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Se nos ve mejor desde fuera

Hay que actuar con programas coordinados y a medio plazo para que el actual ‘milagro económico español’ se consolide

La distancia parece que incrementa el atractivo de España, aunque, tal vez, sea que desde fuera se nos contempla sin los ojos cainitas y autoflagelantes que caracterizan nuestra mirada patria desde, al menos, 1808. No se entendería, de otra manera, que cada año casi cien millones de turistas decidan p...

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La distancia parece que incrementa el atractivo de España, aunque, tal vez, sea que desde fuera se nos contempla sin los ojos cainitas y autoflagelantes que caracterizan nuestra mirada patria desde, al menos, 1808. No se entendería, de otra manera, que cada año casi cien millones de turistas decidan pasar sus vacaciones aquí o que entre 2015 y 2024 hasta 300.000 millones de dólares procedentes del exterior hayan escogido nuestro país para hacer inversiones directas. Las principales agencias de rating también han mejorado recientemente la ya positiva evaluación de nuestra deuda pública como indicador de estabilidad y fiabilidad de país, a pesar de no tener presupuestos o de los diarios anuncios catastrofistas que inundan nuestras redes sociales y la actividad de la oposición, tanto la política, como la mediática. Incluso, a pesar de un Gobierno que da bandazos en función de por donde le aprieten sus voraces “socios” parlamentarios hasta el punto de perder su rumbo y actuar movido solo por el ruido mediático-electoral de la polarización permanente, como hemos visto estos días en que los políticos españoles se presentaban divididos y ardorosamente enfrentados por si lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio o una simple masacre, haciendo un ridículo más dramático que cuando tuvo lugar el célebre debate teológico sobre el sexo de los ángeles. Al parecer, todavía estamos muy lejos de que la política sea un asunto de adultos.

Se acaba de presentar en España el informe elaborado por TEHA (The European House Ambrosetti) Invirtiendo en el Mediterráneo: dinámicas comparadas entre España e Italia, que ha contado, en su consejo asesor, con Enrico Letta, Patricia Gabaldón y yo mismo, con un balance positivo a favor de España, en los nueve indicadores analizados. El mayor interés de estos análisis es que señala aquellos aspectos sobre los que mayor atención deben poner los poderes públicos, por ser aquellos en los que más se fijan los decisores, extranjeros o no, pensando en cómo mejorarlos de forma permanente entre otras cosas, porque, a pesar de que hoy podamos estar por delante de Italia, la comparación es dinámica y debemos aspirar a compararnos con los mejores en cada indicador. Y ahí, tenemos todavía mucho margen de recorrido a partir del análisis anual realizado por el mismo think tank en su Global Attractiveness Index, donde España ostenta una puntuación de 57,8 (100 es el máximo); es el país número 19 entre 146 analizados, por detrás de Italia (puesto 16), y lejos de Alemania y Holanda.

La entrada de inversión extranjera directa en los últimos años ha sido muy importante para nuestra economía, sobre todo, porque seguimos arrastrando una clara atonía de la inversión privada nacional, a pesar de los fondos Next Generation, que más parecen haber animado la inversión pública y sustituido proyectos privados ya decididos que haber jugado, como se esperaba, el papel impulsor de nueva inversión privada. La gran capacidad de resiliencia expresada por la economía española tras la pandemia, con fuertes crecimientos por encima de la media europea, ayuda a explicar el atractivo como receptor. Sin embargo, hemos consolidado un modelo de crecimiento basado en la demanda, pública y privada, en el sector servicios (turismo) y en unas exportaciones basadas en ser más baratos que otros, lo que nos ha permitido conseguir un envidiable superávit en balanza de pagos, pero que es un modelo de crecimiento muy alejado del deseado “cambio de modelo productivo”, y que puede representar una debilidad estructural a medio plazo, si alguien piensa a medio plazo.

El coste laboral y la fiscalidad empresarial no parecen ser elementos que desanimen a una inversión extranjera atraída, también, por unos precios de la energía más bajos, en parte, debido a la fuerte introducción de fuentes renovables. Las consecuencias del apagón y la nueva política de seguridad en el suministro puesta en vigor por el operador del sistema están limitando esta ventaja competitiva, pero solo en parte. El exceso de regulación y los costes burocráticos asociados a 18 Administraciones funcionando no siempre de manera coordinada es una de las ineficiencias a mejorar, junto al sistema judicial, a pesar de un desempeño aceptable –en términos comparativos- en digitalización de las Administraciones. Resalta, en el mercado laboral, la fuerte incorporación de trabajadores al sistema – muchos inmigrantes-, y el descenso del paro y de la temporalidad se compensan por el aumento de trabajadores pobres (tiempo parcial involuntario) y el paro juvenil, muy por encima de la media europea.

Mejorar el desempeño educativo y, sobre todo, ajustar más la oferta educativa a las necesidades del actual mercado laboral son dos cuestiones esenciales para avanzar en empleabilidad y mejora de la productividad, verdadero cuello de botella de nuestro crecimiento. Cuidar los factores que inciden sobre una apreciable calidad de vida (sanidad, polución, medio ambiente, urbanismo…) y aprovechar el origen hispano de buena parte de nuestros inmigrantes para facilitar su integración serían los dos últimos aspectos a considerar según el informe, que concluye con cuatro recomendaciones básicas: simplificar los procesos administrativos, reforzar la innovación y la vinculación entre empresas e I+D, mejorar de forma permanente la formación profesional y la adecuación entre lo que se enseña y lo que se necesita en el mundo laboral, así como, por último, cuidar las políticas inmigratorias, ya que serán la tabla de salvación de países, como los europeos, con pirámides poblacionales invertidas.

Nada que sea sorpresivo, ni desconocido. Pero que indica dos cosas que, tal vez, se ven mejor desde fuera: no estamos tan mal (aunque hay mucho por hacer); hay que actuar con programas coordinados y a medio plazo para que el actual milagro económico español se consolide, saltando a otra fase superior del desarrollo en la escala global de valor añadido. Tras diez años como diputado, ya sé que no ocurrirá. Pero sería importante que sus señorías debatieran este informe. A lo mejor, se llevan la sorpresa de que hay más acuerdos entre ellos de los que sus partidos les autorizan a manifestar.

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