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Opa hostil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sánchez y el Ibex se cortejan: “No cabe un pulso permanente al señor del BOE”

Galán, Del Pino o Entrecanales asoman en la nueva foto de Davos después de meses de tiranteces por la nueva fiscalidad y las críticas del Gobierno

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, esta semana en Davos.Fernando.Calvo (EFE/Pool Moncloa)

Enero de 2023. Pedro Sánchez se reúne con el Ibex en Davos. La misma celebración del cónclave ya parece un milagro, en pleno enfrentamiento más o menos soterrado de las empresas con el Gobierno. Impuesto a las energéticas y la banca, declaraciones públicas -con nombres y apellidos- contra unos ejecutivos que supuestamente no arriman el hombro, las críticas por la avalancha de beneficios... Ana Botín, Carlos Torres, José María Álvarez Pallete o Francisco Reynés, entre otros, consienten al menos en fotografiarse con el inquilino de La Moncloa. Dicen las malas lenguas que el feeling que se maneja en las grandes corporaciones es que el líder socialista, dado por muerto meses atrás, tiene opciones de repetir en las urnas desbravada la irrupción de Feijóo. Pese a todo, en el corrillo, faltan casi 200.000 millones de capitalización en el selectivo. En primer lugar, Inditex, empresa que se juega su balance en las tiendas y no en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Pero, sobre todo, Iberdrola e Ignacio Sánchez Galán, representado por Agustín Delgado, director de Innovación y Sostenibilidad de la empresa. En el mundo de las sutilezas y los pequeños gestos, todo un feo. De los que se toma nota.

Noviembre de 2023. Contra todo pronóstico, Sánchez logra los apoyos para repetir como presidente del Gobierno. Entre sus primeras intervenciones en materia económica, el Spain Investors Day en el arranque de año. Con un mensaje centrado en restañar heridas e impulsar la colaboración público-privada: “Los objetivos son compartidos: crecimiento económico y justicia social”. Días más tarde, nueva visita a Davos y una foto bien diferente, con nuevos actores. Para empezar, la presencia del propio Galán, con toda seguridad más conforme en estos días con la intención declarada del Ejecutivo de reconducir el impuesto a las energéticas. Para él, es clave que la nueva fórmula incentive las inversiones. Es consciente, del mismo modo, de que Europa ha ido validando las reformas energéticas planteadas por el ministerio de Teresa Ribera a la estela de la guerra de Ucrania. Poco margen aquí para la rebelión. Llamativa, también, es la asistencia de Rafael del Pino, tras la crisis provocada por su decisión de trasladar la sede de Ferrovial a Países Bajos, amén de su forma de comunicarlo en la avenida Puerta de Hierro. Esa inopinada decisión fue, sin duda, el peor rejón infligido desde el mundo de la empresa a Sánchez en la pasada legislatura. La imagen de Del Pino, a dos metros del presidente del Gobierno, ataviado con un elegante jersey de cuello vuelto negro, contiene una enorme fuerza. José Manuel Entrecanales, muy crítico en estos meses con la fiscalidad extraordinaria y la falta de estabilidad regulatoria, tampoco faltó a la cita y a la instantánea.

A partir de aquí, las interpretaciones. Fuentes al más alto nivel de una de las empresas presentes insisten en la necesidad de tender puentes por parte de las compañías, más por necesidad que por convicción o por la intuición de que algo ha cambiado en el nuevo Gobierno. A fin de cuentas, se trata de corporaciones que dependen de la regulación. “Yo creo que nadie se fía mucho de ellos, pero todos tenemos mucho regulado en España”, subrayan. Desde otra firma presente en Davos se canaliza también el discurso de las corporaciones españolas, con algún matiz adicional. “Ha sido un gesto de cortesía, de suma corrección. Sigue habiendo tiranteces, pero las empresas somos conscientes de que no podemos echar un pulso permanente al señor que gestiona el BOE. Eso sí, a nadie se le escapa que la normativa no depende estrictamente del Ejecutivo, en una legislatura farragosa con tantos intereses que conciliar a la hora sacar adelante las votaciones “. No falta quien incluso es crítico con las formas y con la estancia elegida para la reunión, cutre hasta decir basta.

Fondos europeos

En el corazón de las críticas que trasladan las compañías españolas en privado, destaca la deficiente operativa con los fondos comunitarios, al punto de referirse alguna de ellas a esa gestión como “un fiasco sin parangón en Europa”. Como publicaba esta misma semana El País, España no solo es el país de la UE que con más lentitud ha invertido los fondos estructurales, sino que apenas ha ejecutado el 63% del dinero comprometido a falta de un año para concluir el periodo fijado. También genera incertidumbre -y prevención- el intervencionismo rampante que se aprecia en esta enésima reencarnación de Sánchez, con la apuesta por adquirir un 10% de Telefónica a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), tras la irrupción de la saudí STC en accionariado, como principal argumento.

Precisamente, ese caldo de cultivo, con mayor cercanía y hasta participación del Estado en las cotizadas, ha empezado a espolear a los go-between que, como fulgurantes amapolas en primavera, florecen en el restringido ecosistema empresarial madrileño cada vez que se produce un cambio de gobierno. Basta revisar con cuidado los vencimientos de mandatos en puestos clave del Ibex y las cuitas de sus principales accionistas para especular sobre posibles encajes y aspiraciones. Especialmente expuesto se encuentra el mundo energético, estratégico para cualquier Ejecutivo y con deberes corporativos por delante. Conspicuos miembros del área económica del Ejecutivo ya enarbolan esas vacantes en ciernes y deslizan entre bambalinas esos nombres ilustres, ya sea por los ofrecimientos que les llegan o por las necesidades que detectan.

La última foto de Davos, si algo deja claro, es que los empresarios han aceptado antes que el PP cuál es el statu quo para, en principio, los próximos cuatro años. Y se preparan para hacer virtud de la necesidad, aunque sea a regañadientes y pese la sideral distancia que les separa del Gobierno en dosieres relevantes, Acusar a Josu Jon Imaz, primer ejecutivo de Repsol, de “negacionismo” y “retardismo” en su posición sobre la transición energética, como hizo en Davos Ribera, aflora esa brecha. Queda mucha quina por tragar.

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