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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los fármacos antiobesidad, la otra disrupción que empieza por G

Al igual que Chat GPT ha revolucionado la IA, el receptor GLP-1 está provocando grandes movimientos bursátiles en la industria sanitaria y otros sectores

FILE PHOTO: Pens for the diabetes drug Ozempic sit on a production line in Denmark
TOM LITTLE (REUTERS)

Sin duda, la inteligencia artificial está siendo la gran protagonista este año en las Bolsas. Desde que se lanzó la versión comercial del Chat GPT, algunas tecnológicas estadounidenses se han disparado. De hecho, si quitáramos a los siete magníficos, el S&P 500 estaría en negativo. Pero hay otra disrupción, la del GLP-1, que está provocando fuertes movimientos en las valoraciones no solo de las farmacéuticas que lo fabrican, sino en compañías de otros sectores. Y, al igual que la inteligencia artificial, puede que las cotizaciones estén descontando un futuro que puede ser aún muy lejano y que incluso podría no llegar a producirse.

¿Qué es esto del GLP? Son fármacos que activan el receptor GLP-1, estimulando la producción de insulina en el páncreas. Esto suele disminuir el apetito y aumenta la sensación de saciedad después de comer, al ralentizar el vaciamiento gástrico y la motilidad intestinal. La consecuencia habitual es una reducción de las calorías ingeridas a lo largo del día, por lo que el individuo pierde peso. Y en aquellos con propensión u obesidad, supone también un descenso del riesgo de problemas cardiovasculares y de diabetes.

El mercado potencial para estos medicamentos es inmenso, ante la plaga global de obesidad. Solo en EEUU se estima que hay 109 millones de personas obesas y otros 80 millones con sobrepeso. Las cifras de negocio que se proyectan son mareantes, explicando que Eli Lilly y Novo Nordisk estén subiendo más de un 50% este año, aumentando entre las dos su capitalización bursátil en casi 400.000 millones de euros y convirtiendo a la empresa danesa en la más valiosa de Europa.

Se suceden los anuncios de resultados satisfactorios de sus pruebas clínicas y de nuevas aplicaciones potenciales, llevando a muchos analistas a revisar al alza sus previsiones de ventas y de beneficios y a elevar los precios objetivo. El tiempo dirá si esas expectativas son realistas. Al final, como en otras revoluciones, mucho dependerá de si los precios bajan lo suficiente para hacerlo accesible a los usuarios potenciales. Porque el tratamiento cuesta unos 1.000 euros al mes, indefinidamente para evitar el efecto rebote.

Aquí es donde los números se complican. Solo una minoría tiene capacidad económica para afrontar sostenidamente ese gasto, y las aseguradoras solo lo están cubriendo cuando los ahorros en las enfermedades asociadas a la obesidad o la diabetes superan claramente el coste de los activadores del GLP. Por esto, el rango manejado de usuarios a medio plazo en EEUU oscila entre el 2% y el 7% de la población adulta, alrededor de 15 millones de personas. Solo una rebaja sustancial de los precios de venta podría convertirlos en medicamentos de uso generalizado y cubiertos por los sistemas sanitarios públicos y por las aseguradoras privadas. Algo que no sucederá pronto.

Precisamente por tratarse de una disrupción que tardará años en materializarse, sorprende la reacción tan negativa de los negocios potencialmente afectados por una menor ingesta de calorías. El subíndice de productores de alimentos del S&P 500 se ha desplomado un 20% desde mayo, el de cadenas de supermercados un 10% y los que fabrican máquinas de diálisis o inyectores de insulina bastante más, temiéndose una caída de sus ventas. También los Nestlé, Danone o Unilever han perdido terreno, en un periodo en el que las incertidumbres económica y geopolítica propician el refugio en negocios defensivos. En el extremo contrario, algún analista ha osado evaluar cuál podría ser el ahorro de combustible de las aerolíneas si sus pasajeros fueran más delgados.

Al igual que en cualquier disrupción, las expectativas suelen ir por delante de la realidad. Como inversores, lo mejor que podemos hacer es buscar una exposición diversificada a las empresas beneficiadas por una megatendencia más amplia e inexorable, la de los cambios demográficos y en los hábitos de consumo, que también tiene en cuenta a unas economías emergentes con gran potencial de modificar sus gastos y en las que, nunca mejor dicho, lo del GLP les puede sonar a chino.

Roberto Scholtes Ruiz es jefe de Estrategia de Singular Bank

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