La agitación del Golfo deja en vilo a la Fed y el BCE

El conflicto de Oriente Próximo puede echar por tierra los planes de flexibilizar la política monetaria

El escudo antimisiles de Israel intercepta cohetes de Irán, el 1 de octubre, en Ascalón.Amir Cohen (REUTERS)

Es probable que los banqueros centrales estén mirando con lupa a Oriente Próximo. El ataque de Irán a Israel aumenta el riesgo de una respuesta contundente. Uno de los peligros a los que se enfrenta la economía mundial es que el conflicto eche por tierra los planes de flexibilizar la política monetaria.

El ataque de Teherán hace más probable que Israel responda con un ataque directo a una pieza significativa de la infraestructura iraní. Un objetivo potencial son las instalaciones de la República Islámica en la isla de Kharg, que gestiona el 90% de sus exportaciones de petróleo. Si eso p...

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Es probable que los banqueros centrales estén mirando con lupa a Oriente Próximo. El ataque de Irán a Israel aumenta el riesgo de una respuesta contundente. Uno de los peligros a los que se enfrenta la economía mundial es que el conflicto eche por tierra los planes de flexibilizar la política monetaria.

El ataque de Teherán hace más probable que Israel responda con un ataque directo a una pieza significativa de la infraestructura iraní. Un objetivo potencial son las instalaciones de la República Islámica en la isla de Kharg, que gestiona el 90% de sus exportaciones de petróleo. Si eso provocara que Irán restringiera el acceso al estrecho de Ormuz, por donde pasa un quinto del suministro diario de crudo, el precio de este podría dispararse por encima de los 100 dólares el barril, como ocurrió en 2022 tras la invasión de Ucrania.

La Fed y el BCE tienen muchas razones para no dejarse llevar por el pánico. Dado que los misiles iraníes causaron un número mínimo de víctimas, es posible que Israel restrinja su respuesta a Hezbolá en Líbano. Incluso si no lo hace, el potencial de Arabia Saudí para bombear mucho más crudo puede compensar todos los bloqueos de las exportaciones del Golfo, salvo los más graves: su ministro de Petróleo llegó a advertir a los demás miembros de la OPEP que los precios podrían caer a solo 50 dólares si no respetaban los recortes acordados.

Pero los bancos centrales no saben gestionar muy bien las crisis de suministro energético: la inflación de EE UU y Europa se disparó a niveles cercanos al 10% en 2022. Una repetición grave derivada de Oriente Próximo, junto con otros quebraderos de cabeza inflacionistas como la huelga de estibadores de EE UU, podría dejar a Jay Powell y Christine Lagarde ante un dilema. Seguir bajando los tipos alimentaría casi con toda seguridad mayores alzas de precios. Pero una pausa en los recortes de tipos, o incluso una nueva subida de los costes de endeudamiento, aumentaría drásticamente el riesgo de recesión para una economía mundial ya de por sí aletargada.

Los inversores no están teniendo mucho en cuenta este factor. En Europa, la debilidad de los datos económicos hace que los traders esperen una segunda bajada consecutiva de los tipos el día 17, hasta el 3,25%, según los precios de los derivados recogidos por LSEG. También prevén un flujo constante de reducciones tras esa fecha, que deje el tipo de depósito en el 1,75% en octubre de 2025. Los precios de los derivados de EE UU, por su parte, implican que el tipo de referencia caerá hasta el 3% para entonces, desde el 4,9% actual.

Powell y compañía aún están lejos de tener que contemplar un cambio radical. Pero tras despistarse con el repunte inflacionista de los últimos cinco años, es probable que respondan deprisa si se intensifican los acontecimientos en Oriente Próximo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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