La custodia del territorio por los estamentos locales es la mejor defensa contra el fuego
Mantener vivos nuestros pueblos y preservar los paisajes que nos definen como sociedad.

Cada verano, España arde. Solo este mes de agosto ha concentrado 20 de los más de 60 grandes incendios registrados este año en nuestro país y más de 359.000 hectáreas calcinadas, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). España es el país europeo más afectado por el fuego este año, con más de 440 municipios dañados y ayudas activadas en cinco comunidades autónomas.
Pero el fuego no solo devora bosques y paisajes, arrasa también con la base económica, social y cultural de comunidades que ya sufren problemas estructurales de despoblación, envejecimiento y falta de servicios. Por todo ello, llegados a este punto, lejos de querer hacer un artículo oportunista, resulta imprescindible analizar las siguientes cuestiones de fondo.
Más allá de las condiciones climáticas extremas, el verdadero trasfondo de esta situación es la ausencia de una custodia efectiva del territorio. Donde antes había agricultores, ganaderos y vecinos que cuidaban del paisaje, hoy quedan campos abandonados, montes sin gestión y una población cada vez más envejecida.
Dinamizar la economía rural y fijar población, una medida de seguridad ambiental. La prevención de incendios no puede limitarse a gestionar la extinción de los mismos. La verdadera protección no reside solo en el número de efectivos o en las dotaciones de los servicios de bomberos, sino en mantener vivo y cuidado el territorio.
Un territorio habitado y cuidado es, un territorio más seguro frente al riesgo de incendios. Para ello es preciso aprobar y ejecutar políticas activas que apuesten por un territorio vivo, gestionado por su propia población.
Cuando desaparecen los agricultores, los ganaderos y/o las pequeñas empresas rurales, desaparece también el cuidado cotidiano que mantenía limpio y productivo el paisaje. En este sentido, dinamizar la economía rural y fijar población no es solo una cuestión de desarrollo, sino también de seguridad ambiental.
En los últimos 30 años, la metodología Leader para el desarrollo rural participativo que empodera a las comunidades rurales para que sean los impulsores de su propio desarrollo, ha demostrado que es posible impulsar proyectos innovadores desde el entorno local, que fomenten la diversificación económica, apoyen el emprendimiento, mejoren la cohesión social y preserven en definitiva el medio natural.
Los Grupos de Acción Local (GAL) han sido motores discretos pero eficaces de esa transformación, articulando las necesidades de cada territorio y canalizando recursos europeos hacia iniciativas que, de otro modo, no habrían visto la luz.
En muchos lugares, los GAL han contribuido a recuperar oficios, revalorizar el patrimonio cultural y natural, generar empleo joven y femenino, y fortalecer el sentido de pertenencia de la población a su territorio.
Como dato cuantitativo, en los últimos 10 años, se han puesto en marcha más de 38.000 proyectos, desarrollados por los GAL, que han mejorado las condiciones de vida de más de nueve millones de españoles que habitan en el 85% del territorio nacional en diferentes tipologías (pymes, empresas agroalimentarias, hostelería y turismo, rehabilitación de edificios, recuperación y saneamiento de ríos y paisajes naturales, y ha puesto en valor más de 15.000 proyectos de turismo rural, desde rutas para bicicletas, senderismo y deporte ecuestre hasta la construcción de 197 centros de interpretación de la naturaleza, museos rurales y telecentros.
El nuevo Marco Financiero Plurianual
Ahora que la UE debate el nuevo Marco Financiero Plurianual, es imprescindible que se dote a Leader y a los GAL de herramientas específicas y financiación estable. Solo así podremos frenar la despoblación, garantizar la gestión activa de los paisajes y convertir la prevención en una estrategia real. La respuesta a los incendios no puede seguir siendo únicamente reactiva. Un territorio habitado y cuidado es, sencillamente, un territorio más seguro frente al fuego.
Se impone, por tanto, una estrategia integral que entienda que un territorio cuidado por su propia gente es un territorio más protegido. Leader y los Grupos de Acción Local han demostrado, a lo largo de más de tres décadas, que esta fórmula funciona. Lo que necesitan ahora es un mayor respaldo político y financiero para seguir cumpliendo su misión: mantener vivos nuestros pueblos y preservar los paisajes que nos definen como sociedad.