Las claves: las medidas de vivienda hay que prepararlas a dos legislaturas vista
Tampoco es que el drama habitacional español haya surgido por generación espontánea


El Gobierno aprobará el martes que viene en el Consejo de Ministros el nuevo Perte de Vivienda, que pretende “industrializar” el proceso de construcción para acelerar una oferta que está muy, muy lejos de cubrir la demanda que hay en España. La cuestión con la vivienda y otros retos de carácter estructural, como el sistema de pensiones, es que no existe concepto tal como “urgente”, en lo que a soluciones se refiere. Las medidas se pueden aprobar con urgencia, pero deben apuntar a años vista, un par de legislaturas como mínimo, lo que sobrepasa con creces las agendas de la clase política, que solo tienen espacio para cuatro años. Así, llegan medidas que buscan resolver una crisis que, esta vez sí, es urgente, pero que son incapaces de dar soluciones con la rapidez necesaria. Tampoco es que el drama habitacional español haya surgido por generación espontánea, de la noche a la mañana. Las grandes crisis, los grandes retos, se fraguan poco a poco, gota a gota, hasta que a uno le explotan en la cara. Y, por desgracia, entonces, y solo entonces, se aprueban las soluciones urgentes.
El duro retorno a la rueda del sistema
El sistema tiene la particularidad de que, si uno se sale del carril por un momento, es muy difícil volver a él. La empleabilidad se hunde pasada cierta edad, por ejemplo, o es complicado que le hagan a uno una cuenta de banco para poder cobrar si uno se ha quedado sin hogar. Y así una larga lista de calamidades.
Por ello son tristemente necesarios –el estado de bienestar debe ser responsable de estas personas– proyectos como los de Cáritas, que ayudan a volver a reengancharse a la rueda: seis de cada diez personas en situación de exclusión severa están fuera del mercado laboral.
Las hipotecas, el crédito más conveniente, incluso para invertir lo prestado
Hay verdaderos artistas del margen de intereses, empezando por los bancos, que viven de eso; pero también hay que consigue un crédito y luego invierte el dinero, obteniendo rentabilidad. Tiene riesgo, claro. El mejor crédito para eso es el hipotecario, porque es el que menos intereses tiene; por ello da cierta capacidad de maniobra para invertirlo. Pero a menudo el prestatario prefiere amortizar plazos o cuotas, para ahorrarse dolores de cabeza. Hacerlo al principio del calendario ahorra intereses, aunque eso no siempre es posible.
El usuario debe hacer cuentas y calcular lo que le resulta más conveniente. Con todo, por el camino puede descubrir que el trabajo de los bancos no es tan sencillo como puede parecer desde fuera.
La frase
El mercado de los modelos de texto se está reduciendo. El de DeepSeek tiene una mayor propensión a generar alucinaciones engañosas y es más lento y caro que otras ofertas chinasRobin Li, fundador del buscador Baidu
Es mejor llorar en un coche nuevo que en el metro
La insatisfacción salarial es una constante entre los españoles. Según varios informes, al menos la mitad de los trabajadores consideran que no ganan una cantidad satisfactoria de dinero. La insatisfacción no es nada nuevo –está, de hecho, ligada a la naturaleza humana– ni se circunscribe a una nacionalidad o clase, solo hay que ver cómo ciertos futbolistas renuncian a ligas de alto nivel (y a contratos ya millonarios) para jugar en petroestados por más dinero del que podrían gastarse en toda una vida muy acomodada. Señalado esto, conviene no olvidar que hay insatisfacciones e insatisfacciones. Y, como dice el dicho, el dinero puede no dar la felicidad, pero es mejor llorar en la soledad de un confortable coche nuevo que en el metro.