Una receta compartida para no perder la batalla de la inflación

La mejora de los salarios es una razonable compensación frente a muchos meses de sacrificio, pero la consolidación de esa tendencia puede provocar efectos de segunda ronda

Varios turistas son atendidos por un camarero en Valencia.Biel Aliño (EFE)

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, justificaba este jueves la decisión del organismo de no poner fin a las alzas de tipos por dos variables cuya evolución preocupa a Fráncfort. Por un lado, la resistencia numantina de la inflación subyacente, que parece inmune a la política monetaria y no está respondiendo a la medicina del BCE. Por otro, una actividad que pierde fuelle en la zona euro, junto a una subida de los costes salariales que podría alimentar tensiones inflacionistas de segunda ronda.

Tras una larga travesía en el desierto durante la cual los trabajadores han visto subir los precios sistemáticamente por encima de sus nóminas, los salarios están comenzando a crecer a un ritmo superior al de la inflación. Así lo refleja en España la última encuesta trimestral de coste laboral del INE, que concluye que el coste salarial medio creció un 6% respecto a 2022 en el primer trimestre del año, mientras los precios, en el mismo periodo de tiempo, aumentaron solo un 5,1%. El cambio de tendencia supone un balón de oxígeno para unos trabajadores que han soportado una pérdida de poder adquisitivo que comenzó tras la pandemia con la crisis de desabastecimiento y continuó con la guerra de Ucrania y la crisis energética, todo lo cual ha actuado como una olla a presión para los precios.

En ese árido escenario inflacionista, la moderación del acuerdo salarial alcanzado el pasado mayo por sindicatos y empresarios ha funcionado como una suerte de pacto de rentas con cesiones por ambas partes. En el caso de los sindicatos, esas cesiones implicaron la renuncia a la recuperación del poder adquisitivo perdido en 2022 por casi once millones de trabajadores con convenio, así como la propuesta de incorporar al acuerdo una fórmula para ligar parte del incremento salarial a la marcha de las empresas en cada sector mediante un indicador objetivo.

Dado que hasta ahora el esfuerzo que han soportado las plantillas ha sido en general superior al de las empresas, que han mejorado márgenes y en algunos casos también beneficios, la mejora de los salarios constituye una razonable compensación frente a muchos meses de sacrificio. Pero la consolidación de esa tendencia a medio plazo tiene potencial para provocar los peligrosos efectos de segunda ronda que teme el BCE y para echar por tierra todo el esfuerzo realizado hasta ahora. La prudencia, la responsabilidad y la voluntad de compartir renuncias parece la mejor receta para evitar ese escenario.

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