Merz no tiene tiempo que perder para reformar las pensiones y recortar el gasto social
Si lo hace ahora, puede que los alemanes no lo tengan en mente cuando vuelvan a las urnas, en 2029

Friedrich Merz sigue esperando buenas noticias. Según las previsiones oficiales, Alemania solo crecerá un 0,2% este año, y las esperanzas de que el plan de gasto en infraestructuras de 500.000 millones de euros impulse la confianza empresarial están cayendo. La vacilación del Gobierno a la hora de aplicar reformas contribuye al pesimismo.
Un reciente informe de los cinco principales institutos económicos del país confirma que el abandono parcial del freno de la deuda sacará a la economía de una recesión de tres años. Alemania crecerá al menos en línea con la media de la UE. Pero, más allá de los dos próximos años, una vez haya pasado la primera oleada de gasto, los problemas estructurales volverán a pesar.
Algunas de las reformas de la agenda del Gobierno no deberían de plantear problemas políticos graves, como la racionalización de las regulaciones excesivas o la adaptación del Gobierno a la era digital. Pero en el centro de la debilidad económica están las malas perspectivas demográficas y el peso cada vez mayor de las pensiones y el gasto social relacionado, que frenan el empleo y la inversión.
La cuña fiscal de Alemania –el porcentaje de los impuestos sobre la renta y la seguridad social que pagan los empleadores y los empleados, respecto a los costes laborales totales– es la segunda más alta de la OCDE, con un 48%. Según el economista Martin Werding, de la Universidad del Ruhr, será del 53% en 2050. Se prevé que el número de alemanes en edad de trabajar por cada pensionista baje de 3 a 2. Merz ofrece incentivos fiscales para que las personas mayores sigan trabajando más tiempo. Pero reducir la carga sobre el trabajo requerirá reformas más impopulares, como retrasar la edad de retiro y recortar el gasto social. Si se adoptan ahora, puede que los votantes ya no las tengan en mente cuando vuelvan a las urnas en 2029.
La última gran reforma en Alemania, la reestructuración del mercado laboral de Hartz, fue promulgada por Gerhard Schröder hace más de 20 años, poco antes de las elecciones. Convirtió su economía en la más fuerte de Europa, pero fue tan impopular que perdió frente a Angela Merkel, que se benefició de los frutos. Esta vez, es la extrema derecha la que más puede beneficiarse. Si Merz quiere evitar el destino de Schröder, no tiene tiempo que perder.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

