Las claves: todo esto saldrá en los libros de historia
Resulta desesperanzador que los responsables políticos solo se atrevan a tocar ciertos temas cuando están poco menos que de salida


El primer ministro francés, François Bayrou, se juega en unos días su cargo y, de paso, su ambicioso –por recortador– proyecto de presupuestos. Y lo debe de ver tan negro que ha decidido abrir una serie de debates que ningún político con mínimas aspiraciones se atrevería a tocar, como son la herencia de la deuda pública que, dice, van a dejar los boomers a los jóvenes y, a renglón seguido, la insostenibilidad del sistema de pensiones. Bayrou defiende que las siguientes generaciones van a verse obligados a pagar “durante toda su vida” una deuda sobre la que nunca se han pronunciado, pero que ha sido asumida para la satisfacción de la generación del babyboom (y para mayor interés de una clase política que tiene clara la premisa de que para mantener el poder hay que satisfacer al mayor colectivo de votantes). Resulta desesperanzador que los responsables políticos solo se atrevan a tocar ciertos temas cuando están poco menos que de salida, y tras años de alimentar ellos mismos estos problemas. “Todo esto saldrá en los libros de historia”, decía la semana pasada el –de momento– jefe del Ejecutivo. Solo el tiempo dirá cómo.
La Bolsa siempre es muy simple si uno habla en pasado
No estar en Bolsa los mejores 10 días desde 1988 –o, lo que es lo mismo, perderse una decena de días de los más de 9.000 que han estado abiertos los mercados en ese ínterin– supone recortar sus ganancias a la mitad. La lección es doble: en primer lugar, los mercados no suelen favorecer a los cobardes –ahí están las subidas del S&P500 en los primeros días tras el confinamiento por el covid–, pero sí a aquellos capaces de esa difícil virtud que es la constancia. Y, en segundo lugar: qué fácil es dar lecciones de inversión 20 años después. No en vano, Warren Buffett solo hay uno.
La UE solo es capaz de llegar a consensos geopolíticos... si lo ordena EE UU
El objetivo original de la Unión Europea era evitar que sus miembros se hicieran la guerra entre ellos. Desde ese punto de vista, ha sido todo un éxito. El resto de los fines que han ido surgiendo dejan más que desear, porque sus estatutos obligan a un consenso total que raras veces se logra. De ahí que EE UU, por ejemplo, haya podido imponer su plan arancelario sin que Bruselas rechiste, aprovechando las diferencias de intereses comerciales entre los miembros del bloque. Así las cosas, llegar a una posición común sobre Israel, el agente de Washington en Oriente Próximo, parece una quimera. Contra Rusia sí se logró una cierta conformidad (siempre con la excepción de Hungría) porque aquella postura, recuérdese, era la de la Casa Blanca.
La frase
Estoy pasmada por la afirmación de Bayrou [de que Italia hace ‘dumping’ fiscal]. Es totalmente infundada. Confiamos en que ahora Francia se una a Italia para tomar medidas contra los países de la UE que siempre han aplicado un ‘dumping’ fiscal sistemático, con la complacencia [de otros]Giorgia Meloni, primera ministra de Italia
El maremágnum de competencias no se arregla solo creando nuevos organismos
Pedro Sánchez presentó ayer una serie de medidas para afrontar el calentamiento global, en parte motivadas por los recientes y graves incendios. La propuesta agencia estatal de protección civil y emergencias, para coordinar la gestión, pretende encauzar el maremágnum de competencias de las Administraciones, que los ciudadanos son incapaces de entender. Por ejemplo, el salario de los bomberos forestales depende de los presupuestos autonómicos; pero algunos de ellos están contratados a través de Tragsa, empresa pública estatal, y, por tanto, sus sueldos dependen también del convenio con esta.
Pero más eficaz que crear organismos sería que partidos y Administraciones dejaran de aprovechar cualquier oportunidad para acusarse mutuamente de no hacer las cosas bien.

