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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una EPA para despejar dudas

Las críticas a la reforma laboral o al alza del SMI son legítimas, pero los datos parecen demostrar que el empleador tiene más en cuenta el mercado que las políticas

CINCO DÍAS
Una oficina de empleo.
Una oficina de empleo.EP

Cualquier vara de medir arroja la misma conclusión sobre los 783.000 empleos en 2023. Solamente en 2005, bajo una regularización extraordinaria de inmigrantes en el pico de la burbuja inmobiliaria, y en 2021 (año de la salida de la pandemia) España logró crear más empleo que en un 2023 marcado, a priori, por la inflación y el alza de costes para las empresas. Si se compara geográficamente, en lugar de temporalmente, Francia, Alemania e Italia juntas han creado 440.000 empleos en 12 meses. Solo la subida de 600.000 personas en la población activa ha impedido que la tasa de paro baje más, si bien se ha quedado en un 11,7%, con menos de tres millones de parados. Son cifras propias de la etapa de la burbuja inmobiliaria, pero sin el dopaje del ladrillo, tan dañino a medio plazo.

Cuando un empresario contrata a un empleado es o bien porque tiene perspectivas de aumentar el negocio o bien porque estaba estirando en exceso la plantilla. En todo caso, y dado que la inmensa mayoría del empleo creado es en el sector privado, la fuerte creación de empleo es el mejor termómetro de las expectativas económicas. Tampoco cabe achacar la subida al cambio de cómputo sobre los trabajadores fijos discontinuos; la pregunta de referencia de la EPA es clara: si el encuestado trabajó en la semana de referencia. Este cómputo sí condiciona la tasa de temporalidad. Pero, aun así, el empleo indefinido (discontinuo o no) ha crecido en 800.000 personas.

La fuerte subida del empleo coincide con una cierta agitación en torno a la normativa y las propuestas que surgen del Ministerio de Trabajo. Pero, de nuevo, quien decide contratar no es la ministra, sino los empresarios. Las críticas a la reforma laboral o al alza del SMI son legítimas, pero los datos parecen demostrar que, a la hora de decidir, el empleador tiene más en cuenta el mercado que las políticas.

Si hay una nota discordante en los datos es el sector industrial, que no termina de despegar. Por el contrario, España aprovecha el tirón de un sector servicios que es, por definición, intensivo en empleo. Pero no se trata solo de comercio y hostelería: se han creado más empleos en el sector de actividades científicas que en los dos apartados tradicionales (partiendo de una base mucho más baja). Son datos coherentes con las cifras recientes de comercio exterior, que destacan el aumento de las exportaciones de servicios. El récord de turistas ayuda, pero afortunadamente la economía española es más que sol, playa y ladrillos.

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