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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El próximo CEO de Unilever tiene la opción de revisitar las megafusiones

Las operaciones corporativas siempre son arriesgadas, pero para la compañía también lo es no hacer nada

Hein Schumacher, CEO saliente de Unilever.

El próximo consejero delegado de Unilever podría querer despertar el instinto animal del vendedor del jabón Dove y el desodorante Axe. El martes, el grupo que cotiza en la Bolsa de Londres y que tiene un valor de 109.400 millones de libras (132.000 millones de euros, al cambio actual) anunció que el CEO, Hein Schumacher, dejaba el negocio después de menos de dos años al mando. Su sustituto a partir del 1 de marzo, el jefe de finanzas, el argentino Fernando Fernández, tiene la tarea de revitalizar una empresa con una cartera de marcas así así. Una opción podría ser volver a plantearse un megaacuerdo como el intento de compra de Haleon en 2022.

La salida de Schumacher parece tan abrupta como desordenada. El ejecutivo holandés es el tercer consejero delegado de la empresa en aproximadamente seis años. Unilever ha oscilado entre defender los objetivos medioambientales, sociales y de gobernanza bajo los anteriores jefes Paul Polman y Alan Jope, a hacer lo contrario bajo Schumacher, quien dijo que la empresa ya no debería “forzar” el propósito en todas las marcas del grupo.

Por ahora, parece que Fernández seguirá con el plan de Schumacher de recortar costes y centrar el gasto en marketing de la empresa en 30 de las llamadas “marcas de poder”, en referencia a productos relativamente conocidos como el suavizante Comfort, la mayonesa Hellmann’s y los cubitos de caldo Knorr. Sin embargo, es posible que necesite nuevas ideas en poco tiempo. A Unilever le está costando aumentar el volumen de productos que vende. Schumacher advirtió a principios de este mes de que se produjo una desa­celeración del crecimiento del mercado en 2024 que continuaría a corto plazo.

La valoración del grupo de bienes de consumo refleja las preocupaciones de los inversores. Unilever cotiza a 17 veces las ganancias futuras, que supone un descuento tanto para Danone como para Nestlé, en comparación con la prima que presentó durante gran parte de 2024.

Cerrar esa brecha significará impulsar las ventas y el margen operativo. Hacerlo será difícil con muchas de las marcas actuales más anticuadas del grupo. Por lo tanto, es posible que Fernández tenga que ser audaz. Podría considerar la compra de un negocio de rápido crecimiento y alto margen, como Galderma, de 27.000 millones de francos suizos (28.000 millones de euros, al cambio actual). Otra opción sería volver a considerar la compra de Haleon, fabricante del analgésico Advil, que Unilever intentó comprar por 50.000 millones de libras (60.000 millones de euros, al cambio actual) en 2022. La empresa, que ahora cotiza en Bolsa, tiene un valor actual de 36 000 millones (43.000 millones). Cualquiera de estas posibles operaciones ayudaría a acelerar el cambio de Unilever desde los alimentos de menor valor hacia los negocios de belleza y salud, más apreciados.

Si Fernández se centra solo en las marcas existentes de la empresa, existe el peligro de que las ventas se tambaleen. Dove, el champú Sunsilk, Knorr y muchos otros son vulnerables a la competencia de los productos más baratos de los supermercados, lo que dificulta generar el tipo de mejoras que buscan los inversores. Las megafusiones y adquisiciones siempre son arriesgadas, pero para Unilever también lo es no hacer nada.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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