Claves: una certidumbre inexistente para los caseros turísticos, y la espera de los criptoinversores
Se disparan en Barcelona las reclamaciones de los propietarios ante la Generalitat de Cataluña
Proliferan en Barcelona las reclamaciones de los propietarios de pisos turísticos ante la Generalitat de Cataluña, por el decreto que permite que los ayuntamientos decidan cuántos apartamentos de este tipo puede haber en cada urbe. El consistorio de la capital pretende acabar con los 10.000 que hay en ella. Los reclamantes sostienen que es un derecho adquirido, y que no se puede borrar así como así.
Los jueces decidirán, pero sorprende un tono tan tajante sobre un sector que siempre ha aprovechado la inexistencia de regulación ante una práctica tan novedosa. En otras ciudades se está dando otra situación de dudosa seguridad jurídica, pero en sentido contrario: el veto a las nuevas licencias hace que aumente la rentabilidad de las ya existentes. El conflicto recuerda al de los taxis y las VTC. De fondo está el arbitrio del poder público, que intenta equilibrar los intereses de los caseros (que no necesariamente son fondos buitres, pero que tampoco suelen ser pobres) con los de los inquilinos (que son algunos más, y con menor poder adquisitivo). Y tanto unos como otros votan cada cuatro años.
La espera de los fans de las criptomonedas con los recortes de la Fed
Los criptofanáticos están expectantes. Ansían que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, apriete el botón hoy y baje por fin los tipos de interés. Una estampa curiosa, toda vez que los criptoactivos nacieron con la vocación de evadirse del sistema, y ahora se agarran a la decisión de una de sus instituciones más representativas.
Con el precio del dinero a la baja, los inversores en bitcoin y otras criptomonedas esperan que la liquidez vuelva a los mercados, y que el capital se desplace a activos con más riesgo. Todo dependerá, para despecho de los partidarios más románticos, de Powell.
Una moda financiera de Washington a Berlín, pasando por Vitoria
¿Qué tienen en común Dublín, Berlín, Washington y Vitoria? No, no es un chiste de Eugenio. Son lugares –algunos más obvios que otros– donde las autoridades, ya sean estatales o regionales, está apostando por usar fondos soberanos como palanca de la política industrial. De acuerdo con la agencia Bloomberg, consejeros del presidente Joe Biden le han propuesto crear un fondo soberano que invierta en compañías estratégicas para el país. Se unirían así a Euskadi, que cuenta con un brazo inversor propio, pero que quiere que los fondos de pensiones apoyen a su industria. No está claro si Mario Draghi se refería a esto con su propuesta de invertir entre 750.000 y 800.000 millones de euros al año para aumentar la productividad.
La frase
En mi visita a Roma, abordaré con mi colega [Giorgia Meloni] el éxito italiano a la hora de erradicar la migración irregularKeir Starmer, primer ministro británico
La IA nos hace temer por nuestro empleo... pero no nos resistimos a usarla
A quién más, quién menos (con excepciones como los futbolistas y los albañiles), le inquieta que la inteligencia artificial de nueva generación le vaya a quitar el trabajo. Pero, a la vez, es difícil resistirse a la tentación de usar las herramientas, a menudo gratuitas, para crear textos, imágenes o vídeos, u otras múltiples tareas que hasta ahora resultaban engorrosas. Cierto es que, por ejemplo, las máquinas de fotos digitales, al alcance de todo el mundo, no han acabado con el gremio de los fotógrafos; y que, cuando se busque calidad, habrá que seguir recurriendo a profesionales. Pero los programas de IA ayudan para salir del paso, y ahorrar tiempo que se puede dedicar a otras actividades. Quizás, eso sí, más alienantes, como las redes sociales.