El próximo manotazo comercial entre China y la UE podría afectar a LVMH

Pekín puede subir los impuestos a los bienes de lujo: es más fácil que elevar los aranceles a otros productos

Tienda de Louis Vuitton en Shanghái (China).Future Publishing (Future Publishing via Getty Imag)

Pocos jefes de empresa occidentales atraen tanto la atención en China como Bernard Arnault. A sus 75 años, el CEO de LVMH, valorada en 300.000 millones de euros, se codea habitualmente con altos funcionarios del Gobierno chino y fue la comidilla de las redes sociales del país durante un viaje relámpago a la República Popular en 2023. Aun así, el gigante francés del lujo podría verse inmerso en el enfrentamiento de China con la UE.

Bruselas ha aumentado las tensiones con Pekín al proponer aranceles adicionales sobre los vehículos eléctricos fabricados en China, argumentando que son injus...

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Pocos jefes de empresa occidentales atraen tanto la atención en China como Bernard Arnault. A sus 75 años, el CEO de LVMH, valorada en 300.000 millones de euros, se codea habitualmente con altos funcionarios del Gobierno chino y fue la comidilla de las redes sociales del país durante un viaje relámpago a la República Popular en 2023. Aun así, el gigante francés del lujo podría verse inmerso en el enfrentamiento de China con la UE.

Bruselas ha aumentado las tensiones con Pekín al proponer aranceles adicionales sobre los vehículos eléctricos fabricados en China, argumentando que son injustamente baratos debido a las subvenciones estatales. A la espera de la votación de los miembros de la UE, la medida del bloque de imponer aranceles extra de hasta el 38% del valor de los eléctricos fabricados en China será, a más tardar en noviembre, vinculante durante los próximos cinco años, Desde que la Comisión Europea lo planteó en junio, la cuestión ha sido cómo y si China responde.

Es posible que el presidente chino, Xi Jinping, se contenga. Frente a unos Estados Unidos más hostiles, Europa es un mercado estratégicamente importante para la República Popular. China ha iniciado investigaciones antidumping sobre el brandy, la carne de cerdo y los productos lácteos europeos, pero aún no ha impuesto aranceles adicionales. Además, el valor de las importaciones combinadas de estos productos solo ascendía a 6.000 millones de euros en 2023. En cambio, la UE tiene en el punto de mira casi 10.000 millones en coches eléctricos con batería enviados de China al bloque el año pasado.

Los políticos europeos también pueden ceder. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha roto filas y ha abogado por suavizar los aranceles a los eléctricos hechos en China. Su país se había mostrado partidario de un planteamiento duro antes de que sus exportaciones de carne de cerdo a China, por valor de 1.500 millones, se vieran amenazadas. Si otros Gobiernos, como el italiano, siguen su ejemplo, es posible que los aranceles se suavicen.

Pero la pelota sigue estando lo suficientemente en el tejado de Pekín como para que se produzca algún tipo de réplica. Los artículos de lujo europeos, que incluyen bolsos de piel, perfumes, joyas, zapatos, trajes y otras prendas de vestir, representaron 11.000 millones de importaciones en 2023. Hay muchas razones por las que se prestan a las represalias chinas.

A diferencia de las importaciones farmacéuticas, manufactureras y aeronáuticas, el lujo dista mucho de ser esencial para la productividad china. Como ocurre con el coñac francés, los símbolos de estatus carísimos tienen menos caché en la tambaleante economía del país. Si sus precios subieran más, el número de compradores molestos sería limitado: el 2% de los clientes más ricos suele representar en torno al 40% de las ventas de lujo, según Bain & Co.

Un segundo factor es la dinámica interna europea. A diferencia de Alemania, que sigue contando con la República Popular como un gran mercado para sus coches y con la que China comercia con productos esenciales como los químicos, Francia ha sido un defensor especialmente ruidoso de los aranceles a los eléctricos. Además, este país es, junto con España e Italia, uno de los principales exportadores de artículos de lujo, como los bolsos de Christian Dior de 10.000 dólares: el año pasado, un tercio de los 5.000 millones de dólares en bolsos de piel y plástico enviados a China procedían de Francia. LVMH es la joya de la corona: los 24.000 millones de euros de exportaciones de moda del grupo representaron el 4% de las exportaciones francesas de 2023, según la consultora Asterès.

