Los españoles viven por debajo de sus posibilidades
La composición del crecimiento es más equilibrada que en el bum anterior, pero las medias esconden realidades problemáticas
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El relato de cómo la economía española se recuperó de la pandemia ha mutado. Al revisar los datos de crecimiento, el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de revelar que se había invertido por encima de las estimaciones iniciales, sobre todo en compra de software y otros activos digitales. España sí está creciendo también gracias a la tecnología, y el dato sitúa el país con la media de los europeos. El impulso público no fue tan alto como se había creído, y el sector privado jugó un papel importante. El rompecabezas cobra sentido. “Es la pieza del puzle que nos faltaba”, dice Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics. Los expertos no se explicaban un crecimiento tan sólido con esas cifras anémicas de inversión. Y parece que el efecto de los fondos europeos puede ser mayor de lo que se estaba descontando. Con todo, el principal factor que hace que la economía vaya “como un tiro”, dice el economista, sigue siendo la fuerza laboral.
A la revisión del PIB le siguió un reguero de buenas noticias. La actividad económica fue más fuerte de lo previsto en el segundo trimestre, lo que anticipa un crecimiento próximo al 3% este año, una tasa estratosférica para los países desarrollados.
Las firmas de rating, las que ponen nota a la solvencia de un país, subieron la calificación a España hasta una rotunda A que no se veía en los últimos 13 años. Para rematar el subidón de la narrativa de éxito, el INE publicó los datos de capacidad de financiación de la economía española. Esto es, si necesita endeudarse para comprar lo que necesita fuera. Y no solo no tiene problemas para conseguir financiación, es que le sobra, y está en máximos históricos, con una holgura que supone el 4,3% de la economía del país. Pero la guinda de este cóctel de noticias descoloca con otro récord: las familias españolas ahorran más que nunca, como si fueran alemanas.
Costuras
La economía seguirá creciendo dos o tres años más a buen ritmo (aunque más moderado) siempre y cuando no le estallen las costuras: demasiada población para la escasa oferta de vivienda. Le sigue faltando más inversión, sobre todo en la compra de bienes de equipo, y mejorar la famosa productividad: hacer más con los mismos recursos.
Pero la composición del crecimiento es más equilibrada que la del bum anterior. Lo dice el Gobierno, pero lo refrendan los economistas consultados. El nuevo mix dice algo muy importante: los españoles no viven por encima de sus posibilidades. Pese a la bonanza económica y los datos de empleo, las familias ahorran y deben menos. El endeudamiento de los hogares y las pymes está en niveles mínimos no vistos desde el año 2000.
“Lo que nos dicen estos indicadores es que podríamos vivir mejor”, dice Raymond Torres, economista jefe de Funcas, el centro de estudios de las cajas de ahorros. Entre 2019 y 2024, la población creció un 3,7%, y el consumo por persona tan solo un 3,6%. En los últimos trimestres hay una tendencia a la mejora real de los salarios, de la productividad, del consumo privado y de la renta real disponible per cápita (el indicador que le gusta usar al ministro de Economía para mostrar que las familias viven mejor), que indica que la bonanza comienza a llegar a los bolsillos de la gente. Pero es una tendencia muy incipiente, que puede ser cercenada por el alto nivel de incertidumbre internacional.
Desacople
Mientras, el relato de las estadísticas y la vivencia de las familias sigue su desacople. Varios elementos explican esta divergencia. Primero, una percepción sesgada, ya que en diversas encuestas el español dice que su situación es buena pero ve la economía mal. Segundo, el shock del carro de la compra, que afecta con fuerza a las familias con menos recursos, que tienen el supermercado como uno de los gastos que más pesan en su presupuesto. Los alimentos han subido un 35% desde el año prepandemia y no hay cifra macro que lo compense.
El catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra Guillem López apunta otro factor: hay colectivos muy golpeados por la subida de los alquileres que no están representados en esas “medias” estadísticas. Y, al igual que se habla de polarización ideológica, también se ve una polarización en las rentas. “Dentro de una media hay cada vez mayor varianza. Grupos que acumulan mucho patrimonio, como las personas mayores, y otros que no pueden llegar a fin de mes. Las medias ya no son representativas”. Las altas tasas de ahorro solo muestran una parte del relato. La de los ricos que ahorran. Y los otros perdedores se van quedando en los márgenes de las estadísticas, creando esta fricción entre la vida real y los datos.
La ola de migración de este bum está aquí para quedarse, sustituyendo a los jubilados, y no como en 2008, que solo alimentó a la construcción. Pero los que llegan no encuentran puestos acordes a su formación, y estas dificultades de empleabilidad también generan cierta tensión que urge combatir para no dejar que se formen nuevas bolsas de vulnerables.
Y si en el anterior ciclo expansivo la inversión en infraestructuras también era una de las claves del crecimiento, en la actualidad brilla por su ausencia, llevando a los servicios públicos, como el transporte, al límite. “Los incendios y demás calamidades muestran que estamos descuidando el capital natural que sustenta el crecimiento”, lamenta Torres. “En ese sentido, a nivel colectivo sí que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades”.
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