Vasos comunicantes en el dividendo de la banca
Las entidades prestan menos porque el crédito es más caro y hay mayor riesgo de impago, pero eso no resulta del todo coherente con el aumento del ‘pay out’
Los inversores ponen su dinero en acciones de la banca con la esperanza de obtener una rentabilidad, sea en forma de revalorización del título o por la vía de los dividendos. Una acción sólida le da al banco margen para financiarse vía ampliaciones de capital y, con toda probabilidad, también en el mercado de renta fija. No obstante, maximizar el valor de la acción es una decisión estratégica de los gestores de las entidades, no una razón de ser de los bancos que, de hecho, no tienen por qué cotizar en Bolsa.
La subida de los tipos de interés ha disparado la rentabilidad de los bancos en los últimos trimestres, con alzas mareantes en el margen de intereses. Las cifras se han trasladado a la Bolsa, con alzas de entre el 37% y el 55% para BBVA, Santander o Sabadell, y ganancias mucho más tímidas para CaixaBank o Bankinter (a largo plazo, el balance es menos positivo). Los dividendos también trasladan al accionista el beneficio extra: el dividendo con cargo a 2022 en la gran banca española ha subido entre el 17,8% y el 57%. Y no entra en el cómputo un 2023 aún mejor que 2022.
En el afán por complacer al inversor, las entidades están apostando por subir la retribución en mayor proporción que el beneficio, es decir, aumentando el pay out (porcentaje de beneficio distribuido) a costa, obviamente, de la generación de colchones de capital ante unas eventuales vacas flacas. El asunto, siempre peliagudo, conduce en todo caso a un tira y afloja de argumentos repetitivos. La banca española peleó como gato panza arriba contra las provisiones anticíclicas que fijó el Banco de España en la época de la burbuja. Pero si de algo pecaron esas provisiones fue de insuficientes. Incluso los accionistas, en el largo plazo, habrían agradecido también una mayor prudencia.
El BCE apunta una vuelta de tuerca al asociar que la subida de los dividendos se está haciendo a costa de la reducción del crédito. Es decir, la retribución al accionista no solamente limita la capacidad de las entidades para acometer alzas de los impagos; también condiciona la concesión de préstamos. La restricción crediticia tiene sentido en un contexto de enfriamiento económico; los bancos prestan menos porque el crédito es más caro y hay mayor riesgo de impago. Pero este planteamiento no resulta del todo coherente con el aumento del pay out. Hoy los bancos tienen más capacidad de generación de beneficios que hace 12 meses, y mucha más que hace 24. Pero que lo puedan hacer y que sea algo bienvenido por la Bolsa no implica que sea la mejor decisión a largo plazo.
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