El mecenas que se ha aliado con Magnus Carlsen para cambiar la historia del ajedrez
El inversor alemán Jan Henric Buettner se ha asociado con el campeón noruego para crear una competición que transforme este juego en un evento de masas
La idea debió surgirle –aunque no podemos asegurarlo– durante uno de sus paseos por el sendero de gravilla que conecta la verja de entrada con la puerta de su castillo. No cuesta imaginar su andar cadencioso, señorial y ajeno a cualquier preocupación financiera en el preciso momento en que Jan Henric Buettner (Hamburgo, 60 años) decidió dedicar parte de su fortuna y los próximos años de su vida a convertir el ajedrez en un entretenimiento de masas.
Buettner es un mecenas de los de toda la vida. Hay días en los que se viste como un aristócrata surfero y otros en los que adopta el porte de un rockero decimonónico, pero la esencia es siempre la misma: tiene dinero y, lo más importante, ganas de gastarlo. Junto al noruego Magnus Carlsen, 18 veces campeón del mundo en diferentes modalidades, ha revolucionado el circuito profesional de ajedrez con la creación del Freestyle Chess Grand Slam Tour 2025, un torneo que comenzará el 7 de febrero en su lujosa finca de Weissenhaus, en Alemania, para luego pasar por París, Nueva York, Nueva Delhi y Ciudad del Cabo. Esta iniciativa apuesta por captar una audiencia global de ajedrez online, que ha experimentado un notable auge desde la pandemia.
La competición se disputará en el formato Chess960, una variante del ajedrez creada por Bobby Fischer, en la que la posición inicial de las piezas principales se determina de forma aleatoria. Este formato busca priorizar la creatividad y la inteligencia, dejando en segundo plano las jugadas memorizadas. Además, el torneo ha incorporado elementos de entretenimiento inspirados en otros deportes como la Fórmula 1, con monitores de frecuencia cardíaca que mostrarán los niveles de estrés que experimentan los jugadores y entrevistas diseñadas al estilo de una cabina de confesión.
El amor de Buettner por el ajedrez es relativamente reciente. Es hijo de una familia de clase media. Su padre era editor. En una entrevista para el medio alemán Finanzen afirmó no haber recibido nada de sus progenitores excepto una tabla de surf al graduarse de la escuela secundaria. “Cuando tenía 20 años todavía comía raviolis en lata y conducía un Beetle por 800 marcos. Pero si tienes la confianza básica de tus padres, en realidad no te puede pasar nada”.
Se formó como economista y realizó prácticas en Londres con Vodafone. A principios de los años noventa, participó en el desarrollo de servicios de valor agregado en el ámbito de la telefonía móvil y, en 1992, fundó VideoTel Infoservice GmbH, uno de los primeros servicios multimedia en línea a nivel internacional, con el respaldo financiero de accionistas como Telekom. Dos años después, cofundó, junto con Andreas von Blottnitz, AOL Europe, una alianza entre America Online y Bertelsmann AG. De 1995 a 1997 asumió la dirección general de AOL Alemania y, tras su salida, se trasladó a Estados Unidos para dedicarse a la recaudación de capital de riesgo para empresas emergentes.
Cuando Bertelsmann vendió su participación en AOL Europe a Time Warner, Buettner y von Blottnitz alegaron que no recibieron la compensación acordada por su trabajo en el desarrollo de la empresa. En consecuencia, presentaron una reclamando 3.500 millones de dólares por incumplimiento de contrato. En diciembre de 2003, un jurado de California les dio la razón y les otorgó una indemnización de aproximadamente 650 millones de euros, que finalmente se redujo a 160 millones tras un acuerdo extrajudicial.
Con esta fortuna, se embarcó en distintos proyectos de inversión. En 2005, adquirió por siete millones la finca histórica de Weissenhaus, un enclave de 75 hectáreas que entonces se hallaba en ruinas. Decidido a convertirlo en un resort de lujo de primer nivel, emprendió una ambiciosa renovación que duró casi una década y requirió más de 70 millones de euros de inversión. El resultado fue la apertura en 2014 del Grand Village Weissenhaus, hoy considerado uno de los destinos más exclusivos de Alemania y sede del torneo que ha creado con Carlsen.
La alianza entre ambos surgió en un torneo disputado en Catar, en el cual el inversor alemán abordó al padre de Carlsen y, tras una charla que duró siete horas, logró una audiencia de unos pocos minutos con su hijo. La química entre los dos surgió rápidamente: al genio noruego le expuso su visión de las transformaciones que anhelaba en el ajedrez, como la introducción del formato basado en el Chess960. En tres meses, organizaron el Freestyle Chess G.O.A.T. Challenge, con la participación de los mejores ajedrecistas del mundo, y que finalmente ganó Carlsen.
El ajedrecista noruego ha mantenido una relación tensa con la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en los últimos años, especialmente tras su renuncia al título mundial de ajedrez clásico en 2022 debido a desacuerdos con el formato. En diciembre, anunció que habían llegado a un acuerdo con el presidente de la FIDE, Arkady Dvorkóvich, para una “convivencia pacífica” entre el ajedrez clásico y el freestyle, permitiendo que ambos formatos coexistan.
Sin embargo, poco después, volvieron a surgir tensiones durante el Mundial de Rápidas en Nueva York. Carlsen fue multado con 200 euros por incumplir el código de vestimenta al usar pantalones vaqueros. Tras negarse a cambiarse de ropa, se retiró del torneo y expresó su descontento con el organismo: “Estoy cansado de la FIDE, de modo que no quiero más. No quiero tener nada que ver con ellos”. Unos días más tarde acordó disputar el torneo de relámpago (en vaqueros) y propuso que hubiera dos campeones, algo que la FIDE aceptó y que ha generado gran polémica en el mundillo.
La apuesta de Buettner es que ambos formatos convivan durante “un periodo transitorio de 10, 20 o 30 años, como el voleibol clásico y el de playa, o la Fórmula 1 y los rallies”. Al mismo tiempo, nadie sabe qué nuevos retos le deparará el futuro, ya que, como él mismo ha asegurado, constantemente siente el impulso de realizar un cambio radical en su vida, “exactamente cada siete años”.
Rock and roll
Mecenas. Buettner ha creado en su finca los Big Barn Studios, unos estudios de música diseñados para inspirar a músicos. Estos combinan tecnología avanzada, como Dolby Atmos, con un entorno natural y tranquilo. Su propósito no es generar ganancias, sino apoyar a los artistas en su proceso creativo, promoviendo la producción musical en un ambiente sereno.