La caída del rublo empeora los temores de estanflación en Moscú
El banco central ha prometido mantener los tipos altos hasta contener la inflación, pero que tenga libertad para hacerlo depende de Putin
El Banco de Rusia tiene preocupaciones más serias que tener las sanciones de EE UU a Gazprombank, que han llevado esta semana al rublo a un mínimo de dos años de 115 por dólar. Ha recuperado algo de terreno después de que el banco central interviniera y dejara de comprar dólares y euros. Pero sigue en niveles que no tocaba desde las secuelas de la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Gazprombank era el principal conducto por el que Moscú recibía ingresos del petróleo y el gas, por lo que las sanciones importan. Pero Rusia encontrará la forma de hacerse con los ingresos de la energía. La crisis ha puesto de manifiesto un problema más grave para Rusia y Vladimir Putin: el recalentamiento de su economía se encamina hacia un doloroso aterrizaje forzoso en 2025, y a las autoridades les quedan pocas herramientas para evitarlo.
Elvira Nabiullina, gobernadora del banco central, lleva meses describiendo un desplome anunciado. Ha elevado los tipos al 21%, pero la inflación, que ronda el 9% anual, no muestra signos de remitir. La inflación se ve alimentada por el gasto masivo en la guerra, que ya ronda el 8% del PIB, y los déficits asociados del Gobierno, del 2% del PIB. La debilidad del rublo empeora las cosas, al aumentar los precios de los bienes importados.
La inflación también se ve impulsada por el recalentamiento. La militarización ha desviado recursos al sector de la defensa, creando escasez de mano de obra en el resto. Solo el 2% de la población activa está desempleada. La fuga de talentos tras la invasión de Ucrania y un plan para movilizar hasta 1,5 millones de hombres han reducido la mano de obra disponible. Así, la economía civil no tiene capacidad para seguir creciendo, y la inflación ha alcanzado nuevos máximos: aumentan los robos de mantequilla, por ejemplo
A pesar del castigador nivel de los tipos reales, las empresas siguen pidiendo más préstamos, aunque a tipos variables, con la esperanza de que bajen pronto, como en anteriores episodios de tensiones monetarias. Su endeudamiento ha crecido al mismo ritmo este año –un 15% interanual– que en 2023, cuando los tipos estaban mucho más bajos.
Nabiullina ha advertido de que esta vez es diferente, y ha prometido mantener los tipos altos hasta que controle la inflación. Pero que tenga o no libertad para hacer lo que considere correcto depende únicamente de Putin.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías