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Perfil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El obseso de los datos que quiere jugar con los grandes

Nikolai Storonsky, CEO de Revolut, busca competir contra los gigantes bancarios tras afianzar su empresa como la startup europea más valiosa

Nikolai Storonsky

En las tecnológicas emergentes, las famosas startups, el instrumento de medición más socorrido son los inversores. Básicamente, el ecosistema se fía del valor que les dan quienes arriesgan su dinero en ellas. Esto, a pesar de que, de cuando en cuando, el capital riesgo se deja llevar por la euforia y comete errores de valoración groseros. Valga el recuerdo de WeWork.

Lo normal, sin embargo, es que, más mal que bien, acierten. Hace un par de semanas, el neobanco Revolut revalidó su posición como startup europea más valiosa a ojos de los inversores. Lo logró tras superar los 45.000 millones de dólares de valoración, más de 40.000 millones de euros al cambio actual, tras vender, según cifras del Financial Times, unos 500 millones de dólares en acciones secundarias que en su mayoría obraban en poder de trabajadores de la propia empresa.

Aunque lo habitual es que estos esperen a que la startup salga a Bolsa para liquidar sus posiciones, los últimos y decepcionantes estrenos bursátiles que se están dando por la falta de financiación y el viento de cola que impulsa a Revolut han animado a muchos a vender.

El buen momento de la startup se puede resumir en números: 395 millones de euros de beneficio neto en 2023, 56 veces más que el año anterior, y unos ingresos que rondaron los 2.000 millones de euros, el doble que en 2022. En el primer semestre de 2024, Revolut experimentó además un aumento anual de sus ingresos superior al 80%, y una mejor rentabilidad, según sus cuentas internas.

Este éxito tiene nombre y apellido: Nikolai Storonsky (Moscú, 40 años), CEO de Revolut, el hombre que, harto de tener que pagar unas comisiones abusivas por cambios de divisa, decidió desafiar a la banca tradicional. Casado y con dos hijos, es amante del kitesurf y heredó el nombre y el apellido de su padre, que fue un alto directivo de Gazprom.

Quienes han trabajado estrechamente con él destacan su obsesión por el análisis de datos, su inteligencia, su ambición y su carácter obstinado y práctico. Martin Gilbert, que se incorporó a Revolut como presidente en 2019, subraya de él también otras facetas en el FT: “Tiene un gran sentido del humor y sabe escuchar, algo que mucha gente no ve. No comete el error de hablar demasiado, tiene la habilidad de limitarse a responder a lo que se le plantea sin necesidad de rellenar silencios incómodos. La gente confunde eso con otras cosas”.

La pasión de Storonsky por los números se dejó notar desde joven. Obtuvo un máster en Física por el prestigioso Instituto de Física y Tecnología de Moscú, pero abandonó pronto el camino de las abstracciones teóricas para aplicar lo que sabía al dinero contante y sonante. Otro máster en la New School of Economics de Moscú le abrió de par en par las puertas del mundo de los negocios, ávido de perfiles analíticos como el suyo. Primero, con apenas 22 años, lo reclutó Lehman Brothers para trabajar con derivados. Allí permaneció hasta que la caída del banco dio el pistoletazo de salida a la gran crisis de 2008. Ser testigo desde dentro de aquel hito lo volvió más precavido, como ha reconocido años más tarde. También aprendió otra importante lección: la soberbia podía hacer caer a cualquiera.

No pasó un año antes de que lo reclutara Credit Suisse también para trabajar con derivados. Para entonces Storonosky, que pasaba buena parte de sus jornadas viajando y cambiando de moneda, barruntaba ya una idea: tal vez, un neobanco podría competir con la banca tradicional creando una tarjeta multidivisa para abaratar y simplificar ese tipo de operaciones. En 2013, una vez obtenida la nacionalidad británica, abandonó Credit Suisse para fundar Revolut. Por el camino, fichó de su antigua empresa al ingeniero de software Vlad Yatsenko, que sigue siendo el responsable del departamento tecnológico.

Los conocimientos financieros de uno y los tecnológicos del otro hicieron el resto. Revolut fue ganando clientes de manera constante mientras ampliaba su negocio. En 2018, gracias al Banco de Lituania, obtuvo permiso para operar con depósitos y créditos al consumo en la UE, y para 2020 ya valía más de 4.000 millones. No obstante, el gran espaldarazo llegó en 2021, cuando, en una ronda de casi 700 millones liderada por Softbank, Revolut superó los 30.000 millones de valoración, lo que la convirtió en la startup europea más valiosa.

Pero no todo han sido buenas noticias. La startup ha crecido mientras han aumentado también las denuncias de trabajadores que hablan de jornadas laborales de más de 14 horas, extorsiones para que renunciaran a sus puestos cuando no eran considerados válidos y una cultura de trabajo peor que tóxica. Aunque, con el fichaje de perfiles de banca tradicional como el del propio Gilbert, Storonosky ha tratado de suavizar algo estas prácticas., Eel CEO, que en alguna ocasión ha reconocido que el 90% de su tiempo es trabajo, no ha parecido nunca incómodo con la idea de exigir lo mismo de cada uno de sus empleados.

No han sido sus únicos problemas. Los errores en la gestión de determinadas cuentas y la aparente inacción de la empresa ante casos de estafa han lastrado las posibilidades de Revolut de ser profeta en su tierra y obtener la licencia para operar en Reino Unido. El asunto desesperó tanto a Storonsky que el CEO llegó a afirmar que, de salir a Bolsa, lo haría antes en Nueva York que en Londres.

No obstante, las aguas parecen calmarse. Hace apenas unas semanas, Revolut recibió lo que se conoce como una autorización con restricciones, la antesala a poder operar en Reino Unido como banco de pleno derecho dentro de un año. Esto la pondrá a competir con entidades tradicionales como Barclays, fundada a finales del siglo XVII. Storonsky repasa una y mil veces sus proyecciones y piensa que las puede derrotar. Como poco, ya puede jugar con los grandes.

Renuncia a la nacionalidad

A finales de 2022, en plena invasión rusa de Ucrania, Storonosky, nacido en Moscú, renunció a su nacionalidad de origen. “Nick es ciudadano británico”, se limitó a decir entonces a Forbes un representante de la empresa. Meses antes, el CEO de Revolut ya se había desmarcado al pedir a la misma publicación que no recordara sus orígenes rusos

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