El discreto y creciente poder italiano en España

Sus empresas han tomado posiciones clave en energía (Endesa), infraestructuras (Abertis y Cellnex), medios (Mediaset y Unedisa) y automóvil (Stellantis)

José Bogas, consejero delegado de Endesa; Juan Sánchez-Calero, presidente de Endesa; y Francesco Starace, consejero delegado y director general de Enel.Pablo Monge

El nombramiento de Marco Patuano como consejero delegado de Cellnex pone encima de la mesa el enorme poder que empresas italianas acumulan en España de una manera discreta e imparable. Es notable su presencia en medios de comunicación, con la familia Berlusconi en Mediaset (Telecinco y Cuatro) y Cairo en Unedisa (El Mundo, Expansión y Marca); en energía, donde la empresa pública Enel, posee el 70% del capital; en la industria del automóvil, donde Stellantis, cuyo primer accionista es la familia Agnelli, controla factorías claves como la de Citröen en Vigo y la de Opel en Zaragoza, o en seguros, donde Generali se coloca como la séptima compañía del sector.

En las últimas operaciones hay un nexo común: la retirada de Fundación La Caixa de sectores empresariales para centrarse en el financiero, CaixaBank, donde está su origen, como ya sucedió a finales del siglo pasado con los grandes bancos. La falta de importantes capitales privados españoles ha sido una constante en España, y una de las grandes diferencias con Italia, de manera que el proceso desinversor de la banca y del Estado se convirtió en una gran oportunidad para que inversores extranjeros, entre ellos los italianos, tomaran posiciones en el mercado español.

En 2018, Abertis, el primer grupo español de autopistas, dejó de estar controlada por el mundo La Caixa de Isidro Fainé para pasar a manos de los italianos de Atlantia y ACS, que comparten la propiedad, aunque los primeros con una acción más. Atlantia, que desde hace dos meses se llama Mundys y ha sido excluida de cotización en Bolsa, es una alianza entre la familia italiana Benetton y el gigante norteamericano Blackstone, que pretende convertirse en líder en las nuevas formas de movilidad.

Cellnex tiene su origen en los activos de telecomunicaciones de dos empresas públicas, Autopistas Concesionarias Españolas (Acesa) y Retevisión, que acabaron en Abertis y esta compañía terminó segregándolos en 2015 para sacarlos a Bolsa. Desde su fundación, el primer ejecutivo ha sido Tobías Martínez Gimeno, que dejará su cargo a Marco Patuano el 1 de junio. El proceso de relevo de Martínez Gimeno, que lleva desde el año 2000 al frente de estos negocios y ha liderado su expansión internacional, ha sido tormentoso. El primer accionista de la compañía, el fondo activista británico TCI, que tiene algo más del 9%, ha provocado el cese del presidente, Bertrand Kan. Pero quien ha colocado el nuevo CEO, a Marco Patuano, es el grupo Benetton, dueño del 8% del capital. La Fundación Bancaria la Caixa, que posee el 4,7% de Cellnex, lo que la sitúa como quinto accionista, no parece haber pintado mucho.

La familia Bonomi es otro de los patrimonios transalpino que ha sabido aprovechar la retirada de La Caixa de algunos negocios para tomar posiciones. En 2009, cuando la crisis económica llegaba a España con fuerza, Investindustrial, su instrumental, compró a CriteriaCaixa el 50% de PortAventura y dos años después se hizo con el 100%. En 2013 vendió el 49,9% al fondo KKR y recuperó buena parte de la inversión y aún poseen la mayoría y el control de uno de los parques de ocio más rentables de Europa.

Pero la que seguramente es la inversión italiana más llamativa es la de Endesa. La Empresa Nacional de Electricidad SA era la mayor eléctrica de España y Latinoamérica y comenzó su privatización en 1988 con el gobierno de Felipe González, que vendió el primer 25%, y se remató con José María Aznar, quien colocó al frente de la compañía a Manuel Pizarro. En 2005, con José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa, Gas Natural, entonces aún bajo la órbita de La Caixa, lanzó una OPA sobre Endesa a la que Pizarro se opuso con éxito. Evitó que los catalanes, como decían en los entornos conservadores, se quedaran con la gran eléctrica española, para que se la quedara el Estado italiano. En 2007, Acciona y Enel, la empresa pública italiana gemela de Endesa, se hacen con el control de la compañía. Dos años después la constructora española sale con 9.600 millones en efectivo y negocios de renovables valorados en 2.900 millones y Enel se queda con el 92% de Endesa.

Posteriormente, en 2014, Enel compró a Endesa sus filiales en Latinoamérica por 8.253 millones de euros y aprobó que la empresa española repartiera un dividendo de 14.605 millones. La empresa pública italiana se llevó el 92% de ese dividendo (13.437 millones) y con él pagó la compra de los negocios en Latinoamérica (8.253 millones) y aun le sobraban 5.184 millones para reducir deuda. A finales de ese mismo año, Enel colocó en Bolsa un 22% de Endesa por 3.200 millones. En resumen, Enel invirtió alrededor de 36.000 millones en Endesa y ya ha recuperado en efectivo una cantidad similar (31.500 millones en dividendos de 15 años y 3.200 de la venta de acciones) y sigue teniendo el 70% de Endesa y los negocios de Latinoamérica.

Esta es una de las operaciones más escandalosas que se han realizado en la historia económica de la democracia española, porque se hizo sobre una compañía que opera en un sector estratégico, porque el negocio se hizo con el patrimonio acumulado durante décadas en una empresa que se había creado desde el Estado español y porque el beneficiario final es una empresa pública propiedad de otro país. Por eso el PSOE y el PP se avergüenzan cuando se les recuerda.

Borja Prado, actual presidente de Mediaset España, tuvo que asumir esas operaciones como presidente Endesa, cargo que ocupó de 2009 a 2019, además de haber sido consejero dos años antes. Prado ha sido un hombre clave de los intereses italianos en España, ya que antes de ser el primer ejecutivo de Endesa lo era de Mediobanca (2007-2014), el banco de inversión epicentro de los negocios made in italy. Fue sustituido por José Bogas, un directivo que ha crecido durante sus 40 años en la compañía, y que ahora ve como su continuidad termina dependiendo de la primera ministra italiana, Georgia Meloni, que acaba de ejecutar el cambio de CEO en Enel.

Esta sorprendente presencia italiana en España no guarda correlación inversa, y no por falta de interés. Fueron muy notorios los obstáculos que se pusieron al BBVA para la compra de la Banca Nazionale del Lavoro, que acabó en manos de los franceses de BNP, o a Telefónica para entrar en Telecom Italia. A España le falta pasta y finezza

Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense

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