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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cuánto invertimos en datos en España?

La pandemia ha supuesto un freno importante al avance en este ámbito, aunque equivale ya casi al 2% del PIB

Interior de un centro de datos.
Interior de un centro de datos.Andrey Semenov (Getty Images/iStockphoto)

¿Alguna vez se ha preguntado cuántos datos hay en internet o en formato electrónico? ¿Se sabe cuánto valen? No hay números oficiales, pero algunas estimaciones establecen que el volumen de datos existentes en todo el mundo podría llegar en 2024 a 124 zettabytes. Es decir, 124 seguido de 21 ceros, y cada día se crean datos por encima del exabyte (un número seguido de 18 ceros). Obviamente, no toda la información es nueva y hay redundancias. A una velocidad de internet habitual como la que podemos tener en casa, tardaríamos más de 970.000 años en descargar todos los datos existentes.

¿Pero tiene valor acumular estos datos? Obviamente, este volumen de información no se estaría creando si no fuese valiosa. El dato es lo que alimenta a muchas de las nuevas tecnologías emergentes y permite desarrollar y entrenar los algoritmos en los que se basa la inteligencia artificial, el machine learning, el internet de las cosas, etc.

Lo curioso es que, pese a la existencia de esta cantidad de información, no ha sido hasta muy recientemente cuando han empezado a desarrollarse indicadores que permiten valorar la inversión que se hace en datos. Por ejemplo, los datos no están incluidos en el PIB como un activo más. Se espera que entren en el sistema de cuentas nacionales de 2025. Sí se incluye la infraestructura necesaria para almacenarlos (los servidores, el software de soporte a la base de datos), pero no los datos propiamente dichos.

Como inversión en datos se entienden los recursos, humanos y materiales, que las empresas dedican a la generación, almacenamiento, formateo, estructuración, análisis de la información (inteligencia de datos) y su uso para las mejoras de procesos, para el diseño de productos o para su monetización mediante la transmisión a terceros. Según nuestros datos, la inversión en España alcanzó los 18.000 millones de euros en 2022, un 56% más que en 2011. En términos reales, el crecimiento medio anual fue del 3% durante todo el periodo. La magnitud de la inversión en datos representa el 1,3% del PIB en España en 2022 frente al 1,1% de 2011. El peso y su incremento es mayor si se compara directamente con la inversión total, ya que ha pasado de representar el 5,4% al 6,6% de la inversión total en el mismo periodo.

La importancia relativa del valor de los datos también queda de manifiesto si se compara su peso con el de otros intangibles que tampoco son incluidos en el PIB (imagen de marca, estructura organizativa, etc.), ya que los datos representan el 29% del total de activos intangibles. En comparación con la inversión en software y en infraestructuras de datos, el dato propiamente representa el 73%.

La inversión en datos se concentra en el sector de la información y comunicaciones (38% del total), en el de actividades profesionales, científicas y técnicas (18,8%) y en las Administraciones públicas de defensa y sanidad (13,7%), aunque hay inversión en datos, y empresas que se dedican como actividad principal a ellos, en todos los sectores.

Por tanto, la magnitud de lo que se invierte en España en datos no es una cuantía menor. Sin embargo, hay algunas cuestiones preocupantes. Primero, la pandemia ha supuesto un freno al avance de la inversión en datos. Aunque después de la crisis sanitaria volvió a aumentar, el ritmo de crecimiento no ha sido mayor que el del conjunto de la economía o de la inversión, por lo que ha retrocedido en relación con estas en comparación con 2019.

Segundo, la distribución geográfica de la inversión en datos está siendo desigual entre territorios, pues se concentra fundamentalmente en Cataluña (20,7% de la inversión total en datos), y sobre todo en Madrid (35,7%). Es decir, ambas regiones representan el 57% de la inversión en datos. Cataluña representa en el dato un peso similar a lo que supone la región en el PIB español (19,0%), pero en Madrid es mucho mayor (su peso en el PIB es del 19,5%). Además, Madrid concentra el 29,7% del total de empresas cuya actividad declarada está relacionada con el dato, y el 58,9% de su empleo. Por tanto, la concentración geográfica de la inversión en tecnologías con mayor potencial de futuro se centra en unos polos de desarrollo, quedando atrás el resto de las regiones.

Deberíamos apostar por la economía del dato por su potencial, pero para ello se necesita que las empresas y sus cuerpos directivos tengan claras las ventajas de apostar por la explotación de los datos. Se han de conocer y asimilar las oportunidades que ofrecen los datos. Se requiere voluntad firme de utilizarlos, y se necesita músculo financiero para poder realizar las inversiones y transformaciones de los modelos de negocio y de las estructuras productivas para poder capitalizarlas. Pero también existen barreras que abarcan desde la falta de cultura del dato, las dificultades para atraer talento, por su escasez, y el elevado coste que supone captar profesionales con los perfiles adecuados, así como los riesgos asociados a ciberseguridad.

En la oscuridad, la luz nos guía para descubrir lo que nos rodea. Bien utilizados, los datos pueden hacer lo mismo. Pueden permitir descubrir lo que se demanda de nuestros productos, segmentar clientes, anticipar problemas en procesos productivos, detectar ineficiencias, etc. Ya hace unos años, el semanario The Economist reconocía mayor valor a los datos que al petróleo, y, de hecho, los denominaba el petróleo de la era digital. También se ha comparado los datos con la luz solar porque en un futuro estarán en todas partes y serán la base de todo.

Juan Fernández de Guevara es profesor de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie

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