Ir al contenido

La complacencia del mercado ante el asalto a la Fed

La confianza en que Trump siempre se echa atrás es pan para hoy y hambre para mañana

Subestimar a Donald Trump es un error que, no por repetido, es menos frecuente o sale menos caro. Hace unos meses se popularizó la expresión TACO, Trump Always Chicken Out, Trump siempre se acobarda, después de que la Casa Blanca decretara una tregua de tres meses en los aranceles unilaterales (lejos estaban de ser recíprocos) y reculara en sus intenciones de despedir a Je­rome Powell de la Reserva Federal. Habría que debatir si se acobarda, si iba inicialmente de farol o si cambia de estrategia. Mientras en los aranceles aún no sabemos cómo será el panorama final (quedan pendientes negociaciones y resoluciones judiciales), en el asalto a la Reserva Federal el presidente ha optado por una vía menos rápida, pero, en el fondo, más peligrosa para la independencia del banco central.

El despido de Lisa Cook, en caso de concretarse, abre la puerta a un cambio de equilibrios en la Reserva Federal que va más allá de si recorta los tipos de interés en un cuarto de punto o en medio. Algo que es posible gracias al calendario de renovaciones del presidente y de los gobernadores regionales, además de a la sorpresiva renuncia de uno de los miembros del consejo de gobierno. Trump aspira a una mayoría en este consejo en la que apoyarse para nombrar afines en los bancos regionales, redefinir o reestructurar la operativa de la Fed, sus estudios económicos, la supervisión de los bancos y su marco de actuación. Los precedentes del republicano en el Departamento de Trabajo invitan al pesimismo.

Los mercados, que han servido de guardarraíl al presidente en los asuntos que tocan al dinero, parecen haber entrado en un estado de narcolepsia. Ni siquiera el hecho de que vaya a aterrizar en la Reserva Federal un economista como Stephen Miran, que ha promulgado la (supuesta) conveniencia de que Estados Unidos reestructure la deuda (algo que equivale a un impago técnico), parece capaz de alterar sus ánimos. Su fijación por el corto plazo y el brillo deslumbrante de la IA explica en parte este comportamiento. El sentido común, también: es materialmente imposible cotizar la inabarcable actividad de Trump.

Ahora, confiadas las Bolsas en que el presidente al final no romperá nada que les importe de verdad, han optado por no reaccionar en absoluto. Y esta confianza en el acrónimo TACO es pan para hoy y hambre para mañana. La última vez que la Casa Blanca manipuló con éxito las decisiones de la Reserva Federal, bajo el mandato de Richard Nixon, el país acabó en una espiral inflacionista.

Más información

Archivado En