Invertir en un mundo fragmentado: retos y oportunidades para los fondos
La política internacional ha vuelto a ser un factor clave a la hora de tomar decisiones económicas y de inversión

Durante muchos años, invertir en diferentes partes del mundo era una tarea relativamente sencilla. Vivíamos en una etapa en la que la globalización ayudaba al crecimiento económico, los mercados financieros se movían de forma parecida y las inversiones repartidas entre Estados Unidos, Europa y los países emergentes solían ofrecer buenos resultados sin demasiados sobresaltos. En ese contexto, se decía que lo importante no era tanto en qué país se invertía, sino en qué sector. Los gestores de fondos globales podían encontrar oportunidades en distintas regiones porque el panorama económico era más estable y los riesgos políticos, más controlados.
Pero ese equilibrio se ha roto. Hoy vivimos en un mundo más complejo, donde hay conflictos armados, tensiones entre grandes potencias, guerras comerciales y una creciente desconfianza entre países. La política internacional ha vuelto a ser un factor clave a la hora de tomar decisiones económicas y de inversión. Esto obliga a los inversores y gestores de fondos a repensar muchas ideas que antes daban por seguras.
La pandemia de 2020 fue un momento clave que mostró lo frágil que era un mundo tan conectado. Las cadenas de suministro se interrumpieron y muchas empresas tuvieron que repensar dónde producían y cómo lo hacían. A eso se sumó la invasión de Ucrania, que no solo cambió la forma en que Europa obtiene su energía, sino que también provocó nuevas alianzas, mayor inestabilidad en Europa del Este y aumentos importantes en los precios del gas, el petróleo y los alimentos.
Estos eventos aceleraron un proceso que podríamos llamar “desglobalización selectiva”. Hoy, al decidir dónde invertir, no solo se considera si un país tiene buen crecimiento económico, sino también si es estable políticamente, si cumple con las leyes internacionales y si encaja en un nuevo orden mundial que aún se está formando. Factores como la autonomía energética, la seguridad tecnológica y la capacidad institucional de un país pesan tanto como sus cifras económicas.
En este nuevo panorama, los fondos que invierten a nivel global ya no pueden limitarse a seguir los índices tradicionales ni a dividir sus inversiones según zonas geográficas de siempre. Además de mirar los datos económicos, ahora es esencial analizar la fortaleza de las instituciones de cada país, su marco legal, su nivel de exposición a conflictos políticos y su papel en el escenario internacional. En este contexto, algunos países emergentes están ganando protagonismo. Por ejemplo, India, Indonesia, Vietnam y México se están beneficiando de un fenómeno llamado relocalización industrial. Muchas empresas quieren depender menos de China y están moviendo parte de su producción a estos países, que ofrecen costes competitivos y reglas más estables.
Hispanoamérica también está despertando interés, especialmente por su riqueza en recursos naturales necesarios para la transición energética, como el litio, el cobre y el níquel. Países como Brasil, Chile o Perú se perciben como más estables que otras economías emergentes.
Europa, por su parte, se enfrenta a retos importantes: problemas políticos internos, alta dependencia energética y una recuperación económica que no avanza al mismo ritmo en todos sus países. Sin embargo, esto no significa que deba dejarse de lado al invertir. Lo que sí se necesita es una gestión más cuidadosa, eligiendo bien en qué sectores y empresas poner el dinero.
En medio de tanta incertidumbre, está creciendo el interés por la inversión temática. Esta estrategia se enfoca en grandes tendencias globales que van más allá de las fronteras o de los ciclos económicos. Sectores como defensa, ciberseguridad, semiconductores, energías renovables, inteligencia artificial, almacenamiento de datos o hidrógeno verde están recibiendo cada vez más dinero tanto de inversores institucionales como particulares. Las guerras y las tensiones entre países han hecho que sectores como defensa y tecnología ganen más importancia. Además, la transición energética, que antes era una cuestión ecológica, ahora también es estratégica: los países quieren ser autosuficientes en energía.
Muchos fondos globales incluyen estas temáticas en sus carteras no como una moda del momento, sino como apuestas de largo plazo. Analizar estas megatendencias ayuda a construir carteras que puedan resistir los cambios y aprovechar las oportunidades del futuro.
En un entorno tan cambiante, están ganando terreno los fondos flexibles, como los multiactivos dinámicos, los fondos global macro o los de retorno absoluto. Estos productos no están atados a un índice fijo, por lo que pueden adaptarse mejor a los cambios del mercado, ajustar riesgos y diversificar de forma real. Para muchos clientes de banca privada, estas estrategias son útiles para proteger su capital y mantener una dirección clara incluso en tiempos de mucha incertidumbre.
Durante mucho tiempo, las inversiones pasivas –aquellas que simplemente replican un índice– funcionaron muy bien. Pero ahora, con tantas diferencias entre regiones, sectores y estilos de gestión, la figura del gestor activo vuelve a ser fundamental. Hoy se necesita experiencia, análisis profundo y visión estratégica para anticipar los cambios y tomar decisiones informadas. No basta con invertir de forma general; hay que saber exactamente dónde, por qué y por cuánto tiempo hacerlo.
Invertir a nivel global ya no se trata solo de repartir dinero entre Estados Unidos, Europa y Asia. Ahora se trata de entender un nuevo orden mundial en el que la política, la tecnología, la seguridad y la sostenibilidad están marcando las reglas del juego. Los fondos de inversión siguen siendo herramientas clave para invertir de forma global, pero su selección exige una mirada crítica y estratégica. La gestión debe enfocarse no solo en buscar rentabilidad, sino en construir carteras preparadas para adaptarse a un mundo cambiante. Aunque el mundo esté más dividido, las oportunidades siguen siendo globales, siempre que sepamos dónde mirar.
Marta Lantero San Román es Directora de Gestión Discrecional de Carteras y Asesoramiento de Fondos en Creand Asset Management