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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El éxito del club de Garamendi y la fábula del litio

Los nuevos miembros de CEOE quieren seguir en una sociedad que los acepta como socios

CINCO DÍAS
El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, tras su victoria en las últimas elecciones de la patronal.
El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, tras su victoria en las últimas elecciones de la patronal. Pablo monge

CEOE no habrá tenido que recurrir, como hacen las ONG, a captadores de socios que se apostan en puntos concurridos de las ciudades, pero de una forma u otra ha logrado, en los cuatro años de mandato de Antonio Garamendi, incrementar de forma notable el número de sus miembros. Entre los fichajes están Mango o Iryo, y en total son un 51% más que cuando tomó las riendas el presidente actual. También hay un 24% más de asociaciones sectoriales Además, ha conseguido que los socios que entran se mantengan más allá del año inicial; es decir, que les gusta pertenecer a un club que acepta como socios a gente como ellos, dándole la vuelta a la frase de Groucho Marx.

Esta mayor representatividad viene a redimir a la gran patronal española de una de las acusaciones que históricamente ha recibido: que no estaba lo suficientemente conectada al día a día corporativo. Contrasta este innegable éxito de Garamendi –al que sí se puede acusar de una política errática con respecto al Gobierno– con la intensa oposición interna de Foment de Traball, integrada en CEOE, pero que ha abierto oficina propia en Madrid.

La fábula del litio, o de cómo los problemas se terminan resolviendo

El litio ha pasado de ser el metal más deseado del planeta, y de protagonizar polémicas como la de la mina de Jodar, en Serbia, que se paró por las protestas de los ecologistas (y el tenista Novak Djokovic), a que el aumento de la producción –y el descenso de la demanda china– haya rebajado su sex appeal a cotas ordinarias. Este péndulo es tan viejo como la humanidad, pero además da esperanza en lo relativo a la transición energética. El uso del sodio como metal clave de las baterías, que ya están aplicando empresas como BYD, indica también que el ingenio humano resolverá muchos de los problemas que ahora parecen imposibles.

Las SPAC no eran malas sobre el papel, pero vivían de la burbuja de inversión

El regreso a la realidad de los bancos centrales está reordenando de forma drástica una asignación de capital demasiado alegre, en la que las SPAC parecían tener un papel más serio que las criptos o las acciones meme. Sobre el papel, las SPAC no son especialmente negativas para el ecosistema inversor; no dejan de ser una fórmula más para favorecer las salidas Bolsa. Pero en el mundo real, se ha comprobado que su mayor atractivo residía en la inmensa abundancia de liquidez promovida por los tipos cero, y que con la normalización monetaria las cuentas ya no les salen a los intermediarios, que prefieren devolver el dinero a los accionistas. Muchas de las SPAC apostaron por proyectos futuristas, relacionados con los coches eléctricos, o tecnologías aún más inciertas.

La frase del día

“Si los minoristas no repercuten la bajada de los precios mayoristas de los alimentos, les citaremos en el Ministerio, y si eso no basta, utilizaré todos los poderes a mi disposición”

Bruno Le Maire, ministro de Economía francés

El alquiler de ropa ayuda a no repetir modelo, pero no soluciona todos los inconvenientes

La ropa va cerca de la piel, así que es bastante más personal que un coche, y por tanto se comprenden los recelos tanto contra las prendas de segunda mano como contra las de alquiler. Pero la preocupación ambiental y la crisis económica (suele ser más lo segundo que lo primero) han mejorado notablemente la reputación de la ropa usada; la que se alquila aspira a alcanzar ese estatus, aunque por ahora es más minoritaria. No deja de ser algo más propio de personas con alto poder adquisitivo, que pueden permitirse un gasto mayor y comprársela nueva. Es útil para aquellas con gran exposición pública, que no quieren repetir modelo; pero eso no evitará las maledicencias de quienes detecten que un mismo traje haya sido utilizado por personas distintas de forma sucesiva.

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