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Opa hostil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El elefante en la habitación en la reunión de Cuerpo con los banqueros

El bloqueo del PP a la renovación del CGPJ complica los pactos con el PSOE para los órganos de control económico, incluido el Banco de España

El Ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en el Spain Investors Day.
El Ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en el Spain Investors Day.Pablo Monge

Nobleza obliga. El nuevo titular de Economía, Carlos Cuerpo, ha querido esta semana hacer algo que debería ser normal, pero que ha parecido excepcional. Sus reuniones con la aristocracia del sector bancario, de Botín a Torres pasando por Goirigolzarri, no solo se enmarcan en la lógica sintonía institucional que el ministro del ramo ha de mantener con actores y sectores clave de la economía, sino que probablemente sean ineludibles cuando se acaba de llegar. Las formas importan. De hecho, la cuestión tendría un interés apenas protocolario si no fuera porque las entidades financieras han hecho gala en los últimos tiempos de su incomodidad con el Gobierno a raíz del novedoso impuesto alumbrado por Nadia Calviño. Como ella, Cuerpo es técnico comercial y economista del Estado. Sin embargo, accede al cargo sin los sesgos contra la banca que el sector percibía en la exvicepresidenta. “Esperemos que sea más corporativo”, exponían con fina ironía fuentes financieras, sin ocultar su esperanza sobre la mayor empatía del flamante ministro para dulcificar la relación.

No obstante, el sector afronta retos a corto y medio plazo que exceden las cuentas de resultados y fueron el verdadero elefante en la habitación de los cónclaves. En estos días, por ejemplo, mientras ministro y banqueros compartían mesa camilla, el Consejo de Ministros acordaba la tramitación urgente del anteproyecto de ley para la creación de la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero, un organismo que centralizará las reclamaciones de los usuarios que ahora reciben Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y Dirección General de Seguros. El perfil del elegido para gestionar esa instancia, cuya operativa el Gobierno quiere acelerar, puede hacer que la vida de los bancos -y su ya maltrecha reputación- se vea más o menos golpeada, en un escenario en el que las asociaciones de consumidores no son pacatas a la hora de quejarse del servicio que ofrecen y de sus reticencias a aplicar de oficio sentencias o códigos de buenas prácticas.

No es el único nombramiento, empero, cuya politización debería inquietar al sector. El actual gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ya prepara las maletas con el fin de su mandato a la vista, el próximo mes de junio. Con el diálogo entre PSOE y PP roto en mil pedazos, fuentes populares asumen que es papel mojado el tradicional pacto por el cual el Ejecutivo nombra al gobernador del banco y la oposición designa al subgobernador. En efecto, el hecho de que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) haya cumplido recientemente cinco años en funciones, sin un desbloqueo a la vista, impide una negociación integral de cualquier índole, con ramificaciones en la economía. El PP, que estaría dispuesto a sentarse para repartir los puestos clave del sector financiero, concede en privado que, con el actual cortocircuito de relaciones, eso no parece posible. De hecho, ya sea con aspirantes más políticos o más técnicos, se asume el rodillo, e incluso se teme una dupla a la catalana. No faltan nombres -incluso de trayectoria profesional inatacable- para satisfacer las eventuales cuotas, con un único ministro con el sello del PSC. La opción de David Vegara, siempre sobre la mesa, aflora un nombre con claro pasado político, en tanto número dos de Pedro Solbes en la era Zapatero. Estaría por ver que el exdiputado por Barcelona esté dispuesto a renunciar a la jugosa remuneración que actualmente percibe como ejecutivo del Sabadell. También barcelonesa, Montserrat Martínez, vicepresidenta de la CNMV, sería una apuesta más técnica, pero con recorrido en el propio Banco de España -fue jefa de gabinete en la época Luis María Linde- y en el sector, con un largo periplo en tareas vinculadas a la presidencia de CaixaBank.

No es el control del sector bancario lo único que está en juego en los próximos meses, sino también el bastón de mando sobre el reino energético. Fuentes gubernamentales descuentan que el Consejo de Ministros pondrá en marcha en breve, incluso también por la vía de urgencia, la nueva Comisión Nacional de la Energía (CNE), una suerte de escisión de la CNMC. Como publicó CincoDías, fuentes próximas al Ministerio de Transición Ecológica dan por hecho que la apuesta más segura para presidir el organismo es María Jesús Martín, actual consejera de la autoridad de Competencia y exdirectora general de Política Energética y Minas bajo la tutela de Teresa Ribera. Una forma de dejar todo atado y bien atado antes de concurrir a las elecciones europeas de mediados de año si, como parece, así lo decide el líder socialista.

La situación es harto incómoda para el PP. De hecho, en el caso de que fraguara el mejor escenario posible para sus intereses, véase una legislatura corta, se vería obligado a afrontarla con los principales núcleos de poder económico en manos de perfiles designados por el PSOE y sin apenas contrapesos. Eso sin contar las tomas de participación del Estado en empresas estratégicas, con el consiguiente nombramiento de consejeros que se avecina. El status quo también es endiablado para ejecutivos de entidades como las que esta semana se vieron con Cuerpo, que preferirían un escenario de mayor consenso entre las principales fuerzas políticas del país. No falta quien en la plutocracia patria incluso empujaría para que el PP diera un paso al frente, aunque fuera para escenificar el previsible atropello socialista.

Los lobbies empresariales y el Ibex, entretanto, tienen claro en qué ventanilla no se resuelven sus problemas. Si el plan A no funciona y los Cuerpo que habitan en la alta administración no abrazan sus propuestas, el plan B no pasa por la calle Génova y sí por el AVE que lleva a Barcelona o la autopista A-1 rumbo a Vitoria. En el primer caso, las cosas van a ponerse más fáciles. Tras sus pactos de no agresión con Garamendi, Josep Sánchez Llibre presenta en breve una suerte de delegación de Foment en Madrid, toda una plataforma de influencia. Una pica en Flandes en la capital para la que, por ahora, valen los eufemismos. Toca ahormar las estrategias.

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