El principal problema de un golpe de timón del lujo es que es ostensiblemente difícil de hacer. Desde que China ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, no ha dejado de bajar los aranceles. Los bolsos de la UE, por ejemplo, solo tienen un arancel del 6%, según los agentes aduaneros chinos. Pero iniciar una investigación antidumping sobre los caros bolsos de Balenciaga es difícil, y una ofensiva arancelaria podría hacer que China incumpliera las normas de la OMC.

Pero Xi tiene una forma más oblicua de atacar a Arnault. China grava con un “impuesto sobre el consumo” 15 categorías de bienes, y solo 6 de ellas se ajustan a la etiqueta de lujo: joyas, yates, equipos de golf, coches deportivos, y cosméticos y relojes de alta gama. Estos artículos se gravan con tipos variables que se añaden al impuesto sobre el valor añadido estándar del 13%. Por ejemplo, los relojes de más de 10.000 yuanes (1.300 euros) están gravados con un 20%, y los diamantes con un 5% adicional.

Extender este tipo de impuesto al consumo a los productos de LVMH, como los bolsos de piel, sería relativamente fácil. La mayoría de estos impuestos los recauda directamente la agencia aduanera china cuando llegan a la República Popular, pero algunos se cobran en el punto de venta. En todo caso, las dificultades logísticas para recaudarlos deberían de ser mínimas: la mayoría de los artículos de lujo se venden en tiendas, empresas como LVMH suelen llevar un registro detallado de los clientes y los recibos suelen ser necesarios para la atención al cliente. Y la idea cuenta con apoyo local. Según Zhao Hongwei, investigador del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin, China debería establecer un impuesto sobre el lujo del 100% para escarmentar a la UE.

Al no ser un arancel, este tipo de impuesto sobre las ventas ría infringiría las normas comerciales. También encajaría en una tendencia más amplia que ha llevado a Pekín a impulsar reformas fiscales internas. Los gobiernos locales necesitan desesperadamente nuevas y mayores fuentes de ingresos para pagar las deudas de infraestructuras, a medida que la crisis inmobiliaria ahoga su principal fuente de ingresos, la venta de terrenos. Y los seis impuestos al consumo preexistentes ya se recaudan para “promover la redistribución de la riqueza”.

Una respuesta de este tipo por parte de China podría provocar un escándalo para LVMH y empresas similares como Kering. Aunque ninguna de las dos concreta sus ventas en China, el país constituye la mayor parte de sus divisiones de negocio en Asia (que excluyen Japón), que representaron un tercio de los ingresos globales de ambas empresas en 2023. Aunque los grupos de artículos de lujo estarían tentados de repercutir los mayores costes a los consumidores chinos, las subidas de precios son más difíciles de llevar a cabo cuando la economía se encuentra en una recesión prolongada. Los analistas de Bank of America ya esperaban que la mayoría de las empresas de lujo evitaran subidas de precios enérgicas.

Una posible laguna del plan es que un impuesto sobre el lujo podría empujar a más consumidores chinos a hacer sus compras de este tipo en el extranjero. En Japón, por ejemplo, la afluencia de turistas chinos y la debilidad del yen provocaron un aumento del 57% de las ventas de LVMH en abril-junio. Pero esto seguiría siendo peor que el statu quo: según los analistas de JP Morgan, los precios allí eran de media un 12% más bajos que en China, mientras que el coste de los insumos japoneses, como la mano de obra, es más elevado.

Arnault no tiene garantizado convertirse en una víctima de la guerra comercial entre China y Europa. Pero desde la perspectiva de Xi, el lujo parece una forma relativamente indolora de vengarse de Bruselas en los próximos meses si Europa no da marcha atrás con los coches eléctricos. Y a diferencia de muchas otras formas de dar la vuelta a la tortilla, parece fácil de hacer tanto desde el punto de vista político como práctico.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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