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El caos presupuestario de Francia carece de gendarmes europeos

Con los mercados tranquilos y Bruselas y el BCE sin voluntad de intervenir, el país no tiene incentivo para controlar su deuda

Francia ha cambiado la probabilidad de un caos político inmediato por la certeza de una prolongada crisis fiscal. El primer ministro Sébastien Lecornu cedió el martes la mayor parte de la responsabilidad presupuestaria al ruidoso Parlamento. También anunció la suspensión de la histórica reforma de las pensiones de Emmanuel Macron. Con los mercados tranquilos y la Comisión Europea y el BCE sin voluntad de intervenir, el país no tiene mucha presión para controlar su deuda.

Lecornu puede haber encontrado al fin una forma de que el Parlamento apruebe algún tipo de presupuesto. Dijo a los legisladores que pueden modificar sus planes a su antojo. Su presupuesto, tal y como está, prevé unos recortes de gasto y alzas de impuestos por valor de unos 30.000 millones de euros, y tiene como objetivo reducir el déficit al 4,7% en 2026. Pero incluso esa cifra se basa en previsiones optimistas. Y Lecornu ya ha dicho que se conformaría con un 5%. Y las facciones parlamentarias enfrentadas no podrán ponerse de acuerdo en nada, salvo en más gasto o menos impuestos. La decisión de Lecornu de suspender la reforma de las pensiones también hace menos probable que la medida se aplique alguna vez en su forma actual.

Las posibilidades de que el quinto primer ministro en menos de dos años sea destituido por el Parlamento han bajado. Pero Francia seguirá en su actual situación fiscal hasta las elecciones de 2027, y más allá. Y lo hará sin mucha oposición por parte del resto de Europa. Los inversores en bonos parecen contentos de que el riesgo de elecciones anticipadas haya desaparecido: los retornos de la deuda a 10 años han caído. Y la Comisión Europea no querrá entrar en conflicto con la segunda economía del bloque en medio de una crisis política. Mientras el país mantenga la ficción de que su déficit volverá al 3% permitido por la UE en 2029, Bruselas puede seguir fingiendo que se alcanzará.

En cuanto al BCE, dispone de dos herramientas para combatir una posible crisis de deuda. Podría absorber la deuda francesa mediante las transacciones monetarias directas. A cambio, París tendría que aceptar un plan fiscal estricto. O bien, el banco central podría poner en marcha su instrumento de protección de la transmisión para contrarrestar los movimientos “injustificados” del mercado. Pero el BCE ha insinuado que no usará estas armas para ayudar a Francia a hacer frente a su errónea política, y que solo las activará si los problemas se extienden a otros países.

El mayor problema para los gendarmes fiscales de Europa es que en 18 meses no habrá un Gobierno al que influir o presionar. Lecornu ha renunciado prácticamente a sus responsabilidades presupuestarias. Y los partidos estarán demasiado ocupados con las elecciones. Este último presupuesto no evitará un ajuste de cuentas a largo plazo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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