Adiós a una figura inolvidable de la industria tecnológica
Un sector TIC sin Juan Soto, líder histórico de HP en España, habría sido como una Italia sin Verdi o una Inglaterra sin Shakespeare
Estas líneas están dedicadas a mi amigo Juan Soto, que nos acaba de dejar, como reconocimiento a su carrera, a su inspiración y a su honestidad. Un hombre que lideró HP durante más de 30 años y fue fuente de inspiración para todos los que tuvimos el privilegio de trabajar con él. Un maestro de maestros supo cómo nadie formar, motivar y preparar a las nuevas generaciones de profesionales.
Juan supo construir una organización sólida e innovadora que supo ganarse el respeto y la confianza de sus clientes, proveedores y partners bajo su gestión. Una trayectoria impecable de un hombre impecable que contribuyó como pocos a buscar el bien común y el desarrollo sostenible, apoyándose en sus principios, palabra y capacidad de acción.
Al Igual que el propio sector sobre el que proyectó sus valores y los principios que le convirtieron en una figura indispensable de nuestra industria. Hablar de Juan es hacerlo de alguien único e irrepetible, tanto en lo personal como en lo profesional. A veces pienso que si hubiera nacido en otra época, hubiera encajado perfectamente como ese maestro del Renacimiento, alejado de cualquier mentalidad rígida y dogmática.
Un Renacimiento que cree en el hombre y su capacidad y donde Juan hubiera sido un personaje como Miguel Ángel: esa persona en búsqueda constante por la excelencia. Un perfeccionista como pocos, que odiaba la mediocridad. Una exigencia por la perfección que empezaba por sí mismo y la contagiaba a todos los miembros de su equipo. Esa frase de Miguel Ángel que decía “La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas”, podría haber sido dicha por Juan perfectamente, ya que vigilaba la perfección y la excelencia hasta en los más pequeños detalles.
Una de las características que mejor le definían es que creó escuela. Es imposible encontrar a alguien en nuestro sector que haya formado a tantos directivos y de tanto nivel como él lo hizo. Haber trabajado con Juan imprimía carácter. Porque era un gran desarrollador de personas, siempre desde la razón y la lógica. Un desarrollo enmarcado dentro de la libertad y responsabilidad. Es como ese Miguel Ángel que esculpe poco a poco la pieza de mármol, que la va puliendo, hasta que consigue darle la forma perfecta que buscaba.
Eso sí, tenía una diferencia importante con Miguel Ángel: su cariño y cercanía a la gente. Juan ejerció como nadie el “managing by walking around”. Cuidaba y se interesaba por su gente como si fuera un padre.
Pero también en ese Renacimiento hubiera tenido algo de Gutenberg… y es que muchas de las revoluciones que se ha hecho en el mundo de la impresión se han hecho, de hecho, se están haciendo, desde el Centro de I+D de HP en Sant Cugat. Y este centro nunca hubiera existido sin la visión, sin el empuje y sin el empeño personal de Juan.
Por otro lado, también pienso que si Juan si no hubiera nacido en el Renacimiento, igualmente hubiera tenido cabida perfecta en la Antigua Grecia. Esa Grecia aristotélica en búsqueda constante de las virtudes éticas: la fortaleza, la templanza, la justicia. He conocido a poca gente con la obsesión por la ética y la moral que siempre tuvo Juan. Pero también hubiera sido un miembro notable de la escuela pitagórica. Una escuela que se caracterizaba por esa unión entre matemáticas, filosofía y música. Unión de tres de las pasiones de Juan. Ese buscar explicaciones a lo complejo, esa pasión por el pensamiento. Como decían en la escuela pitagórica, “la explicación de las cosas solo se llega por el intelecto con la ayuda de las matemáticas”.
También coincide con la escuela pitagórica en el gran valor del papel de la música. En ese vínculo entre las matemáticas y la música, y justamente en el sentido pitagórico, es decir, en el que supone relaciones entre la ciencia y el arte, entre lo creativo y lo aprendido. En el enorme papel que juega la música en la educación, el ocio, el placer y, no menos importante, en el conocimiento.
Juan destacó también como marido y como padre. Se desvivió por su familia, por sus cuatro hijas y por su mujer. Su felicidad era su prioridad absoluta. El cariño que les dio. Como cada semana intentaba hacer planes especiales, que siempre hubiera ilusión en casa. Su mayor disfrute era ver a su familia feliz...¡y me consta que lo consiguió!
En definitiva, como decía Luciano Berio, compositor italiano clásico y uno de los principales representantes de la vanguardia musical europea: “una Italia sin Verdi sería como una Inglaterra sin Shakespeare”. Yo lo extiendo a “un sector TIC sin Juan sería como una Italia sin Verdi o una Inglaterra sin Shakespeare”.
Su legado será imborrable y permanecerá para siempre en la memoria y en el corazón de todos los que le conocimos. Por eso he querido expresar mi eterna gratitud por mi gran maestro y mentor. Que su ejemplo nos inspira y nos compromete a seguir adelante, trabajando como siempre hacemos excelencia, responsabilidad y respeto hacia los demás.
Gracias, querido Juan, por marcarnos el camino.
Helena Herrero es presidenta de HP para Sur de Europa, Oriente Medio y Africa
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