Las claves: una derrota pírrica de IAG y la hora de llamar a mamá para los inversores
Los mercados aprueban la retirada del conglomerado de la operación con Air Europa
Fin del culebrón de IAG y Air Europa. O, al menos, de su segundo capítulo: el conglomerado que engloba a Iberia, Vueling, British Airways y Aer Lingus anunció el jueves que renunciaba a adquirir la aerolínea española. Tras un largo tira y afloja con las autoridades de competencia europeas, el grupo ha terminado por ceder ante Bruselas, que temía por las restricciones que pudiera imponer sobre el mercado europeo añadir una aerolínea más al ya extenso grupo.
Las condiciones impuestas por la Comisión han acabado por torcer el brazo de la compañía dirigida por el español Luis Gallego, en lo que apunta a ser una derrota pírrica. La renuncia ha pasado la prueba de algodón de los mercados, que han dado su visto bueno al abandono de una operación que estaba demasiado condicionada, haciendo avanzar con fuerza a la acción en Bolsa. Además, los inversores ven con buenos ojos los resultados presentados por el conglomerado, que, aunque ganó un poco menos, superó las expectativas. Dos derrotas que saben, sin embargo, a victoria.
Una nueva prórroga para poner en duda el nombre de la Torre Cepsa
La Audiencia ha acordado una nueva prórroga de la investigación por la venta de la Torre Cepsa, que empezó solo hace ocho años. Seis meses más para intentar localizar a Khadem Al Qubaisi, expresidente de la petrolera que da nombre, de momento, al edificio, y que hizo caja –100 millones en plusvalías– con su venta a Pontegadea, el vehículo de inversión de Amancio Ortega. Se ve que Emiratos Árabes Unidos no está siendo especialmente colaborativo. Una cuestión que tendrán que tener en cuenta los magistrados de la Audiencia es que, debido a estas pequeñas dilaciones, para cuando se decidan, Cepsa ya se habrá mudado.
Para los inversores, ha llegado la hora de llamar a mamá
Entre los inversores que comparten sus opiniones en redes sociales, hay una expresión recurrente, que viene a indicar que se acerca una tormenta: “Llamad a vuestras madres”. En la última semana, con las tecnológicas que han sostenido a unos tambaleantes mercados, los llamamientos a llamar a las progenitoras, para decirles lo mucho que las quieren –antes de que se acabe el mundo– se han disparado.
El último dato de empleo de Estados Unidos no ayuda, y los mercados ya temen que los tipos altos hayan conseguido el enfriamiento que tanto buscaba Jay Powell. El lado bueno es que, al menos, esto obligará a la Fed a relajar el yugo monetario algo más rápido, y así lo dan por descontado los inversores. A las madres, con todo, hay que llamarlas siempre que se pueda.
El próximo presidente de EE UU debe trabajar para unir a una nación profundamente dividida. Debería poner en su Gabinete a las personas con más talento, incluidas las de las empresas y las del partido opuestoJaime Dimon, CEO de JP Morgan
El atractivo de Madrid puede estar, más bien, en los ojos de la gente
Las grandes ciudades del mundo empiezan a parecerse demasiado: las mismas cadenas de tiendas y de restaurantes van laminando los locales más tradicionales. Es una consecuencia inevitable de la globalización, que consiste, en su mejor versión, en que los Erasmus se mezclen entre ellos y se les quiten las ganas de invadir al vecino. A cambio, visitar otro país pierde parte de la gracia (y dado que todo el mundo viaja todo el tiempo, es muy posible que te acabes encontrando a tu jefa en Noruega, por ejemplo).
En ese contexto de monotonía, Madrid puede competir por atraer visitantes con sus vistas arquitectónicas, pero quizá más aún con ese intangible llamado factor humano. Van Gogh prefería pintar los ojos de la gente que las catedrales.
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