Las claves: la mano de Iván Redondo tras la batalla de la defensa
El antiguo confidente del presidente del Gobierno debe haber inspirado el mensaje que Santa Bárbara transmite ahora a la sociedad


La industria española de defensa vive una dura batalla entre sus dos actores más relevantes, uno extranjero y otro español. Son Santa Bárbara, propiedad del grupo estadounidense General Dynamics, e Indra, empresa que ha volcado su estrategia hacia la industria de armamento con la compra de El Tallerón a Duro Felguera y la operación en marcha para fusionarse con Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), de la familia del presidente Ángel Escribano, una operación que tiene sentido industrial pero que analiza una comisión de independientes para salvar posibles conflictos de intereses. Indra se interesó por hacerse con Santa Bárbara, pero General Dynamics no está por la labor. Y ambas están ahora enfrentadas por los futuros contratos, muy relevantes, de producción de vehículos militares terrestres que asignará el Gobierno dentro del plan de rearme de la UE. En este contexto hay que leer que Santa Bárbara haya cambiado de director general: Alejandro Page sustituirá al veterano Juan Antonio Escriña.
Esta batalla se juega también en el terreno de los lobbies: Santa Bárbara quiere tener interlocución con el Gobierno, consciente de su lastre: que es mejor para la autonomía estratégica de la UE que los contratos de armamento y material militar se asignen a empresas europeas. Hace unos meses, Santa Bárbara reclutó como lobista a Iván Redondo, antes gurú y confidente del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Redondo abandonó La Moncloa en 2021, pero mantiene una agenda de contactos más que valiosa.
Redondo debe haber inspirado el mensaje que Santa Bárbara transmite ahora a la sociedad: que es una empresa que aporta mucho a la economía española. Pero su campaña incurre en ciertas exageraciones. Asegura la compañía que sostiene más de 30.000 empleos directos o indirectos. Fuentes del sector lo cuestionan para una compañía con 1.200 empleados, lo que daría una proporción de 25 empleos indirectos por cada persona en plantilla. Según el Informe de impacto económico y social de las industrias de defensa, realizado por PwC en 2023 para la asociación del sector Tedae, cada empleo directo puede generar tres indirectos, y en otros sectores esa relación es aún más baja. Queda guerra (empresarial) por delante: hace falta afinar los mensajes. Para eso se supone que ficharon a Redondo, un peso pesado.
La Casa Blanca y Nvidia refuerzan su red de intereses industriales en torno a los chips
La estrategia de EE UU en torno a los chips sigue dando pasos de cara a potenciar una tupida y fuerte red de intereses industriales. Después de que la Casa Blanca decidiera comprar un 10% de Intel, ha sido Nvidia la que ha anunciado que invertirá en su rival, y ahora también en varias tecnológicas británicas, coincidiendo con la visita de Donald Trump a Reino Unido. La jugada es similar a la que ejecutó el gigante de los chips durante la visita del republicano al Golfo Pérsico. Se trata de crear un ecosistema de inversión en chips e inteligencia artificial que vaya aislando poco a poco a China. Esta, sin embargo, no se dará por rendida, y la experiencia con el coche eléctrico indica que bien puede acabar adelantando a la industria de semiconductores más puntera.
La frase
EE UU es incapaz de recortar su gasto, y la acumulación de deuda supone una amenaza para el orden monetario. La Casa Blanca es más consciente de ello que antes, y está siendo más proactiva. Junto con otros factores, ello determinará si estamos asistiendo al fin del imperio estadounidenseRay Dalio, fundador de Bridgewater
Las grandes pinacotecas, entre la espada y la pared por el turismo masivo
Las tres grandes pinacotecas europeas, el Louvre, El Prado y la National Gallery, afrontan reformas millonarias para adaptarlas a los tiempos modernos. Por modernos han de entenderse tiempos de cambio climático, que dificulta la conservación de las joyas que albergan y, por supuesto, turismo masivo. Los conservadores ven que los museos ya no tienen la capacidad para recibir a los millones de personas que acogen cada año sin perjudicar a las obras, y, de paso, a la experiencia de visitarlos. Ya es difícil darse un paseo por el Louvre o por El Prado sin tener que esquivar a cientos de visitantes. Este último al menos no permite las fotos. Una estrategia menos costosa sería limitar aún más el acceso a las pinacotecas, pero el coste de oportunidad quizá sea demasiado alto.

