El petróleo puede desbaratar los planes del BCE
La anemia de la economía europea tendría que servir de catalizador para enfriar el precio del crudo, pero históricamente la demanda solo ha caído en las peores recesiones mundiales
El petróleo puede convertirse en el invitado desagradable que arruine los planes de quienes confían en que las subidas de tipos de interés en Europa tienen los días contados. La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos en funciones, Nadia Calviño, se felicitaba ayer en ese sentido, al señalar que “todo apunta” a que estamos ante el final del rally del precio del dinero y al augurar unos próximos meses de “más estabilidad y tranquilidad”.
Es cierto que las palabras de Calviño no son ni mucho menos gratuitas. Ha sido la propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, la que ha transmitido ese mensaje, pero lo ha hecho de forma condicionada y sin perder de vista que la inflación tardará todavía dos años en llegar al objetivo del 2%, una resistencia numantina alimentada, entre otros factores, por un precio del petróleo que ha vuelto a las andadas y que puede reventar los planes de Fráncfort o, al menos, retrasarlos.
El precio del Brent ha aumentado un 30% en tres meses y los analistas prevén que la factura alcance los 100 dólares por barril antes de final de año, dado que roza ya los 95. Son niveles que no se veían desde el pasado mes de noviembre y que preocupan tanto a la Fed como al BCE. Las razones de esta curva ascendente del crudo tienen que ver con una crisis de oferta provocada por los rápidos recortes de la OPEP+ y por el hecho de que Arabia Saudí y Rusia están aplicando recortes conjuntos de la producción, que serán de 1,3 millones de barriles diarios hasta final de año. A ello hay que sumar la solidez de una demanda que sigue siendo especialmente fuerte en Asia, pese a la pérdida de velocidad de la actividad en China.
No parece probable que el precio de la energía vuelva a disparar la inflación en la medida en que lo hizo tras el estallido de la guerra de Ucrania, pero la curva ascendente del petróleo es una amenaza real para la política monetaria de ambos lados del Atlántico, especialmente para un BCE que debe medir con compás el impacto de sus decisiones.
La anemia de la economía europea tendría que servir de catalizador para enfriar el rally del crudo, pero históricamente la demanda de petróleo solo ha caído en las peores recesiones mundiales, un escenario que a día de hoy no se corresponde con las constantes vitales europeas. Además, pese a las políticas y planes gubernamentales de descarbonización, las grandes economías continúan demandando petróleo de forma constante y creciente. Se trata de una realidad que a día de hoy no muestra visos de cambiar y con la que hay que contar en cualquier previsión o política que pretenda mantener un mínimo de credibilidad.
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