Las claves: la deuda autonómica no se libera, simplemente cambia de manos
El problema de fondo es que parece que el endeudamiento no es de nadie


Lo primero que hay que hacer al abordar la quita de deuda autonómica es llamar a las cosas por su nombre: no es una quita, porque los acreedores no renuncian a lo que les deben; la deuda, simplemente, cambia de manos. El Gobierno tiene argumentos para defender la medida (más allá de que el motivo primero fuera tan prosaico como conseguir una mayoría parlamentaria para formar Ejecutivo). Se puede sostener que el Estado en conjunto tiene más fuerza como deudor que el que tienen las regiones por sí mismas. Pero lo que no se debe es intentar engañar a la gente, como hizo ayer la vicepresidenta y ministra de Hacienda María Jesús Montero, al afirmar que “menos deuda significa más Estado del bienestar”. De nuevo: no hay menos deuda, simplemente cambia de manos.
El problema de fondo es que parece que la deuda no es de nadie: se va dando la patada hacia adelante, para que sean las próximas generaciones las que se ocupen de rebajarla. Y en esto no hay colores, porque ni PP ni Vox proponen tampoco reformas importantes en ese sentido. En EE UU, mientras, ya se habla de un impago de los bonos en el círculo de Trump.
Para Isabel Schnabel, lo más urgente es no hacer nada con los tipos
Durante años, los bancos centrales ignoraron a los halcones monetarios, manteniendo los tipos en niveles ultrabajos. Ahora son ellos los que se toman la revancha, puesto que las presiones inflacionarias aparecen por todas partes, aunque ahora se hayan tomado un respiro relativo. El envejecimiento, la transición energética y los aranceles se confabulan para advertir de que los tipos pueden volver a subir antes de lo pensado. Así lo cree Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, que cree que sería mejor no bajar ahora los tipos para volver a subirlos poco después. “A veces lo más urgente es no hacer nada”, como dicen que dijo Mariano Rajoy.
La importancia de la ley y de sus guardianes en tiempos de Trump
El caso de la gobernadora de la Reserva Federal Lisa Cook, y de su intento de despido por parte de Donald Trump, demuestra la importancia de tener normas claras y una separación de poderes que las sostenga. La ley estadounidense contempla el despido de un gobernador por el presidente siempre que existan “causas justificadas”. En Estados de derecho propiamente dichos, estos peligrosos cajones de sastre se limitan de dos maneras: primero, con la presunción de juicio y proporcionalidad que se le debe a un presidente (sic). Y, después, con un control judicial independiente, que pueda moderar estas facultades cuando su titular se extralimita. A la vista de la ausencia del primero, a Estados Unidos –y, de paso, al mundo– le interesa que el segundo funcione.
La frase
Lo que está pasando es análogo al periodo 1930-40. La intervención estatal en el sector privado [como Intel] es el tipo de liderazgo autocrático fuerte que surge del deseo de controlar la situación económica. La mayoría de la gente teme represalias si criticaRay Dalio, fundador de Bridgewater Associates
El reto de encontrar la cómoda tibieza en su casa
Con el cambio climático apretando el termómetro –para arriba y para abajo–, hay una serie de investigadores que busca, con relativo éxito, aumentar la eficiencia térmica de las casas en las que vivimos, y en las que tanto dinero nos dejamos para que no estén ni muy frías en invierno ni muy calientes en verano. La pregunta es obligada: ¿por qué las viviendas no son más eficientes térmicamente dada la evolución de las técnicas de construcción? Pues por lo de siempre: porque es más caro. Pocos debates o avances pueden ser abordados sin el prisma económico, y mucha suerte al que quiera atreverse a hacer las casas aún más caras. Hasta que esa cuestión no se resuelva, los pobres seguirán pasando frío y calor, y los demás se mantendrán en la cómoda tibieza del privilegio.

