La decepción de los inversores con la inteligencia artificial

Dos años después del lanzamiento de ChatGPT, los mercados quieren recoger el beneficio de su inversión

El CEO de Nvidia, Jensen Huang, durante una presentación de la compañía en San José (California), el pasado marzo.Justin Sullivan (Getty Images)

Queremos saber el retorno de la inversión de las empresas tecnológicas por cada dólar invertido en inteligencia artificial”, dijo un directivo de la firma de inversión RBC Capital Markets a Bloomberg Technology. En las últimas dos semanas, grandes empresas tecnológicas han presentado resultados y la reacción del mercado (analistas e inversores) no ha sido positiva. También sucedió en empresas de otros sectores, como el lujo y la alimentación, pero por motivos distintos.

A finales de julio y principios de agosto las acciones de Amazon, Apple, Alphabet (Google), Meta, Microsoft y Tesla, c...

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Queremos saber el retorno de la inversión de las empresas tecnológicas por cada dólar invertido en inteligencia artificial”, dijo un directivo de la firma de inversión RBC Capital Markets a Bloomberg Technology. En las últimas dos semanas, grandes empresas tecnológicas han presentado resultados y la reacción del mercado (analistas e inversores) no ha sido positiva. También sucedió en empresas de otros sectores, como el lujo y la alimentación, pero por motivos distintos.

A finales de julio y principios de agosto las acciones de Amazon, Apple, Alphabet (Google), Meta, Microsoft y Tesla, cayeron. Parecían casos aislados, aunque hubo causas comunes en varias de las siete magníficas (excepto Nvidia, que presentará resultados a finales de agosto). Cuando el lunes las Bolsas mundiales cayeron fuertemente, la gran pregunta fue si la venta masiva de acciones era anticipo de recesión en EE UU.

No hay indicios de recesión –mucho menos de depresión, como apunta Donald Trump–. Si acaso, una lectura precipitada, poco reflexionada y cortoplacista de varios datos macroeconómicos y empresariales.

La semana pasada se reunión la Reserva Federal y no bajó los tipos, sugiriendo que podría hacerlo en septiembre si la economía americana mostraba signos de ralentización. Dos días después, viernes, el dato de empleo del mes de julio fue débil, aunque positivo: 114.000 nuevos puestos de trabajo (frente a los 175.000 esperados) y tasa de desempleo del 4,3% (versus 4,1% de junio). Una explicación: la economía estadounidense crea empleo ininterrumpidamente (excepto el primer semestre de 2020, por la pandemia) desde junio de 2009, siendo presidente Barack Obama. Que el empleo se tome un respiro en verano es algo que todo economista entiende; se llama estacionalidad. Y, probablemente, en septiembre, con la vuelta al cole, la creación de empleo repunte.

Miércoles pasado, tipos de interés. Viernes, empleo. Sábado, Warren Buffet (Berkshire Hathaway), anunció a la SEC (autoridad bursátil norteamericana) que había vendido la mitad de sus acciones de Apple, por valor de 76.000 millones de dólares. Esta sucesión de acontecimientos, unida a que el Banco Central de Japón vendió yenes para comprar dólares (carry trade, basada en la diferencia de tipos de interés entre Japón y EE UU). Todo ello provocó una venta masiva de acciones el lunes. Las siete magníficas (Nvidia incluida) perdieron ese día 656.000 millones de dólares y los índices bursátiles se tiñeron de rojo, por este orden: asiáticos, europeos y estadounidenses. Cinco días después, los índices estaban en positivo.

Los inversores querían recoger beneficios, hacer caja, como Warren Buffet. No se trató de un lunes negro, como en 1987, sino mera corrección del mercado. Buffet vendió acciones de Apple, porque en 2016-2017 invirtió 40.000 millones de dólares en la compañía y, desde entonces, la acción de de la tecnológica se ha revalorizado un 900%. De hecho, la petición de subsidios de desempleo, publicada este jueves, fue mejor de lo que esperaba el mercado, lo que disipó las superficiales especulaciones sobre una posible recesión en EE UU.

Cosa distinta es la decepción de los inversores institucionales con las empresas tecnológicas. Dos años después del lanzamiento de ChatGPT por OpenAI de la mano de Microsoft y la sobreabundancia de oferta que vino inmediatamente después (Google DeepMind, Anthropic etc), los inversores quieren recoger el beneficio de su inversión. Lo que han encontrado ha sido decepción. Como dijo Cathy Woods (ARK Investment Management) a Forbes, “los inversores no aguantamos más de seis meses la promesa incumplida del metaverso. Ahora, la inteligencia artificial tiene que rendir beneficios”.

Los inversores ven menos ventas y más inversiones en las BigTech. Amazon, Alphabet, Microsoft y Meta aumentaron ventas y beneficios en el último trimestre, pero por debajo de las expectativas del mercado. Incluso las ventas de la nube fueron menores de las esperadas en los casos de los líderes, Amazon Web Services (AWS), Microsoft Azure y Google Cloud. Los resultados fueron buenos gracias a sus negocios tradicionales: ventas retail en Amazon; software en el caso de Microsoft y publicidad online en el caso de Google (Alphabet) y Meta (Facebook, Instagram). En los cuatro casos, las empresas dijeron que aumentaban sus billonarias inversiones en IA, en 2024 y 2025. Lo cual dejó perplejos a los inversores: menores ventas y beneficios…, pero más gasto en inteligencia artificial…, de no haber sido porque los negocios rentables dieron –objetivamente– buenos resultados, la corrección punitiva del mercado hubiera sido mayor.

Además, como apuntó Cathy Woods, es difícil saber el rendimiento de la IA: está embebida en la nube y en los productos y servicios que ofrecen las firmas tecnológicas. Es necesario mayor poder de procesamiento en centros de datos y servidores y ordenadores, lo que aumenta la venta de chips con capacidades de inteligencia artificial. Pero no todos salen beneficiados por igual: Samsung Electronics aumentó ventas y beneficios, pero Intel e Infineon viven semanas aciagas. El mercado desea que las cuentas de Nvidia y AMD sean mejores.

Apple cayó en bolsa por menores ventas en China, común denominador con las firmas de lujo, LVMH (Louis Vuitton, Dior), Hermès (fabricante de los bolsos Birkin y Kelly) y Kering (Gucci). Los fabricantes de alimentación (Nestlé, Unilever, Danone) sufren por los elevados precios de sus productos en contexto de elevada inflación que duele al bolsillo consumidor, que ya en un 50% opta por la marca de la distribución.

Los inversores están decepcionados… con razones.

Jorge Díaz-Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de El New Deal de Biden-Harris.

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