Las claves: los halcones y las palomas se liberan, y el Gobierno se pasa a la política de la insistencia
Los cambios que se avecinan en el BCE pueden reblandecer el tono del Consejo
En el fútbol, se llama palomas a los árbitros caseros, tendentes a favorecer al equipo local para evitar broncas del público (algo más importante aún en categorías inferiores), y halcones a los que no se arredran, aunque quizá tengan cierto afán de protagonismo. En los bancos centrales, esos papeles se reparten entre los partidarios de endurecer la política monetaria y los favorables a suavizarla. En el BCE predominan los primeros, aunque los cambios que se avecinan pueden reblandecer el tono del consejo. La sustitución de Pablo Hernández de Cos por José Luis Escrivá no se notará en ese sentid...
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En el fútbol, se llama palomas a los árbitros caseros, tendentes a favorecer al equipo local para evitar broncas del público (algo más importante aún en categorías inferiores), y halcones a los que no se arredran, aunque quizá tengan cierto afán de protagonismo. En los bancos centrales, esos papeles se reparten entre los partidarios de endurecer la política monetaria y los favorables a suavizarla. En el BCE predominan los primeros, aunque los cambios que se avecinan pueden reblandecer el tono del consejo. La sustitución de Pablo Hernández de Cos por José Luis Escrivá no se notará en ese sentido.
En el Banco de España, mientras, siguen los nombramientos, con el de Soledad Núñez como subgobernadora, por parte del Gobierno, ante la renuncia del PP a seguir la tradición (de que la oposición elige al número 2 de la entidad), en protesta por la designación de Escrivá. El currículum de Núñez es igualmente indiscutible, aunque también fue alto cargo de un Ejecutivo socialista. Pero, en sus nuevos cargos, tanto ella como su jefe tendrán las alas libres ante el poder político.
El Consejo de Ministros se pasa a la política de la insistencia
Aunque no las tiene todas consigo para aprobar unos Presupuestos, el Ejecutivo no se rinde, y ha decidido pasarse a la política de derribo por insistencia. El Consejo de Ministros aprobó ayer la senda fiscal que fija los objetivos de déficit y deuda, además del techo de gasto, un trámite necesario para configurar las cuentas públicas, y la misma que le tumbaron ya el PP y Junts. No decae en su empeño el Gobierno, que confía, con todo, en conseguir aprobar unos Presupuestos para el año que viene. A ver si, gracias al concierto económico –o pacto fiscal, o cupo...– de Cataluña, Junts esta vez no se lo tumba.
Un día grande para las autoridades comunitarias de competencia
Pocos placeres comparables con que alguien te dé la razón. Y si es por partida doble, en un solo día, vale la pena sacar el champán. Ayer, la justicia europea dio por buenos los argumentos de la autoridad de la competencia comunitaria por partida doble, y confirmó que Apple tendrá que devolver a Irlanda 14.000 millones de euros en impuestos –sus condiciones fiscales se han considerado una ayuda de Estado– y Google tendrá que pagar una sanción de 2.400 millones por abuso de su posición dominante, por favorecer en su motor de búsqueda a su servicio de comparación de productos. Dos decisiones raras en un mismo día, que dan un cierto alivio a una Dirección de Competencia que no está acostumbrada últimamente a ganar en los tribunales.
La frase
El Gobierno [británico] hurga en el bolsillo de los pensionistas con su plan de suprimir 1.500 millones de libras en ayudas para el invierno de las personas mayoresSharon Graham, secretaria general del sindicato Unite
Una misión imposible en España...a pesar de su fama
De España suelen decir los muy civilizados europeos del norte que tiene horarios imposibles; que se come y se cena tarde e, incluso, que se sale de fiesta hasta temprano (que no tarde). Sin embargo, y en contra de esa fama –difícil entrar en si es buena o mala– es muy complicado encontrar un establecimiento en el que se pueda comer –en el sentido de ingerir alimentos, pues la consideración de cena o desayuno se difumina– de madrugada, salvo que uno se entregue a la comida rápida. No ayudan las licencias, que limitan los horarios, ni tampoco que los hosteleros no estén dispuestos a pagar nocturnidades a sus empleados. Mientras, en París, capital de un país no precisamente caracterizado por sus horarios intempestivos, uno puede comerse un bistec en un bistró a las 2 de la mañana.