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Claves para gestionar el patrimonio familiar

La hoja de ruta parte de la vocación de continuidad y el sentido de pertenencia

jacoblund (Getty Images/iStockphoto)

¿Qué sucede cuando una empresa familiar se convierte en familia empresaria? ¿Y cuándo pasan los años y entran nuevas generaciones en la empresa? ¿Cómo puede una familia gestionar el patrimonio conjunto que ha ido generando a lo largo del tiempo si surgen diferencias de opinión?

Cuando hablamos de empresas familiares, familias empresarias o grupos familiares podemos imaginarnos distintas familias, estructuras y negocios, pero lo que es común a todas ellas es que se entrelazan los vínculos emocionales y económicos al englobar a la familia, a la empresa y a la propiedad.

Entender que estas tres partes interactúan entre sí es fundamental para poder gestionar el patrimonio familiar con éxito, algo que deben tener en cuenta tanto los miembros de la familia como los asesores y expertos que ayuden a gestionarlo y a trazar la estrategia adecuada. Y es que, en muchos casos, el error está en pensar únicamente en la rentabilidad y en cuál es la mejor forma de optimizar y hacer que el patrimonio crezca o en intentar gestionar la empresa como si se tratara de una familia. Es decir, a veces las familias pecan por el lado emocional y en otras ocasiones solo piensan en el dinero. ¿Cuál es la receta entonces?

Equilibrar estos dos sistemas y partir de la parte más personal al plan estratégico de la familia. “Detrás de un patrimonio familiar lo que hay son muchos intangibles que van a marcar el futuro y la evolución de ese patrimonio familiar. Hay que ser conscientes de que cuando hablas de un patrimonio familiar hablamos, en realidad, de personas y de problemas personales. Cada miembro de la familia tiene una biografía distinta, un proyecto personal y unos objetivos vitales concretos”, explica Lucía Pérez de Villaamil, socia de Asesoramiento patrimonial de Abante.

Por ejemplo, cuando una empresa familiar que se encuentra en la segunda generación se vende, los miembros de la familia se encuentran de repente con una gran cantidad de dinero y con una pregunta clave que siempre hay que hacerse ante un evento de liquidez o cuando ya se gestiona el patrimonio familiar de forma conjunta: ¿existe una vocación de continuidad y de seguir gestionando el patrimonio de forma conjunta?

“Las familias tienen que analizar y pensar si tiene sentido y quieren seguir invirtiendo y gestionando el patrimonio familiar de forma conjunta. Si no existe esa vocación de continuidad ni un sentido de pertenencia no tendrán éxito en la gestión de ese patrimonio. En esos casos, hay que hablar con los miembros de la familia y asesorarles en la estrategia de división”, destaca Pérez de Villaamil.

Cuando hay unidad, la hoja de ruta comienza trabajando con los distintos miembros de la familia de manera individual para que cada uno pueda tener su propio proyecto biográfico y su plan personal y que pueda responder a preguntas como: ¿qué grado de dependencia o de independencia económica tengo de la empresa? ¿Cómo me puede afectar a mí la evolución de ese patrimonio compartido?

Se trata de que cada miembro de la familia esté tranquilo y tenga visibilidad sobre su propia situación personal y financiera. Comenzar con el contexto individual es fundamental porque cada persona querrá, buscará y necesitará cosas distintas y, además, no todos tienen ni tendrán el mismo papel dentro de la empresa. Hay familiares que son accionistas y empleados; hay otros que solo son accionistas y tienen otra carrera profesional; hay quienes son accionistas y viven del reparto de dividendo.

Por eso, es fundamental que cada persona tenga visibilidad sobre su situación y tenga constancia de lo que en realidad necesita y que, en paralelo, un equipo de especialistas trabaje y asesore en la parte de la empresa. Se trata de meterse en los números de la empresa, en su viabilidad y rentabilidad y en hacer un plan de negocio con los distintos escenarios que pueden ocurrir y trasladarlos, después, al plan estratégico individual. De esta forma cada miembro de la familia puede ver cómo encaja en su plan estratégico y personal los distintos caminos de la empresa familiar y, en función de estos, pueden tomar decisiones con toda la información disponible.

Porque en este punto también es muy importante tener en cuenta que, al igual que hay diferentes tipos de familias y personas, también hay distintas empresas. ¿Qué orientación tiene la empresa familiar? Entender si la empresa tiene una orientación protectora -enfocada más en generar empleo e ingresos para la familia-, emprendedora -con el foco puesto en la creación de valor por la parte del crecimiento y la expansión- o financiera -valora los resultados patrimoniales en términos de rentabilidad y riesgo-, es clave a la hora de trazar un plan global que ayude tanto a la empresa como a la familia.

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