Draghi, Letta y la llamada a una mayor integración europea
El transporte, en especial el ferrocarril, emerge como sector estratégico llamado a concentrar más financiación y racionalización
La única manera de ser más productivos es que Europa cambie radicalmente “. Esta frase resume bien la potente llamada de atención que Mario Draghi ha lanzado en su informe sobre el futuro de la competitividad europea.
Al expresidente del Banco Central Europeo no le ha temblado el pulso al afirmar que, a pesar de la creciente y significativa brecha de productividad y poder adquisitivo frente a Estados Unidos, la Unión Europea no ha sabido adaptar su organización ni su financiación al mundo de hoy, un mundo marcado por la rivalidad entre las grandes potencias. “La desaceleración del crecimiento europeo se ha visto como un inconveniente, pero no como una calamidad”, señala.
Las propuestas para esta acción urgente pasan por tres prioridades (innovación, energía y reducción de dependencias y seguridad), y se asientan en cambios profundos, desde las reglas de competencia hasta el modelo de gobernanza (más votos por mayoría cualificada en el Consejo) o la simplificación regulatoria. Todo ello, acompañado del mayor esfuerzo de inversión conjunta jamás visto en la Unión Europea: 800.000 millones de euros al año. El equivalente a todos los fondos que, de forma “única y excepcional”, movilizó el instrumento Next Generation para el periodo 2021-2026.
Estas propuestas sin duda marcarán el debate político en ciclo 2024-2029 y de hecho se ven reflejadas en el reciente colegio de comisarios presentado por Úrsula Von der Leyen y en las líneas de acción presentadas por la presidenta para el impulso de la nueva Comisión: nuevo Pacto Industrial Limpio, nuevo Fondo de Competitividad centrado en tecnologías estratégicas, completar la unión de los mercados de capitales, una Unión de Ahorro e Inversión Europeos, nuevo Fondo Europeo de Defensa o simplificación normativa, entre otras cuestiones. El objetivo: impulsar la innovación, alinear transición ecológica y competitividad y aumentar nuestra seguridad económica al entrar en un escenario mundial más conflictivo.
No será fácil. Podemos repasar los envites a una mayor integración en la Unión, desde el rechazo de Francia y Holanda a una Constitución europea (2005), la respuesta a la crisis financiera (2008), el Brexit (2016) o la falta de avance sobre la unión financiera y bancaria. Pero el informe Draghi va al grano y lleva la conversación al principal problema del mercado “único”, más allá de una excesiva regulación, una inversión insuficiente o las mayorías cualificadas: la fragmentación de los principales mercados estratégicos y una política de competencia que no se ha adaptado al nuevo escenario geoeconómico.
Esta fragmentación y déficit de inversión conjunta se ven reflejados también en un déficit de integración geográfica y territorial. El transporte, y muy especialmente el ferrocarril, emerge como sector estratégico llamado a concentrar más financiación, más racionalización (todavía existen unas 800 normas nacionales para el ferrocarril en toda la UE) y más digitalización.
Draghi pone el acento en una mejor planificación, en la necesidad de desarrollar soluciones digitales multimodales, facilitar la interoperabilidad e invertir masivamente en la conexión entre Estados miembros. Por eso propone 840.000 millones para la red TEN-T de aquí a 2040.
Además, se vuelve a situar como aspiración destacada una red ferroviaria de alta velocidad que conecte todas las capitales de la UE, y se subraya que hay que mantener la base industrial para exportaciones, lanzar la producción y el despliegue de trenes y operaciones ferroviarias automatizadas (ATO) e invertir urgentemente para desplegar soluciones digitales como el futuro sistema de Comunicación Móvil Ferroviaria (FRMCS) la Gestión Digital de la Capacidad (DCM) o el Acoplamiento Automático Digital (DAC).
La mejora del sector es “esencial para la vitalidad del mercado único”, señala otro informe, el también ex primer ministro italiano Enrico Letta, antes de subrayar una vez más el modesto despliegue del Sistema Europeo de Gestión del Tráfico (ERTMS), que ha sido “desigual, generando problemas de acceso para el material rodante mientras algunas normas nacionales siguen obstaculizando la interoperabilidad”.
Los operadores más avanzados en la gestión del sistema llamado a armonizar el tráfico europeo conocemos bien la complejidad y las virtudes de una implantación que debe propulsar al sector. Debemos avanzar hacia una base operacional armonizada en infraestructura, vehículos y sistemas. Sin ello, el alcance de una plataforma única de billetes para servicios de viajeros transfronterizos, en línea con la propuesta de la Comisión de un reglamento único digital sobre reservas y emisión de billetes, o la descarbonización del transporte de mercancías en el espacio único, se verán más limitados.
Letta también apunta a la conectividad entre la UE, Ucrania y Moldavia, en la que el ferrocarril jugará un papel central. Las prioridades y la financiación en materia de defensa deberán incluir también al sector ferroviario, para facilitar la movilidad civil y militar, que en muchos casos será multimodal.
En este contexto, la movilidad, de la que el ferrocarril es parte fundamental, está llamada a ser la columna vertebral de un sistema europeo de transporte limpio, seguro y conectado, que sea el reflejo de una nueva era de integración, seguridad y prosperidad europeas.
Paloma Baena es directora de estrategia global en Renfe y profesora de IE University