Los aviones y la fiebre sostenible, y el nuevo chip de Cellnex
El transporte aéreo se mantiene un poco al margen de las restricciones de Bruselas
En la transición verde, hay unos sectores más iguales que otros, parafraseando Rebelión en la granja. Es verdad que el desarrollo de combustibles sostenibles para la aviación está lejos de parecerse a los avances en coches eléctricos, pero estos tampoco son baratos precisamente, y sin embargo las autoridades europeas han puesto plazos exigentes para que dejen de venderse vehículos de combustión (y se restringe su uso en las ciudades), mientras son bastante más flexibles con los aviones, que no son transporte público o de primera necesidad. Es más, los aviones privados ni siquiera están sujetos a la normativa de derechos de emisión, y la sugerencia de hace unos meses de Francia de restringir sus movimientos se ha volatilizado del debate público. Es verdad, eso sí, que abundan las propuestas políticas para eliminar los vuelos cortos si hay alternativa en tren; más razonable sería aumentar los impuestos del avión para compensar su impacto ambiental y energético. Y que el mercado de emisiones de carbono acabará haciendo efecto en el coste de volar, y repercutirá en el volumen de viajes.
Los bancos prefieren vender fondos que depósitos, y les funciona
Igual que en las rebajas de enero las ofertas aparentemente más jugosas pueden ser en realidad las que más margen dejan al vendedor, los bancos prefieren ofertar fondos de inversión en renta fija, que les suponen nutrititivas comisiones, a aumentar los intereses que pagan por los depósitos. Y les está funcionando, porque los flujos de capital hacia estos vehículos algo más arriesgados están siendo espectaculares.
Quizás la cosa cambie en julio, cuando las entidades tengan que devolver miles de millones de liquidez al BCE: tendrán que renovar los catálogos de productos que dejan en los buzones.
Cellnex cambia el chip con muchos costes, pero posición de ventaja
Si Cellnex ha sido para muchas operadoras de telecomunicaciones el actor que les ha permitido descartar activos para reducir deuda, ahora es la propia compañía de infraestructuras la que necesita bajar el gasto para conseguir el grado de inversión para su deuda, y para aminorar una factura creciente por la normalización monetaria.
La compañía, que acaba de vivir una crisis de gobernanza en la que el activista Chris Hohn, del fondo TCI, ha colocado a su candidata en la presidencia, debe cambiar el chip rápidamente ante la escasez de objetivos interesantes en el mercado. A cambio, su importante dominio de un sector muy concentrado (todo lo contrario que el de las telecos, curiosamente) le da ventaja en la negociación de costes con sus proveedores.
Renovar los electrodomésticos encaja en los planes ambientales
Cambiar un electrodoméstico, salvo que esté roto de necesidad, no es la prioridad de los hogares españoles en un tiempo de inflación; es algo que quizás sí se plantearían en tiempos de mayor bonanza, justamente para adquirir artículos más eficientes en materia energética, y que acabarían amortizando por el ahorro de luz.
De ahí que las patronales del sector hayan diseñado un plan de renovación, que explicarán a la ministra de Transición Ecológica (que, a este respecto, y a otros, parece tener más peso que el titular de Industria, que también podría ser el destinatario de la petición). Desde luego, encaja en las estrategias de sostenibilidad, y afectan a todo tipo de hogares de consumidores, en particular a los vulnerables.
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