El dispendio europeo en defensa puede no suponer un bajón económico
El impulso será mayor si se opta por financiarlo mediante endeudamiento en lugar de con mayores impuestos

Los líderes europeos que prometen un mayor gasto militar no lo hacen por razones económicas. Y menos mal. Las cifras pueden parecer impresionantes, ya que el gasto pasará del 2% del PIB actual al 5% de la producción en 2035. Pero el gasto en defensa suele tener un impacto limitado en la producción. Los Gobiernos aún pueden mejorar la rentabilidad cambiando la forma en que invierten.
El gasto militar, para empezar, no es un gran impulsor del crecimiento. Un reciente informe del Instituto Kiel para la Economía Mundial mostraba, basándose en datos históricos, que el llamado multiplicador fiscal suele ser inferior a uno. Esa cifra mide cómo afectan al crecimiento económico los cambios en el saldo presupuestario de un país. En otras palabras, un aumento del gasto militar del 1% del PIB provoca un aumento del PIB inferior al 1% a corto plazo.
Los analistas de Goldman Sachs estiman que el multiplicador en Europa es aún menor, del 0,5, lo que significa que 100 euros gastados en defensa aumentan el PIB de la región en solo 50 euros. Una de las razones del limitado impacto económico del gasto militar es que tiende a desplazar la inversión privada, ya que los hogares y las empresas aumentan sus ahorros.
Los analistas de Goldman Sachs estiman que el multiplicador en Europa es aún menor, de 0,5, lo que significa que 100 euros gastados en defensa aumentan el PIB de la región en solo 50 euros. Una de las razones del limitado impacto económico del gasto militar es que tiende a desplazar la inversión privada, ya que los hogares y las empresas aumentan sus ahorros.
Limitando aún más la bonanza económica está el hecho de que el canciller alemán Friedrich Merz, el primer ministro del Reino Unido Keir Starmer, el presidente francés Emmanuel Macron y sus colegas se han comprometido a una acumulación gradual. El nuevo objetivo de la OTAN del 5% del PIB, acordado en La Haya el 25 de junio, no se alcanzaría hasta 2035.
Un 3% adicional del PIB supondría un total de 660.000 millones de euros para los miembros europeos de la OTAN, según las previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional. Pero a lo largo de una década, el incremento anual del PIB sería de un 0,3% del PIB en el mejor de los casos, suponiendo un generoso multiplicador fiscal de 1. Esto no es insignificante para países con economías estancadas, pero no suficiente para situar a Europa en una senda de mayor crecimiento.
Las cifras reales son aún menos impresionantes después de descartar una contabilidad generosa. El nuevo objetivo de la OTAN es de tan solo el 3,5% del PIB utilizando la definición habitual de gasto en defensa. El 1,5% restante se denomina gasto “conexo”, como ciberseguridad o infraestructuras, y se añade para alcanzar el nivel del 5% exigido por el presidente estadounidense, Donald Trump. Gran parte de ese gasto poco vinculado ya figuraba en los planes presupuestarios actuales.
Los Gobiernos, sin embargo, tienen formas de sacar el máximo partido a su planeado derroche militar. En materia de defensa, no todos los euros son iguales. Ethan Ilzetzki, profesor de la London School of Economics and Political Science y autor del informe del Instituto Kiel, señala que la forma en que se financie el nuevo gasto será importante. El impulso al crecimiento será mayor si los Gobiernos optan por financiarlo mediante endeudamiento en lugar de con mayores impuestos, lo que tendría un impacto negativo en el crecimiento.
Los europeos también deben examinar cuidadosamente cómo gastan el dinero. Aumentar el número de tropas repercutirá en la economía de forma limitada, a través de los sueldos de los nuevos soldados, aunque esa categoría represente por ahora la mayor parte de los gastos de defensa de Europa, en torno al 40%. Gastar más en equipamiento, actualmente el 20% del total, tendrá un mayor impacto en el sector privado.
La medida más productiva que podrían tomar los Gobiernos sería aumentar su inversión en investigación y desarrollo. En el caso de la Unión Europea, actualmente representa un mísero 4,5% de los presupuestos militares, frente al 16% de Estados Unidos, según el reciente informe Competitividad del ex banquero central Mario Draghi. Invertir más en nuevas tecnologías, como armas equipadas con inteligencia artificial, puede aumentar a medio plazo la productividad del sector, e incluso tener efectos dominó en las industrias civiles.
Por último, Europa necesita favorecer a su industria nacional. Las importaciones representan actualmente más del 80% de las adquisiciones europeas, tres cuartas partes de las cuales proceden de Estados Unidos. Para fabricar más armas en casa, las capitales nacionales tendrían que ponerse de acuerdo sobre las necesidades estratégicas comunes, poner en común los recursos y seguir reestructurando el sector de la defensa. Por el momento, el gasto europeo en material estadounidense estimula, en cambio, la economía estadounidense.
Estas limitaciones demuestran que, tal como están las cosas, algunas economías se beneficiarán más que otras del derroche. Alemania ha acabado con la restricción fiscal y ha anunciado que gastará el 3,5% de su presupuesto en defensa básica para 2029, seis años antes de la fecha límite de la OTAN. Cumplir el objetivo añadiría más de 100.000 millones de euros a su gasto militar para entonces. Como se financia con deuda, y si el Canciller Friedrich Merz no gasta demasiado en engrosar las filas de la Bundeswehr el impulso ayudará a la economía alemana a salir de su recesión de tres años.
Por otro lado, Francia y Gran Bretaña, con problemas fiscales y una deuda pública bruta superior al 100% del PIB, tendrán dificultades para obtener beneficios económicos de su aumento militar, que será más lento y se financiará mediante la austeridad.
Las grandes diferencias entre los posibles resultados económicos demuestran que fijarse objetivos de PIB es contraproducente, como señala Ilzetzki. Genera los incentivos equivocados, convirtiendo la política de defensa en una urgencia por «sacar el dinero por la puerta» sin tener en cuenta el equipamiento y el coste que ello implica. Al fin y al cabo, nada acercaría más a la OTAN a su objetivo que comprar ciegamente material innecesario y excesivamente caro a fabricantes de armas ávidos de dinero.
La energía de los Gobiernos estaría mejor empleada en definir los resultados deseados de sus políticas de defensa, incluido el tamaño ideal de sus ejércitos, la naturaleza de los equipos que necesitan y cuánto gastarán en investigación para mantener sus fuerzas bien equipadas. Los grandes objetivos del PIB, fáciles de entender, pueden funcionar como declaraciones políticas. Pero hacen poco por cambiar la realidad económica subyacente.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.
