El plan de la UE sobre la transferencia de tecnología podría salir por la culata
Bruselas quiere obligar a las empresas a compartir conocimientos para invertir en la región
Bruselas corre el riesgo de sobrepasarse con China SA. La UE está valorando obligar a las empresas a compartir tecnología y conocimientos técnicos a cambio de la oportunidad de invertir en la región, dijeron el martes el responsable de Comercio del bloque y el ministro de Exteriores danés. Pero este tipo de planes tienen un historial desigual y podrían ahuyentar a los chinos.
El objetivo es evitar que los gigantes manufactureros del país asiático “abrumen” a las industrias del continente, informa Bloomberg. Sobre el papel, Europa debería de tener influencia, especialmente en el automóvil: las ventas de coches de la UE superaron los 10 millones el año pasado. Conseguir cuota de mercado es atractivo para BYD o Geely, que afrontan exceso de capacidad y una guerra de precios en su país. Además, la propia China ha demostrado que las transferencias tecnológicas a veces pueden tener éxito. Su tren de alta velocidad se benefició de las empresas conjuntas con Alstom y Siemens. Apple dedicó recursos al desarrollo de toda una cadena de suministro que ha convertido el país en una potencia electrónica.
Pero su industria del motor es un ejemplo aleccionador. Aunque Pekín ahora permite a los fabricantes establecer plantas por su cuenta, durante décadas las mayores marcas, incluidas Volkswagen y Toyota, solo podían entrar en el país si formaban empresas conjuntas con actores respaldados por el Estado, como Dongfeng y Guangzhou Auto. Pero estas joint ventures no han logrado ser competitivas ni a nivel mundial ni nacional; solo tres de ellas están entre las diez primeras de China en ventas de vehículos de alto consumo de combustible; lo mismo ocurre con los eléctricos.
Pekín también protege ferozmente a sus paladines nacionales. En 2024, el Ministerio de Comercio se reunió con 12 automovilísticas y les aconsejó, según Bloomberg, que usaran estrategias como meramente montar sus vehículos en el extranjero para evitar divulgar involuntariamente sus secretos.
Al igual que en el caso de Apple en China, puede producirse cierto nivel de transferencia de tecnología sin que el Gobierno fuerce las cosas. Un enfoque severo también conlleva el riesgo de una cara confrontación. Las inversiones extranjeras directas de China en la UE y Reino Unido superaron en 2024 los 10.000 millones de libras (11.500 millones de euros, al cambio actual), lo que supone un 47% más, según Rhodium Group. Un plan más eficaz podría ser animar a las firmas chinas a invertir en y desarrollar las cadenas de suministro y los conocimientos técnicos de fabricación europeos.
El accidente de Xiaomi
Un accidente mortal ocurrido el lunes, en el que se vio envuelto uno de los sedanes eléctricos de Xiaomi, borró hasta un 9% de su valor de mercado. Es la segunda vez este año que uno de sus vehículos sufre un accidente mortal de gran repercusión. Ello expone los riesgos de la reciente apuesta del fabricante de móviles por hacer coches inteligentes. Pero, al menos por ahora, las consecuencias parecen manejables.
El coche, identificado como un Xiaomi SU7 Ultra en las imágenes de la escena, chocó contra otro vehículo antes de incendiarse, según el medio Yicai. Las imágenes mostraban a los transeúntes intentando sin éxito liberar al conductor, informó Bloomberg, lo que despertó temores sobre la seguridad del sistema electrónico de puertas del coche.
La incursión de Xiaomi en los eléctricos se ha convertido deprisa en un motor de crecimiento. Los analistas, según Visible Alpha, prevén que los ingresos de la unidad se tripliquen hasta los 14.000 millones de dólares este año, lo que supone un quinto de la facturación de la firma, y pese a que no vendió su primer coche hasta 2024. El negocio también está a punto de ser rentable, según los analistas de Bernstein.
La capacidad percibida de Xiaomi para evitar defectos mortales tendrá un impacto directo en las decisiones de compra. El jefe, Lei Jun, también aspira a llevar sus coches al extranjero, con planes de entrar en Europa; enfrentarse cara a cara con veteranos como BMW en su propio terreno será aún más difícil si los posibles compradores dudan de las credenciales del coche.
El momento también es delicado por otras razones. Pekín está endureciendo los controles sobre el sector para frenar el exceso de capacidad y salvaguardar los estándares. Pero es pronto para decir si Xiaomi es responsable de la tragedia. El conductor, que falleció, es sospechoso de conducir bajo los efectos del alcohol. Incluso si el coche fuera el culpable, las crisis anteriores solo han sacudido la confianza a corto plazo.
Toyota, por ejemplo, se recuperó de su escándalo de frenos defectuosos, que llevó al entonces presidente Akio Toyoda a disculparse ante el Congreso de EE UU en 2010. En 2012, volvió a ser el mayor fabricante del mundo por ventas. Y Xiaomi no es el único que afronta preguntas sobre el diseño de las puertas. El mes pasado, los reguladores de EE UU abrieron una investigación sobre las del Model Y de Tesla, y los organismos de control chinos publicaron un borrador de normas que exigen sistemas de apertura mecánicos. Aunque el incidente supone una advertencia para los inversores, Xiaomi tiene muchas posibilidades de superar las consecuencias.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías