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La Lupa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La mutación de Nadia Calviño, de tecnócrata a azote empresarial

Su incursión en la junta de Ferrovial es el colofón a un giro desde la ortodoxia económica al oportunismo político que la puede llevar a nº 2 de Sánchez por Madrid

Vista general de la Junta General Ordinaria de Accionistas de Ferrovial, en el auditorio ONCE, a 13 de abril de 2023, en Madrid (España). Durante la Junta, los accionistas han votado el traslado de la sede social de la empresa a Países Bajos por la absorción de Ferrovial por parte de Ferrovial International SE. Durante el encuentro, también se ha sometido a aprobación la reelección del consejero delegado, Ignacio Madridejos, en la categoría de consejero ejecutivo.
13 ABRIL 2023;FERROVIAL;PAISES BAJOS;JUNTA;ACCIONISTAS;TRASLADO
Alberto Ortega / Europa Press
13/04/2023
Vista general de la Junta General Ordinaria de Accionistas de Ferrovial, en el auditorio ONCE, a 13 de abril de 2023, en Madrid (España). Durante la Junta, los accionistas han votado el traslado de la sede social de la empresa a Países Bajos por la absorción de Ferrovial por parte de Ferrovial International SE. Durante el encuentro, también se ha sometido a aprobación la reelección del consejero delegado, Ignacio Madridejos, en la categoría de consejero ejecutivo. 13 ABRIL 2023;FERROVIAL;PAISES BAJOS;JUNTA;ACCIONISTAS;TRASLADO Alberto Ortega / Europa Press 13/04/2023Alberto Ortega (Europa Press)

Hace un mes que falleció Pedro Solbes uno de los p+ocos ministros capaz dimitir por discrepancias y/o injerencias del presidente del Gobierno en su negociado. Era el 7 de abril de 2009, trece meses después de que el PSOE volviera a ganar las elecciones generales, le dijo a José Luis Rodríguez Zapatero que se iba, cansado de las medidas “gratuitas” de expansión del gasto y harto de que hiciera más caso a Miguel Sebastián, el ministro de Industria, Turismo y Comercio. Zapatero dejaba irse al hombre que había utilizado en 2004 para tranquilizar a los mercados. Fue entonces cuando recurrió a Pedro Solbes, que era el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, para entregarle los ministerios de Economía y Hacienda, además de la vicepresidencia 2ª.

Ese patrón trató de seguir Pedro Sánchez, cuando un junio de 2018 alcanza la presidencia del Gobierno tras desbancar a Mariano Rajoy a través de una inesperada moción de censura. De nuevo, para serenar a los mercados, el presidente socialista se fue a Bruselas en busca del aval. Así es como llegó Nadia Calviño, que llevaba doce años en puestos de alto nivel en la UE, los cuatro últimos al frente de la Dirección General de Presupuesto Comunitario de la CE. En el primer Gobierno, que duró año y medio, fue Ministra de Economía y Empresa y en el segundo, el de coalición, fue ascendida a vicepresidenta, lo que auguraba un difícil papel a Nadia Calviño, ya que uno de sus principales cometidos iba a ser frenar a Podemos.

El 20 mayo de 2020, pocos días después de levantarse el confinamiento, para sacar adelante la prórroga del quinto estado de alarma, los grupos parlamentarios de PSOE y Podemos firman con Bildu un documento en el que se comprometían a “derogar de manera íntegra la Reforma Laboral de 2012 impulsada por el Partido Popular”. Nadia Calviño, que a diferencia, por ejemplo, de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ni es militante socialista ni diputada, amenazó a Pedro Sánchez con dimitir si se mantenía ese acuerdo. Aquel mismo día se rectificó el acuerdo, Adriana Lastra cayó en desgracia y Nadia Calviño se coronó definitivamente como la gran defensora de la ortodoxia económica dentro del Gobierno y látigo de Podemos. De ahí que se puedan encontrar centenares de crónicas sobre los continuos enfrentamientos con Pablo Iglesias y con Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social. Pero toda esa acidez entre la tecnócrata de Bruselas y los morados se fue disolviendo. En mayo de 2021, las elecciones anticipadas de Madrid sacaron a Pablo Iglesias del Gobierno y del Congreso. A finales de diciembre de ese año, el Gobierno acordaba la reforma laboral (nada de derogación) y en febrero de 2022 la aprobaba el Congreso de los Diputados, con lo que desaparecía el principal punto de fricción entre Calviño y Díaz. Al tiempo, los buenos resultados de esta reforma, con fuerte caída de la temporalidad y récord histórico de cotizantes a la Seguridad Social, han convertido a Díaz en la persona mejor valorada del Gobierno, lo que ha dado fuerza a su proyecto político Sumar y la ha distanciado de Podemos, quizás de forma irremediable.

El punto de inflexión llegó con el desastre de la izquierda en las elecciones andaluzas de junio de 2022, en las que el PP sacó mayoría absoluta. Ahí Pedro Sánchez vio que su gestión no calaba en el votante y que Alberto Núñez Feijoo era una amenaza real. La reacción vino en su intervención en el debate del Estado de la Nación, donde anunció un impuesto extraordinario a las empresas energéticas, a los bancos y a las grandes fortunas. Fue el inicio de la campaña: Sánchez el de los débiles y Feijóo el de los empresarios.

El aumento de tasas a las energéticas y grandes fortunas se ha producido en muchos países. Sin embargo, el impuesto extra a la banca sólo se ha establecido en Polonia, Hungría y España. De ahí que no sorprenda que el Banco de España y el Banco Central Europeo hayan dicho, a su manera, que es un error crear una carga fiscal añadida bajo la hipótesis de que los bancos se están “forrando” con la subida de los tipos de interés. No hay más que ver la caída de varios bancos americanos o Crédit Suisse para entender que no hay un automatismo entre subida de tipos y de beneficio.

Esto lo sabe especialmente Calviño, por lo que sorprendió su alineamiento entusiasta con el presidente del Gobierno. Pero quizás el cambio definitivo en la tecnócrata se produjo en la sesión de control del Gobierno en el Congreso de los Diputados del 5 de octubre pasado. Ese día, Espinosa de los Monteros (Vox) le hizo una pregunta con su habitual tono y Calviño le respondió con tal contundencia y soltura que puso en pie a todos los diputados del PSOE y de Podemos, también a los morados.

Desde entonces, el coro de aduladores no ha parado de regalarla el oído con coplas que la sitúan como recambio de Pedro Sánchez. Puede que hasta se lo haya creído, de lo contrario no se entiende que sea ella quien encabece la manifestación contra la propuesta de Ferrovial de llevar su sede a Países Bajos. ¿Qué sentido tiene que su número dos, el secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa de España, mande una carta al CEO de Ferrovial para presionar a los accionistas de una empresa privada? Calviño, la tecnócrata de Bruselas, sabe que los gobiernos no tienen que meterse en las decisiones de los accionistas y es difícil de entender que sea su ministerio el remitente. Encima para perder.

Esta trayectoria de Nadia Calviño refleja una mutación desde la ortodoxia tecnócrata a la política pura y dura, lo que ni es nuevo, ni debe ser motivo de vergüenza si se hace con transparencia y sin damnificados. A nadie debería sorprender que Pedro Sánchez coloque a Nadia Calviño como su número dos en las listas de Madrid a las elecciones generales. Eso mismo hizo Rodríguez Zapatero con Pedro Solbes en 2008 y al año lo dejó caer. Si sale mal, siempre quedará Bruselas.

Aurelio Medel es periodista

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