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Invertir más allá del mundo cotizado: el auge de los alternativos en las carteras

La exposición a activos alternativos crece, reflejo del interés creciente por diversificación y visión de largo plazo.

En los últimos años, los activos alternativos -como el capital privado, la deuda privada o las infraestructuras- han ganado terreno entre los inversores españoles. Si en 2020 representaban en torno al 5% de las carteras, hoy alcanzan ya el 9%, según datos del sector. Un incremento que se ha producido al tiempo que bajaba la inversión de las familias españolas en bolsa.

En concreto, según ha publicado esta semana el Servicio de Estudios de BME con datos a cierre de 2024, la participación de las familias españolas en la bolsa española ha caído a mínimos de 1993. ¿Se están yendo hacia inversiones alternativas?

La realidad es que, aunque ha caído en los últimos años, los depósitos bancarios siguen siendo la principal opción de ahorro de las familias españolas. Un comportamiento histórico que habla del perfil conservador del inversor español que, poco a poco, se va quedando atrás ante el contexto económico, los cambios normativos y las nuevas opciones de inversión.

La posibilidad de que, a partir de 10.000 euros, y bajo una serie de condiciones, un inversor particular pueda invertir en fondos de capital privado -que anteriormente estaban destinados para los grandes inversores institucionales y family offices- ha abierto la puerta a un nuevo universo de inversión más allá de las inversiones tradicionales, y es uno de los motivos por los que los activos alternativos están ganando protagonismo. Con todo, este avance también responde a un escenario en el que los mercados financieros se muestran más volátiles y, al mismo tiempo, los ciudadanos afrontan un nuevo reto: vivir más tiempo y, en consecuencia, necesitar que su patrimonio trabaje durante más años.

Características de las inversiones alternativas

“El hecho de que estas inversiones no tengan liquidez diaria puede convertirse en una ventaja, porque obliga al inversor a mantener la visión de largo plazo y evita decisiones impulsivas en momentos de volatilidad”, explica Joaquín Casasús, socio director general de Abante.

Marta Rodríguez, socia directora comercial, añade que cada vez más particulares, grupos familiares e instituciones recurren a los alternativos no solo por su rentabilidad potencial, sino también para construir carteras más coherentes con su proyecto vital. “Las masas de activos que deben componer una cartera, tradicionalmente, son tres: los inmobiliarios, los financieros y los empresariales. El peso que asignemos a cada uno dependerá del perfil de riesgo y de los objetivos de cada inversor”, señala.

¿Qué más hay que tener en cuenta? La longevidad es uno de los factores que está cambiando la forma de invertir. Una persona de 60 años tiene hoy más de un 50% de probabilidades de vivir hasta los 90. Esa prolongación de la esperanza de vida implica jubilaciones más largas y obliga a replantear las estrategias financieras. “En este escenario, asumir algo más de riesgo para aspirar a mayor rentabilidad no solo es razonable, sino necesario”, apunta Rodríguez.

Ahora bien, la clave está contar con una buena planificación financiera. Como recuerdan en este vídeo los expertos de Abante, antes de invertir en activos alternativos conviene preguntarse cómo queremos vivir, qué nivel de gasto estimamos, qué ingresos tendremos y qué legado deseamos dejar. Solo así se puede definir qué rentabilidad exigir al patrimonio y cómo repartirlo entre activos líquidos y no cotizados.

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