Un plan de ayudas de escasa puntería
Todo apunta a la necesidad de repensar la arquitectura de las ayudas a los hogares hipotecados para dirigirlas a aquellos colectivos en verdaderas dificultades
La decisión del Gobierno de pactar con la banca la ampliación del plan de ayuda a los hogares hipotecados constituye la respuesta obligada a la bajísima demanda de peticiones que ha generado la medida. Aunque el cálculo inicial del Ejecutivo contemplaba a un millón de familias como objetivo potencial, el número efectivo de solicitudes ha ascendido a 55.000, de las cuales se han aprobado solo unas 7.000. La ampliación de las ayudas se llevará a cabo a través de dos vías: por un lado, por el aumento del umbral de la renta exigida, que se eleva a 37.800 euros, y por otro, mediante la prórroga un año más del anexo que permite las amortizaciones (parciales y totales) y la conversión de créditos de tipo variable a fijo o mixto sin coste financiero.
Junto a la pobre respuesta en términos cuantitativos, el plan de ayuda a las familias hipotecadas ha errado también en el objetivo de focalizar sus recursos en aquellos hogares con menor renta. Así, según datos del Banco de España, las familias que acumularon más volumen de ahorros durante la pandemia o incluso durante la etapa anterior a esta se han acogido en mayor número al plan de ayudas, que les ha permitido reducir los costes financieros asociados a la liquidación de su crédito o a la conversión del préstamo a tipo variable en otro a tipo bajo o mixto. Los datos del supervisor cifran en un 20% el aumento de las amortizaciones llevadas a cabo desde julio del año pasado. El tramo de hogares que se ha liberado en mayor medida y de forma anticipada de su carga hipotecaria ha sido el de mejor situación económica, es decir, el que contaba con mayores ahorros y mayor margen para saldar su deuda.
Del análisis del Banco de España se concluye que el plan impulsado por el Gobierno ha errado no solo cuantitativamente, en cuanto a número de hogares auxiliados, sino también cualitativamente, al favorecer más a aquellos que menos lo necesitan. El balance demuestra, una vez más, la necesidad de diseñar con una técnica extremadamente depurada las medidas de socorro económico para que lleguen a aquellos colectivos más vulnerables o que estén en mayor riesgo de serlo.
La ampliación de las medidas pactadas con la banca, que son de carácter voluntario para el sector, engordará el número de hogares que pueden acceder a los beneficios, pero no corregirá necesariamente las disfunciones relacionadas con el nivel de renta. Todo apunta a la necesidad de repensar la arquitectura de las ayudas para dirigirlas a aquellos colectivos que están verdaderamente en riesgo de no poder pagar su hipoteca.
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