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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Niel puede deleitarse con la necesidad de las telecos

A diferencia de muchos rivales, el fundador de Iliad tiene capacidad financiera de cara a la concentración del sector

Logotipo de Iliad.
Logotipo de Iliad.REUTERS

Xavier Niel va a ser algo más que un espectador en la inminente consolidación del sector europeo de las telecos. Este multimillonario francés ha pasado las tres últimas décadas creando una vasta red de operadores en nueve países. Calculamos que posee activos y participaciones por valor de 31.000 millones de euros. A diferencia de muchos de sus rivales, Niel dispone de la capacidad financiera necesaria para hacer más inversiones en un momento en que Europa se prepara para las fusiones y escisiones de gigantes del sector.

El fundador de Iliad, de 55 años, se hizo un nombre y una fortuna aplastando a sus competidores franceses con precios bajísimos. Pero ya no es un extraño. Es un habitual del Elíseo por su amistad con Emmanuel Macron. Es copropietario del diario Le ­Monde, mientras que su socia Delphine Arnault, hija del jefe de LVMH, es directora general de Christian Dior. La influencia de Niel también se extiende más allá de las fronteras francesas. Su cartera de telecos, que abarca Europa, África y América Latina, está organizada en dos vehículos de propiedad privada, Iliad y NJJ.

Empecemos por Iliad, que gestiona redes en Francia, Italia y Polonia. El año pasado obtuvo un ebitda después de arrendamientos de 3.300 millones de euros. Valorada al mismo múltiplo de seis veces que Vodafone y Telefónica, esta empresa de 33 años valdría 21.000 millones. Es casi el doble que cuando Niel la excluyó de Bolsa, en 2021. Además, está creciendo más rápido que sus rivales europeos. Sus ingresos subieron un 10% el año pasado, mientras que los de Vodafone solo lo hicieron un 4%.

La exclusión de Iliad liberó a Niel del escrutinio de los inversores. También le permitió hacer inversiones oportunistas, adquiriendo participaciones en Vodafone y Millicom, con sede en Luxemburgo, a través de otro vehículo, Atlas Investissement. Estas participaciones tienen un valor de mercado conjunto de 1.200 millones de euros, aunque se financiaron en parte mediante derivados, lo que pudo limitar el desembolso de efectivo del magnate. Pueden dar cierta influencia en futuras operaciones. Una posible escisión de Vodafone podría ayudar a Niel a reactivar un acuerdo fallido de 11.000 millones para fusionar la unidad italiana de Iliad con el negocio local de la británica.

Hacer operaciones no siempre ha sido fácil. En Suiza, Niel utilizó su vehículo NJJ para comprar la antigua filial de Orange y rebautizarla como Salt, apostando por una fusión con su par nacional Sunrise. Un proyecto de joint venture entre ambas fracasó en 2020 cuando Liberty Global se lanzó a por Sunrise. Aun así, valorar los 549 millones de euros de ebitda de Salt a un múltiplo de siete veces –en línea con otros grupos suizos– implica que el negocio vale 3.800 millones. Eso es un 37% más de lo que pagó para hacerse con el control en 2014.

Una inversión en la compañía irlandesa Eir no ha ido tan bien. Es el mayor operador de telefonía fija de Irlanda, pero ha tenido problemas para captar clientes de móvil. A un múltiplo de seis veces el ebitda del año pasado, de 652 millones de euros, vale poco más que los 3.500 millones que Niel y otros inversores pagaron en 2017. Inversiones más pequeñas, como la de Monaco Telecom, y participaciones en Senegal y las Comoras valen probablemente 1.000 millones en total, estiman los banqueros.

Aunque este mosaico de redes de telecomunicaciones pueda parecer carente de lógica industrial, permite a Niel repartir sus apuestas en un entorno incierto. Cualquier operación futura en Europa depende de que los reguladores antimonopolio adopten un enfoque más suave hacia la concentración, lo que aún no se ha materializado. Y aunque la financiación de la deuda se ha encarecido, Niel no parece depender de un apalancamiento excesivo. Su cartera le da un billete para jugar en el tiovivo de las fusiones y adquisiciones, cuando empiece la música.


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