Los impuestos a los pequeños paquetes de Shein o Temu traen cosas malas

Los compradores de EE UU asumirán la mayor parte de la carga, y no es fácil cambiar la cadena de suministro

Trabajador del Servicio Postal de EE UU en Miami (Florida).CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH (EFE)

Donald Trump ha abierto la caja de Pandora. Su decisión de eliminar la exención fiscal para los paquetes pequeños procedentes de China, y potencialmente de México y Canadá, amenaza con desencadenar una cadena de acontecimientos impredecibles y costosos.

Como la mayoría de sus órdenes ejecutivas, esta última es contundente y desconcertante. Un arancel del 10% sobre los productos procedentes de China también pone fin a una disposición de minimis de décadas de antigüedad que exime de aranceles a los artículos por valor de 800 dólares o menos, aparentemente porque Trump teme que se aproveche para enviar fentanilo mortal al país.

El Servicio Postal de EE UU fue uno de los afectados. Suspendió la recepción de todos los paquetes procedentes de China y Hong Kong, pero rápidamente se retractó y volvió a aceptarlos.

Aun así, las repercusiones para el comercio electrónico son significativas. El número de paquetes enviados a todo el mundo en virtud de la exención de minimis aumentó en la última década en más de un 600%, hasta alcanzar unos 1.300 millones en el año fiscal que acabó en septiembre de 2024, según funcionarios de aduanas de EE UU. Y en 2022, el 83% de las importaciones de comercio electrónico eran lo suficientemente pequeñas como para estar exentas de impuestos, según las autoridades comerciales.

China por sí sola representa más de un tercio de los paquetes pequeños que entran en EE UU, estima la Oficina Nacional de Investigación Económica. Esta considerable suma refleja en parte el auge de los populares vendedores de moda rápida Shein y Temu.

Pero no son los únicos que se aprovechan de la exención. Amazon también lo hace, incluso con Haul, su respuesta a Temu. En torno a un cuarto de los ingresos del gigante están expuestos a China, dicen los analistas de Morgan Stanley. También se verán afectados eBay, Etsy y otros, junto con los numerosos pequeños comerciantes con escaparates en los portales.

Los compradores de EE UU, en gran parte, asumirán la carga. Un paquete de 50 dólares podría costar el doble después de tener en cuenta las nuevas comisiones de intermediación, el papeleo y los aranceles, estima el Consejo Nacional de Comercio Exterior.

Las soluciones alternativas podrían fácilmente conducir a nuevos problemas. Por ejemplo, será caro para las empresas que buscan trasladar la fabricación fuera de China, o acelerar los planes existentes, a lugares que puedan enviar paquetes más pequeños libres de impuestos. La reconfiguración de las cadenas de suministro de esta manera ascendería a un total de un billón de dólares en cinco años, según un informe de 2020 de Bank of America. Y no hay garantía de que esos países no se vean también afectados, como parte de la amplia agenda comercial de Trump. Los impuestos de represalia también pueden castigar aún más a las empresas y los consumidores de EE UU. Se avecinan cosas malas en estos pequeños paquetes.

Tesla y SpaceX, ¿rehenes?

Aunque muchos socios comerciales que se enfrentan a la Administración Trump no pueden competir con la mayor economía del mundo, pueden hacer que sus contraataques duelan. Basta con mirar a Elon Musk, jefe de Tesla y SpaceX, así como mano derecha de la Casa Blanca. Eso convierte a sus empresas en un objetivo tentador.

Canadá ha ofrecido un anticipo. En la escaramuza de esta semana, los políticos señalaron inmediatamente a Musk. El primer ministro de Ontario, Doug Ford, dijo que rompería un contrato de 68 millones de dólares con Starlink, el servicio de comunicaciones por satélite de SpaceX. Chrystia Freeland, parlamentaria que aspira a ser primera ministra, dijo que debería haber un arancel del 100% sobre los coches de Tesla.

Las valoraciones en alza amplifican la vulnerabilidad. Tesla está valorada en 11 veces los ingresos estimados para 2025, a pesar de la caída de las ventas, especialmente en los mercados donde han terminado los subsidios, lo que indica su sensibilidad a los cambios de política. Además, los inversores esperan grandes cosas de la conexión de la firma con la Casa Blanca: ha subido más de un 50% en Bolsa desde las elecciones. Como contratista del Gobierno sujeto a una gran cantidad de regulaciones, SpaceX podría beneficiarse de manera similar.

Pero ambas empresas dependen en gran medida de las ventas en otros lugares. Canadá solo tiene un 12% de la población de EE UU, pero compra más vehículos eléctricos. Supongamos que Tesla obtiene unos 7.000 millones en ventas allí, o un 15% más que en su país. Eso equivale a 78.000 millones en su múltiplo. Otros países tienen más peso, como China, que supuso en torno al 20% de las ventas el año pasado.

La valoración de 350.000 millones de SpaceX, que no cotiza, depende de su servicio Starlink, que requiere mucho capital. Eso significa que, una vez se amortizan los costes, cada venta adicional se vuelve mucho más rentable. El servicio de investigación Quilty Space estima que la firma generó 3.800 millones de ebitda en 2024, con 6.600 millones en ventas. Canadá supone más del 10% de sus clientes, según TMF Associates. Eliminar esos ingresos podría afectar a una parte aún mayor de los beneficios.

Los inversores han asumido que la posición de Musk conducirá a un cambio significativo en el valor de sus empresas. Pero se olvidan de que este cambio podría ser negativo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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