La forma más radical de intervencionismo en el alquiler, y la autoestima a prueba de bombas de los banqueros centrales
Sigue habiendo un porcentaje importante de arrendamientos de renta antigua
Los alquileres de renta antigua se promovieron durante el franquismo para facilitar el acceso a la vivienda a las personas vulnerables. Se abolieron en 1985, pero no de forma retroactiva, y por ley de vida cada vez van quedando menos, pero siguen siendo un porcentaje notable del total. Los propietarios llegan a contratar detectives para comprobar que el titular legítimo del contrato (subrogado, normalmente) sigue vivo y en el piso.
Es posible que a los ministros de Unidas Podemos/Sumar, siempre críticos con los arrendadores, les resulte simpática esta política de la dictadura. Es verdad...
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Los alquileres de renta antigua se promovieron durante el franquismo para facilitar el acceso a la vivienda a las personas vulnerables. Se abolieron en 1985, pero no de forma retroactiva, y por ley de vida cada vez van quedando menos, pero siguen siendo un porcentaje notable del total. Los propietarios llegan a contratar detectives para comprobar que el titular legítimo del contrato (subrogado, normalmente) sigue vivo y en el piso.
Es posible que a los ministros de Unidas Podemos/Sumar, siempre críticos con los arrendadores, les resulte simpática esta política de la dictadura. Es verdad que el mercado de este bien básico se presta a la especulación, pero también que para muchos integrantes de la clase media es la forma de inversión más sencilla; y no está exenta de problemas y riesgos en cuanto a los pagos, por ejemplo.
En la práctica, las políticas intervencionistas en el alquiler tienden a ser contraproducentes, porque los caseros siempre pueden optar por la compraventa. Salvo cuando el intervencionismo es tan radical como la renta antigua, claro.
PHI Industrial ha buscado, y no ha encontrado nada mejor que Colón
Quiero ser un bote de Colón / y salir anunciado por la televisión, cantaban Alaska y Dinarama; Un pingüino en mi ascensor, grupo muy vinculado al mundo publicitario, homenajeaba también en uno de sus temas a Manuel Luque, director general de la matriz Camp. Ahora Colón es propiedad de la multinacional Reckitt Benckiser, que ha decidido vender sus detergentes españoles al fondo PHI Industrial, que ya se hizo con Lladró y con la dueña de las cafeterías Café y Té. El precio previsto, 200 millones de euros. Ahora quizá tenga que anunciar la marca en TikTok para reverdecer viejos laureles.
Las pequeñas gestoras de fondos ya conocen el peligro de la automatización
Las gestoras de fondos conocen desde hace tiempo los inconvenientes de la automatización para su negocio. Ni siquiera hace falta inteligencia artificial: los fondos que replican a los índices, los ETF, han provocado una bajada general de las comisiones en el sector. Las pequeñas gestoras están sufriendo una fuga de clientes, y solo los bancos han conseguido mantener su cartera de clientes, a base de ofrecerles gestión de carteras y fondos con objetivo de rentabilidad. A eso se suma la burocracia impuesta por Mifid 2, que pretende, legítimamente, proteger a los inversores, pero que en la práctica encarece los costes y fomenta la concentración del sector, así como diversificación de la actividad de las gestoras. Sigue habiendo múltiples opciones, gracias a los ETF, pero de una índole distinta.
La autoestima a prueba de bombas de los banqueros centrales
Los bancos centrales son una especie de oráculo moderno, aunque también modifican el futuro con sus decisiones sobre política monetaria. Este miércoles toca escuchar a Jerome Powell, presidente de la Fed; la semana pasada fue el turno de Christine Lagarde, que aseguró no arrepentirse de nada, citando implícitamente a Edith Piaf.
No tiene problemas de autoestima la presidenta del BCE, quien, como sus colegas, no tiene que responder ante los electores. A priori, eso debería de hacerlos menos sensibles a los vaivenes emocionales de la sociedad y la economía. En la práctica, a veces parecen demasiado pendientes de sostener artificialmente la bondad de los datos macro, aunque sea a costa de facilitar en exceso el endeudamiento, como han hecho durante años.
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