Lecciones para una nueva era de fusiones bancarias
Los inversores no han hecho un drama del error de cálculo del BBVA


Las acciones del BBVA respondieron el viernes con una subida del 6%, que llegó a ser del 10% –la mayor intradía en cinco años–, al fracaso estrepitoso de su opa sobre el Sabadell. Es el consuelo para un proyecto fallido en el que Carlos Torres puso toda la carne en el asador, pero con una oferta económica que se quedó corta. Los inversores no han hecho un drama del error de cálculo del BBVA, que confió en contar con el apoyo de los accionistas institucionales y subestimó la expectativa que había creado la posible segunda opa en metálico a mejor precio. Tanto para institucionales como para minoristas, esperar bien podría merecer la pena.
Pese al fracaso en el intento –el segundo en el historial del presidente del BBVA–, la entidad no va a perder el favor de los inversores, como ya se ha visto en su primera reacción. Los títulos del banco, condicionados también por las operaciones de los fondos oportunistas, se han sacudido la presión de la incertidumbre y se benefician de una perspectiva favorable más concreta. El BBVA reaccionó de forma inmediata, anticipando una retribución al accionista mareante, de 36.000 millones de euros hasta 2028, y un objetivo de rentabilidad del 22%.
El fracaso de la opa deja valiosas lecciones a nivel financiero, todo un aviso a navegantes para próximos intentos. De entrada, ha vuelto a revelarse la ley no escrita de que las opas hostiles difícilmente prosperan en banca. Y mucho menos si el asalto no se ha da sobre una entidad en una posición de debilidad, sino sobre una con recursos para contraatacar. El Sabadell de 2025 no es el Sabadell de 2020, cuando el BBVA intentó un acercamiento amistoso que tampoco cuajó. Los menos de 2.000 millones de capitalización de entonces se han convertido en más de 16.000 millones. El viento de cola operativo (merced al entorno de tipos, la salud de la economía y la fuerza comercial) ha permitido a la entidad desplegar una defensa millonaria, prometiendo hasta el 40% de su valor en dividendos.
Esta misma fortaleza operativa es la principal línea de defensa del presidente del BBVA, Carlos Torres, tras un resultado de la opa que refleja la mejorable gestión de esta. Los dos bancos pueden ganar mucho dinero cada uno por su lado, y repartirlo con sus accionistas. En un contexto así, el incentivo para fusionarse es escaso. Más allá de obstáculos políticos, no menores, comprar un banco es hoy día más desafiante. Y, si se intenta a las malas, la oferta debe ser difícil de rechazar.

