quiere poner a Wall Street a correr (y a compararse)

Michael Martin, máximo ejecutivo de la popular plataforma, prepara su salida a Bolsa en Estados Unidos

Pierre Lomba

Hay un dicho muy popular entre los corredores: “Si no sale en Strava no ha ocurrido”. La aplicación deportiva, que permite mostrar a amigos y no tan amigos los entrenamientos que uno ha realizado, está de moda. Su éxito bebe de la fiebre por el deporte originada en la pandemia, así como de varias actitudes que los profesores nos recomendaron no hacer en el colegio: presumir y compararse. El consejero delegado de la start-up, Michael Martin, fichado hace poco más de un año para llevar a la firma al siguiente nivel, avanzó hace unas semanas que el próximo paso será dar el salto a la Bolsa.

Aunque estudió Administración de Empresas en la Universidad del Sur de California, la extensa carrera de Martin ha estado fundamentalmente ligada a la tecnología y al desarrollo de productos digitales. En 1995 fundó en San Francisco una start-up tecnológica que proveía servicios a marcas como Apple o BMW, en la que estuvo siete años. Tras una corta experiencia en otra firma, dio el salto a su primera multinacional: Disney. Esta experiencia le valió en 2013 su fichaje por el grupo de televisión NBC, donde desarrolló su app. De ahí a Nike, en 2019, donde fue el responsable de productos digitales, incluida su aplicación, así como la cabeza del grupo en China, uno de sus principales mercados. Y, por último, antes de su salto a Strava, fue el responsable de shopping de YouTube.

Martin fichó en 2024 por la start-up deportiva –tras un proceso de búsqueda de un año–, pero su idilio con Strava había comenzado mucho antes de asumir su dirección, como usuario. Según recoge el Wall Street Journal, el empresario llegó a competir en natación cuando estaba en el instituto, en Pittsburgh (Pensilvania), y solo salía a correr como castigo de su entrenador. Muchos años después, en 2016, volvió a intentar el running, con poco éxito porque, dice, las aplicaciones que usaba no arreglaban el problema de la soledad del corredor. Hasta Strava, donde se encontró a todos sus amigos: “Eso realmente cambió las cosas para mí”.

El postureo, clave

Es en el carácter social donde radica la clave del éxito de la start-up, fundada en 2009 por Mark Gainey y Michael Horvath, dos exintegrantes del equipo de remo de Harvard. Este último fue consejero delegado hasta delegar, valga la redundancia, el poder en un ejecutivo de fuera de la casa. Correr, nadar o ir en bici puede ser algo solitario, pero que tiene un cierto atractivo si uno ve quién corre, quién nada o quién va en bici, por dónde y en cuánto. Y eso incluye a los mejores atletas del mundo, que también suben sus entrenamientos, como si de prescriptores de las redes sociales se tratase.

De hecho, es tal la obsesión por exhibirse que, en los más de 15 años de vida de la aplicación, ya han surgido páginas para falsear los datos y presumir de entrenamientos ficticios ante pares. Este es uno de los retos que ha tenido que asumir Martin, que comentaba en una entrevista del año pasado el uso de inteligencia artificial para poder localizar a los tramposos que usan estas herramientas, o algunas menos sofisticadas, como valerse directamente de bicicletas eléctricas para destrozar récords en ascensos míticos. Otro fue, a pesar de su aparente simplicidad, la introducción de un “modo oscuro”, que les trajo no pocos dolores de cabeza.

Strava vive –y padece– de ese postureo: en verano de este año, un periódico sueco desveló que los guardaespaldas de la familia real sueca y del primer ministro subían sus entrenamientos a la aplicación, desvelando la ubicación de sus protegidos. Y, ya en 2018, años antes de la llegada de Martin, analistas militares avisaron de que las rutinas deportivas de los soldados estadounidenses estaban revelando las ubicaciones de bases en Oriente Próximo.

Con sus derivas negativas, Martin ha decidido apostar por ese valor social, que tantos usuarios les ha aportado: cuentan, según sus propios cálculos, con más de 120 millones en más de 190 países. Con él, la aplicación ha introducido también un chat, y ya rivaliza con las plataformas para ligar más populares. Su propio informe anual lo afirma: “Los clubs de running son las nuevas discotecas”, y añade: “Los resultados muestran un enorme aumento de los clubes de running y las actividades en grupo, y revelan que establecer relaciones sociales es la principal motivación para hacer ejercicio”.

Sin embargo, llegados a este punto, el mayor reto de Strava no es tanto crecer en usuarios, como en mejorar la experiencia y atraer más personas a su servicio de pago, incrementando así los ingresos. Además, la start-up es líder de su sector, pero no le faltan rivales –uno de los más importantes es Nike, la antigua compañía de Martin– y cuenta con algunas amistades peligrosas: Garmin, conocida por sus relojes digitales para medir los entrenamientos, es al mismo tiempo aliado y competidor. Muchos usuarios usan sus dispositivos para registrar sus carreras y luego subirlos a la app de Strava a través del software Garmin Connect. Sin embargo, Garmin ha amenazado a Strava con desconectar las dos plataformas, a menos que esta muestre de forma visible en sus resúmenes que el entrenamiento ha sido realizado con uno de sus dispositivos. Strava, por su parte, lo considera publicidad encubierta.

Con este panorama afronta la firma liderada por Martin su salida a Bolsa. La empresa hace tiempo que se considera un unicornio –el calificativo de aquellas firmas emergentes que superan la valoración de 1.000 millones de dólares– y, de hecho, en mayo levantó una ronda de financiación que les permitió, según sus propios cálculos, superar los 2.000 millones. El reto no es menor: en los parqués, como los runners en la aplicación de Strava, la compañía encontrará un escrutinio constante de su actividad, de sus resultados y de las decisiones de sus directivos. Una carrera de fondo donde se verán comparados continuamente con sus rivales. Ya pueden llegar bien entrenados.

Corredor solitario

Martin redescubrió el correr gracias a Strava, pero trabajar en la firma le ha vuelto a convertir en un corredor solitario. Cuenta que le encantaría participar en alguno de los populares clubes para correr que hay por su zona, pero, cada vez que lo intenta y cuenta dónde trabaja, el entrenamiento se para y todo el mundo le empieza a hacer consultas y requerimientos para mejorar la aplicación. El líder de la plataforma social por excelencia para hacer deporte se ve, pues, obligado a ser asocial.

Sobre la firma

Pierre Lomba
Redactor de la sección de Economía. Graduado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París. Después de ejercer la abogacía, realizó el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

_
_